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Vamos por mal camino
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(Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo)

Vamos por mal camino

  • Los barones críticos se mantienen leales con Sánchez y sus discrepancias se quedan, de momento, en declaraciones a los medios

jueves 20 de diciembre de 2018, 21:54h
A propósito de los resultados de Andalucía dice el presidente de la vecina Extremadura, el socialista Guillermo Fernández Vara, en una entrevista de Javier Caraballo en El Confidencial, que “La España indignada y humillada ha pasado por las urnas”. Y dice más, que: “Hemos llegado a un punto en que hacer política consiste en elaborar mensajes muy simples para realidades muy complejas…”. Y aún más que tiene la sensación de que “se hace política para gustar a los nuestros, sin que importen demasiado los ciudadanos… En el debate político se habla más de los políticos que de las personas”.
De todos los análisis que se han hecho en los últimos 19 días, desde que se celebraron las elecciones andaluzas, es sin duda el más acertado. Decíamos en esta misma sección, en la crónica política de hace dos semanas -día 7- que “la crisis económica fundamentalmente y el comportamiento de la clase política como aditivo han generado una gran frustración social, cansancio, desapego e indignación” Y se añadía: “El PSOE precisa de un cambio profundo, de rearmarse para la sociedad, de conectar con sus necesidades, sus preocupaciones y sus sentimientos. Y eso no se consigue desde el Olimpo de la política. No es una cuestión en clave interna. Es el cambio social que reclama un cambio en la actitud de los políticos, en sus formas de ser, de hacer y de comportarse”.

Más de lo mismo

Puede que reflexiones como la de Fernández Vara contribuyan a ese cambio en la manera de hacer. Pero, de momento, se sigue en el tacticismo, en el cálculo electoral, en el mensaje simple, en el de agitar las emociones, en el de jugar al pim-pam-pum con del rival para conseguir marcar perfil propio a riesgo de generar un clima de crispación. Es algo que desde hace meses venimos señalando en clm21.es. Pero, lejos de corregirse, se sigue en más de lo mismo. Se agita la división de la derecha, porque eso beneficia al PSOE, lo mismo que en su día se agitó la división de la izquierda porque eso beneficiaba a la derecha. Prima el interés de los partidos sobre el de los ciudadanos. Vamos por mal camino

Los mensajes a los ciudadanos se revisten de una solemnidad artificial para tratar de sacar rédito en votos. Se trata de quedar bien con todos. Se promete lo imposible. Y luego pasa lo que pasa: de lo dicho, poco o nada. Y en el caso del poco es a costa de más sacrificio para el conjunto de los ciudadanos. Hemos visto ejemplo de todo ello esta semana. Se anuncia a bombo y platillo que se va a subir el sueldo a los funcionarios el 2,25%. Como si fuera algo nuevo. Esa subida se corresponde con lo pactado por los sindicatos y el ministro Montoro en marzo, cuando se cerró un acuerdo de subida salarial para tres años.

Se anuncia ahora un paquete de medidas fiscales que rebaja y nada tiene que ver con las anunciadas oficialmente hace meses. Hay miedo a que la indignación reflejada en las urnas se traslade a la calle. El gobierno se ha dado cuenta de que no puede seguir tensando la cuerda y menos en año electoral. El gobierno ha rebajado y mucho sus pretensiones de aumentar la presión fiscal del trabajo sobre autónomos, trabajadores y empresas. También sus pretensiones de gravar a las entidades financieras que terminarían trasladando esos costes a los ciudadanos. Tras el incendio de los chalecos amarillos en Francia, de momento, guarda silencio en torno a su pretendida subida de los gravámenes a los combustibles, que fue la chispa que incendió París. Ya advertimos desde clm21.es que el horno no estaba para más impuestos y menos si estos se hacían sobre colectivos sociales numerosos. La política de recuperación social va a ser menos ambiciosa de lo anunciado y va a ser costeada con más deuda pública, con créditos que pagarán los que vengan detrás.

Desarmados ante la próxima crisis

La deuda es el gran riesgo del que vienen avisando los economistas ante una nueva crisis económica. Pero desde el poder político se prefiere no ver, como en su día tampoco se quiso ver la burbuja inmobiliaria. Porque frenar una y otra tenía y tiene su coste político. Finalmente el coste lo pagan los ciudadanos.

