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La necesidad de retomar la serenidad y la sensatez en la vida política
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La necesidad de retomar la serenidad y la sensatez en la vida política

jueves 16 de enero de 2020, 21:44h
Si algo ha marcado la semana es el clima político, que se caracteriza más por la crispación que por la convivencia, por la búsqueda de la confrontación que por el entendimiento. Lo decía Borja Semper, el líder del Partido Popular del País Vasco, cuando para anunciar su abandono manifestaba que “es verdad que la política en España atraviesa un momento de especial enfrentamiento y eso a mí, por mi personalidad y mi forma de entender la política, pues no es lo que más me agrada”. Reclamaba formas serenas y sensatas. Y lleva razón, y la lleva no sólo mirando hacia la derecha, como han pretendido presentar algunos. Esta misma semana hemos visto como un vicepresidente del gobierno de España atacaba a representantes del poder judicial. Se ha tratado de justificar el desliz bajo el paraguas de la libertad de expresión. Sin duda, pero eso no avala que su proceder sea ni sensato, ni sereno, ni reflexivo.
Avanzar en una determinada solución del problema catalán no puede ser a costa de dinamitar las instituciones democráticas y abriendo un enfrentamiento entre poderes del Estado. La cuestión es que da la impresión de que las declaraciones del vicepresidente no son un desliz y obedecen a una estrategia que, visto lo visto, crispa y no establece un clima para el entendimiento, lo hará con algunos de los actores, pero abre la crispación con otros de los sectores implicados, el Poder Judicial. Y la vía judicial de la cuestión catalana no se gana nombrando a una fiscal general del Estado que hasta ahora ha sido ministra de Justicia. Eso sólo puede empeorar la calidad democrática.

En los territorios tampoco favorece mucho la espiral de enfrentamiento propiciado por tratar de presentar al adversario en los extremos de los espacios ideológicos. Ese juego centrífugo no favorece nada la convivencia. Hoy día nadie duda de que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page y el PSOE castellano-manchego están alineados con la unidad de España y tienen serios reparos al pacto con los independentistas. A su vez, el PSOE debería evitar empujar al PP hacia el extremo, metiéndole en el saco de la derecha ultraconservadora. La dimisión de Semper viene a evidenciar que se está produciendo esa deriva, en la que o están de acuerdo muchos dirigentes populares.

Es cierto que en Castilla-la Mancha se agota el filón de “Cospedal”, que tanto ha explotado la comunicación del socialismo castellano-manchego. La actuación no puede seguir teniendo como eje la herencia recibida, ya no se puede medir en comparativas de cinco años atrás. Este gobierno tiene su propia historia y gestión. Y parece que lo prudente pasa por explotar los aciertos de la gestión, los avances año a año. Y cuando se detecten errores, lo suyo es corregirlos y, si es necesario haciendo los ajustes en políticas y equipos.

Ciudadanos está en su propia encrucijada y no se entiende que en un proceso precongresual, con una gestora en la gobernación del partido, de la noche a la mañana se cesen a determinados cargos, como es el caso de Orlena de Miguel como portavoz de la formación en Castilla-La Mancha. De facto ya no ejercía como tal y hubiese sido más sensato y más sereno abordar la cuestión pasado el congreso. Ni una razón económica podría justificar el movimiento.
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