Ya en su primera legislatura DOnlad Trump arremetió duramente contra determinados productos provenientes de la Unión Europea, especialmente los agroalimentarios, una medida que supuso aranceles para la aceituna, el queso o el aceite de oliva. El actual presidente abrió un conflicto arancelario con España, Reino Unido, Alemania y Francia, los cuatro países del consorcio Airbus, al entender que existían unas ayudas ilegales de la UE a esta compañía que compite con el gigante estadounidense Boeing. La administración americana impuso ya entonces aranceles a productos de estos países con un impacto de 7.000 millones de euros, que afectaban fundamentalmente al sector agroalimentario: queso, aceite, aceitunas, vino, porcino…
Según datos de la Federación Española del Vino, los aranceles adicionales del 25% sobre el sector en el país norteamericano provocaron en 2020 una caída del 9% en valor y del 4,5% en volumen, además de una disminución de cerca del 5% en el precio medio del vino que se exporta. De hecho, en 2020 las exportaciones de vino español se redujeron en casi 100 millones de euros.
Precisamente las principales ventas de Castilla-La Mancha en Estados Unidos son de queso, calzado y vino, superando en conjunto los 100 millones de euros en exportaciones. A esto hay que sumar uno de los productos que más exporta la región, que son motores y máquinas motrices, que no se vieron afectados por la imposición arancelaria en el anterior mandato de Trump y sobre los que ahora sí repercutirán los nuevos aranceles.
Tanto el Gobierno central como la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en declaraciones tras conocerse la nueva batería de aranceles de Estados Unidos, coinciden en que la solución pasa por explorar nuevos mercados. China e India son buenos candidatos para compensar el impacto de las políticas proteccionistas de EEUU en la balanza comercial del país y de la región.