Junts aseveró que no apoyaría la permanencia del impuesto si esto perjudicaba una inversión de 1.100 millones de euros en Tarragona, y los nacionalistas vascos han informado que el gravamen a energéticas finalmente decaerá "por factores ajenos" a su formación, ya que el PNV estaba dispuesto a aceptar su continuidad si se transformaba en un impuesto que fuera concertado en Euskadi y Navarra.
Los nacionalistas celebran que a través de enmiendas pactadas al proyecto de ley han logrado la concertación con capacidad normativa del nuevo tributo global y el de la banca, que serán así regulados por las haciendas forales. Asimismo, los vascos han acordado medidas normativas para "atajar el fraude del IVA en los hidrocarburos".
SUMAR, BILDU Y ERC, EN CONTRA DE LA DECISIÓN
Enfrente de la decisión de tumbar el impuesto están aliados parlamentarios del Gobierno como Bildu, Esquerra Republicana (ERC), y el socio minoritario del Ejecutivo, Sumar, que han introducido enmiendas para convertir en permanente el impuesto tal como está concedido ahora a tenor de los beneficios que empresas energéticas y financieras han registrado en sus últimos ejercicios.
En concreto, Sumar quiere transformar los gravámenes temporales a la banca y las energéticas en impuestos permanentes, pues ya consigue recaudar 2.900 millones de euros al año en dos sectores "que tienen beneficios extraordinarios".
Por su parte, ERC y Bildu proponen la permanencia de sendos tributos y un aumento en el tipo impositivo "a la vista de los beneficios récordos anunciados en los últimos meses tanto por la banca como por las empresas energéticas".
La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ya aseveró que hacer permanente el impuesto a energéticas "es obligatorio" para reequilibrar la balanza fiscal, mientras que el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, defendía mantener el tributo a empresas como Repsol, que asegura que emite el 62% del dióxido de carbono (CO2) en el Ibex35.