El mapa del derrumbe señala con crudeza las comunidades más golpeadas, Cataluña, con 2.454 comercios menos, encabeza la lista, seguida de Andalucía (-2.335), la Comunidad de Madrid (-1.539), Galicia (-1.187) y Castilla y León (-1.109). Detrás de cada cifra hay proyectos de vida truncados, barrios que pierden su pulso económico y una economía local que se resquebraja.
Desde la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) advierten que el incremento desmedido de los precios de los alquileres de locales es una de las causas estructurales más determinantes en esta oleada de cierres. Así lo confirmaba la segunda ola del Observatorio del Trabajo Autónomo de UATAE, en la que, “el 43% de las y los autónomos encuestados que pagan alquiler, reconocían destinar entre un 25% y un 50% de sus ingresos netos al pago de su local”, destaca María José Landaburu, secretaria general de UATAE. Aún más revelador es que para un 47% de las y los autónomos el alquiler se ha convertido en el principal coste profesional. Esta presión asfixiante convierte al alquiler en un lastre para su negocio (el 73% así lo manifestaba en el estudio) que erosiona la viabilidad de miles de pequeños comercios, especialmente en grandes ciudades donde la especulación inmobiliaria y la transformación de locales en viviendas turísticas tensionan todavía más el mercado.
La Organización pone sobre la mesa como el pequeño comercio, motor de vida en barrios y pueblos, está sufriendo una tensión constante que pone en riesgo el equilibrio territorial y la sostenibilidad de los pequeños frente a las grandes corporaciones. Sin intervención política, la tendencia es clara, barrios vacíos, empleo precario y concentración del mercado en manos de grandes superficies y plataformas digitales. En palabras de Landaburu, “cada persiana que se baja es un golpe a la vida de los barrios, a la economía local y al modelo de ciudad sostenible que queremos defender, no hablamos solo de cifras, detrás de esos 37 cierres diarios hay autónomas y autónomos que han puesto su esfuerzo, su ahorro y su futuro en un proyecto que el mercado inmobiliario ha convertido en inviable”.
Landaburu insiste en la necesidad de un cambio de rumbo, “urge abordar políticas que frenen esta sangría, limitar y regular los precios abusivos de los alquileres de locales, facilitar planes de digitalización para que el pequeño comercio pueda competir en condiciones justas y poner coto a la libertad horaria de las grandes superficies que operan en detrimento del comercio de proximidad”. UATAE subraya que este problema no puede seguir tratándose como una simple fluctuación coyuntural. Porque como manifiesta Landaburu, “es un fenómeno estructural que erosiona día a día el tejido productivo”. Si no se actúa ya, la cifra de 13.600 cierres anuales será solo el principio de una desertificación comercial que empobrecerá a toda la sociedad.