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(Foto: Antonio Montuno vía Flickr) |
Investigadores del IREC advierten de los efectos negativos de los plaguicidas organoclorados sobre la salud reproductiva de las aves
martes 09 de junio de 2020, 11:30h
El grupo de investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos -centro mixto de investigación dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Junta de Comunidades y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas-, en colaboración con el Zoobotánico de Jerez, ha revelado en un estudio que los huevos de pagaza piconegra en la colonia de la marisma de Mesas de Asta, en la provincia de Cádiz, acumulan los niveles más elevados de diclorodifenildicloroetileno (DDE) de toda la cuenca del Mediterráneo. El estudio concluye que los cambios producidos en los pigmentos responsables de la coloración de los huevos, debido a la contaminación química, revela un potencial efecto negativo sobre la salud reproductiva de la especie.
El DDE es el resultado del metabolismo de los diclorodifeniltricloroetanos, más conocidos como DDTs, un grupo de plaguicidas organoclorados famosos por su elevada toxicidad y su uso masivo en la agricultura durante la segunda mitad del siglo XX. Más de cuatro décadas después de la prohibición del uso y comercialización de estos insecticidas, su alta persistencia en el medio ambiente motiva que aún estén presentes en los ecosistemas en altas concentraciones, por lo que siguen biomagnificándose a través de la cadena trófica hasta llegar a las aves. De este modo, el análisis de DDE en los huevos de las aves, especialmente de las que se alimentan de insectos, como la pagaza piconegra, sirve como biomarcador no invasivo de la exposición a los DDTs y para evaluar el riesgo que supone para su conservación.
La pagaza piconegra es un ave migrante de largo recorrido que viaja hasta la Península Ibérica durante la primavera y el verano para criar. La población de la especie en nuestro país representa hasta al 85 por ciento de las pagazas que usan la ruta migratoria occidental, por lo que el estudio de las que crían en España es de gran relevancia para la conservación de la especie.
La toxicidad de los DDTs y otros compuestos organoclorados altamente persistentes como los bifenilos policlorados (PCBs) se traduce en efectos adversos sobre el sistema reproductivo de las aves, lo que incluye la disminución del grosor de la cáscara de los huevos, haciéndolos más frágiles y fáciles de romper. En este sentido, el estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, muestra que en torno al 5 por ciento y al 2 por ciento de los huevos de pagaza piconegra en la marisma de Mesas de Asta tuvieron niveles de DDE y PCBs, respectivamente, superiores a los umbrales asociados con una reducción del éxito reproductivo.
Sin embargo, explican los investigadores, los resultados no mostraron una relación negativa evidente entre el grosor de la cáscara de los huevos de pagaza y los niveles de DDE o PCBs, lo que fue debido a un claro efecto del estado de desarrollo de los embriones sobre estos parámetros. Este hecho, que probablemente esté asociado a la utilización del calcio de la cáscara del huevo por el embrión durante su desarrollo, pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta el estado de desarrollo de los embriones para evitar sesgos en la interpretación de los resultados cuando se utilice el grosor de la cáscara de huevo como indicador del éxito reproductivo.
Los científicos también estudiaron el posible efecto de los DDTs y los PCBs sobre la biosíntesis de la protoporfirina IX y la biliverdina, que son los pigmentos responsables de la coloración marrón y verde de la cáscara de los huevos, con el objetivo de explorar su idoneidad para su futuro uso como biomarcadores no invasivos del efecto de estos plaguicidas sobre la salud reproductiva de las aves. La pigmentación de los huevos de las aves cumple importantes funciones asociadas a su termorregulación, solidez y/o camuflaje y en la trasmisión de señales relacionadas con la calidad reproductiva, por lo que su alteración podría suponer consecuencias negativas sobre el éxito reproductivo.
Es la primera vez que la pigmentación de la cáscara y su carga contaminante son estudiadas en los mismos huevos. Los resultados obtenidos mostraron que la acumulación de DDTs se relacionó de forma negativa con la pigmentación de la cáscara producida por la protoporfirina IX y la biliverdina. Por lo tanto, a pesar del componente evolutivo inherente a la pigmentación de los huevos y a su variabilidad debida a factores genéticos o ambientales, estos resultados, según los investigadores, ponen de manifiesto que pequeños cambios en los niveles de estos pigmentos en los huevos causados por la contaminación química pueden tener implicaciones negativas sobre la salud reproductiva de las aves.
El presente trabajo muestra, una vez más, que el estudio de biomarcadores no invasivos es de gran utilidad para biomonitorizar la contaminación química y evaluar el riesgo que supone para la conservación de la fauna silvestre.