Cuando Felipe González llegó a la presidencia del Gobierno, ella contaba con apenas 10 años. Y aunque los ecos de aquel socialismo aglutinador, plural, pragmático y alejado del dogmatismo se han ido apagando con el paso de los años, ella todavía guarda parte de esas esencias. Más de treinta años después, cuando la política es la de bronca y titular, la del “tweet”, “memes” y “likes”, y el socialismo español anda tratando de salir de su encrucijada, en Blanca Fernández se atisba aquel espíritu de los ochenta y de los noventa. No es de las fundamentalistas del poder, aunque forme parte de ese poder y ya se sabe que cualquier poder tiene sus servidumbres.
A ella le ha tocado trasladar la voz del socialismo oficial a las Cortes de Castilla-La Mancha. Cuando se habla con Blanca Fernández fuera del bullir diario de la confrontación política, en sus respuestas se aprecia que huye de la banalización de la política y que usa sus argumentos y su criterio para tratar de llevarse el agua a su molino.”
De padre del PP, ella simpatizó con Nueva Izquierda, trabajó en Comisiones Obreras y se afilió al PSOE. Trata de mirar la región con serenidad. Y en sus respuestas siempre formula al menos una o más preguntas y en todas ellas introduce expresiones como el “yo creo”, “yo pienso”
“Hacía falta que llegase un gobierno como este, a mi modo de ver, para revertir la tendencia”. Arranca la entrevista y en su respuesta ella ya se formula la primera pregunta en voz alta: “¿En qué tendencia nos había imbuido el gobierno de Cospedal?”. Y ya es un no parar, se responde e hila con rapidez: “En el austericidio más absurdo, que era paralizar absolutamente todo, desde las infraestructuras de cualquier tipo, hospitales autovías que finalmente se ha demostrado que por paralizarlas sin mucho criterio ha habido que pagar indemnizaciones millonarias, hasta recortar absolutamente todo, la sanidad, la educación, el bienestar social, absolutamente todo, sin conseguir tampoco hacer despegar a la región económicamente hablando… Creo que era evidente que era necesario un gobierno como el de Emiliano García-Page que revirtiese la situación que convirtiera los despidos en contrataciones, los recortes en nuevo impulso, en nuevo fortalecimiento en alguna manera de los servicios públicos.
Creo que es evidente y nadie se puede engañar que cualquier dirigente político, cualquier gobernante en un momento de vacas flacas como era la pasada legislatura y sigue siendo esta (enfatiza lo último) tenía que tomar decisiones muchas veces desagradables. ¿Habría que haber adelgazado la administración? Seguramente. Pero la diferencia entre un gobierno socialista, de un gobierno con presidente o presidenta socialista y Cospedal hubiese sido que nosotros hubiéramos empezado a dialogar y hablar con todo el mundo, primero, como hemos hecho siempre, y segundo lo más importante que demuestra el valor de un gobierno es el orden de sus prioridades, tanto en una época de vacas flacas como en una época de vacas gordas. Es verdad que un gobierno socialista hubiera tenido muchísimo cuidado, no hubiera metido la tijera, sino el bisturí.
Yo creo que en este país muchas veces se hace la reflexión al revés. Se plantea bueno vamos a ver cuánto es el dinero que puedo repartir entre las Comunidades Autónomas y a partir de ahí que se apañen, que cada una ofrezca la cartera de servicios que entienda y que pueda.
Creo que la reflexión debe ser al revés, ¿qué Estado del bienestar nos podemos permitir? ¿qué estado del bienestar podemos pagar? ¿qué servicios queremos, podemos, creemos que le deben llegar a la ciudadanía? ¿qué nivel de dependencia, qué nivel de sanidad, qué nivel de educación… qué nivel de protección social? Y procurar que llegue a todos los rincones de nuestro país ¿Qué servicios en el siglo XXI, qué derechos en el siglo XXI le garantizamos a la ciudadanía, con independencia de donde viva?. Esa es una reflexión que creo que falta por hacer.
Yo hablaba de Acuerdos de Estado.
La dinámica en la que estamos metidos desde hace años del ruido mediático es posible que no sea la adecuada. Bueno, es más que probable que no sea la adecuada. Pero creo que más pronto que tarde todo el mundo nos daremos cuenta -de hecho el presidente Emiliano García-Page lo lleva diciendo muchísimo tiempo- que es necesario pivotar los acuerdos de financiación sobre las personas, no sobre los territorios, sobre sus derechos y sobre sus necesidades. Y, además hay que hacer mucha pedagogía. Porque cuando hablamos de territorios nos encontramos el choque de trenes permanentemente. Creo que lo que tenemos que poner encima de la mesa no son territorios sino personas. Es decir, que el ciudadano que vive en Martorell tenga el mismo derecho que el que vive en Malagón.
Si empezamos por ahí será más fácil el acuerdo. Pero si no renuncias a una parte de esa estrategia como oposición, entonces es imposible llegar a acuerdos. ¿Por qué se llegaron a acuerdos en el pacto antiterrorista cuando Zapatero estaba en la oposición? Porque Zapatero renunció responsablemente a una parte de su estrategia de desgaste del gobierno, que era legítima. Y antepuso los intereses generales a los intereses del partido. Creo que eso es lo que le falta al PP de Castilla-La Mancha y generalmente al Partido Popular cuando está en la oposición.