En Castilla-La Mancha esta semana hemos conocido los datos de endeudamiento. Conclusiones: Crece a mayor ritmo que el del conjunto de las comunidades. Somos la segunda región con mayor deuda por PIB y el gobierno necesita la deuda para poder financiar el gasto de la Comunidad. Un gasto que crece ya por debajo de la inflación y la mitad de lo que había anunciado el gobierno regional (datos anuales a fecha 3 de diciembre), porque los recursos ordinarios no llegan. Los ingresos previstos crecen la mitad de lo calculado por el gobierno regional. Se ha diseñado un sistema social de bajo coste para con un poco más de dinero “atender” a mucha más gente. Nadie dice que una crisis económica disminuirá los ingresos públicos, afectará al empleo y por tanto a los gastos sociales ligados al mismo, encarecerá los intereses que se pagan por la deuda. Un aumento que deberá salir de otras partidas sociales y dificultará acceder a nuevos créditos, y también hará más difícil refinanciar los existentes, cuyos vencimientos se tendrán que hacer total o parcialmente con cargo al dinero destinado a los servicios públicos.

La discrepancia, de momento, se queda en declaraciones

El presidente regional no habla de eso. Habla de Cataluña, porque la indignación en Castilla-La Mancha con ese tema es mayor que la que se reflejó en las elecciones andaluzas. Al menos así lo indican las encuestas. Ha endurecido su discurso y lo ha hecho el eje central de su campaña. Sánchez se ha reunido con los líderes regionales en la oposición (los más afines) en conjunto y se está reuniendo con los barones (más críticos) por separado. Trata de salir airoso de su política hacia Cataluña, en medio un sentimiento de indignación y hartazgo que crece en el resto de España. El miércoles el encuentro fue con García-Page. Esta semana ha quedado patente que el independentismo está en lo suyo, en la independencia por las buenas o por las malas. Y tratar de afianzar las costuras con el diálogo es casi imposible. El gobierno también sigue a lo suyo y el martes consiguió que los grupos de la moción de censura tumbaran una propuesta de Ciudadanos para activar el artículo 155 de la Constitución. Contra la activación del artículo 155 votaron todos los diputados socialistas, incluidos los de Castilla-La Mancha. No hubo indisciplina de voto y las desavenencias entre Page y Sánchez se quedan, al menos de momento, en los medios de comunicación.

Es cierto que los independentistas catalanes han empezado a perder la batalla de la comunicación. Pero parece que les importa lo justo. Era un frente en el que le habían sacado varios cuerpos de ventaja al gobierno central y a los partidos nacionales. Una prueba de ese retroceso se ha dado en torno al consejo de ministros que se celebra hoy en Barcelona y al encuentro de Pedro Sánchez. Tanto decir que se quiere diálogo, tanto criminalizar al gobierno central porque no dialogaba… Y ahora resulta que lo que se transmite es que no se quiere el diálogo. Y eso que había una invitación de Quim Torra a Pedro Sánchez para verse en Barcelona. Era de cuando Quim Torra se entrevistó con el presidente en La Moncloa. Un encuentro aquel que le sirvió para iniciar reuniones bilaterales para conseguir acuerdos beneficiosos para Cataluña, aún a costa del descontento dentro del propio PSOE nacional.

Entre esos acuerdos, el de financiación adicional de más de 2.500 millones de euros, conseguida fuera del Consejo de Política Fiscal y Financiera donde están representadas todas las Comunidades españolas, que ya habían advertido que cualquier acuerdo de financiación de Cataluña debía darse en ese foro. Una bilateralidad que combatió con ardor el gobierno regional y que ha terminado por aceptar. Finalmente, a Quim Torra le ha podido la presión y ha accedido al encuentro. Ya veremos en qué se traduce eso hoy y en los próximos días.

Sánchez debería tener presente que aquellos barones críticos se mantienen leales, que las discrepancias se quedan, de momento, en declaraciones, y que aceptan -por mucho que discrepen- los acuerdos alcanzados hasta ahora con los independentistas. Prueba de ello es que todos los diputados en el Congreso, incluidos los de Aragón, Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía rechazaron la aplicación del 155.
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