La iniciación de este expediente supone la aplicación provisional del mismo régimen de protección previsto para los bienes declarados de interés cultural, quedando sometido al régimen de autorizaciones y de protección previsto en la legislación de patrimonio cultural.
Alega la Viceconsejería de Cultura que la incoación como BIC del damasquinado toledano supone la necesidad de adoptar las medidas oportunas para promover, difundir y salvaguardar esta industria artesanal, entendiendo como tales, aquéllas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión --básicamente a través de la enseñanza formal y no formal-- y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos, según la definición de la Unesco.
Esta declaración se justifica no sólo en los valores históricos, artísticos y etnográficos del damasquinado, sino también en su valoración y aceptación social por parte de toledanos y turistas, conocedores de que los damasquinadores han sabido preservar esta significativa manifestación cultural, con su esfuerzo y dedicación.
"Forma así parte de la memoria colectiva de la población castellanomanchega y refuerza los lazos identitarios, con sus significados y símbolos compartidos, infundiendo un sentimiento de pertenencia a nuestra cultura tradicional, formando parte de nuestro rico acervo cultural, en conclusión, del patrimonio cultural inmaterial de Castilla-La Mancha. El reconocimiento de esta manifestación como bien de interés cultural contribuirá a poner en valor este patrimonio inmaterial y se logrará una mayor conciencia de su importancia, dando testimonio del emprendimiento, esfuerzo y la creatividad humana", sostiene el departamento que dirige Carmen Teresa Olmedo.