Lo dice muy bien Joaquín Leguina -presidente socialista de la Comunidad de Madrid desde 1983 a 1995- en una entrevista en Voz Populi: “Los asesores áulicos, tipo Iván Redondo, y otros, tienen la mirada muy corta y, desde luego, para hacer una política estratégica estos sobran. Son vendedores, trabajan a muy corto plazo y parten de una hipótesis que no sé si es verdadera, y es que los ciudadanos somos imbéciles. Ojo, a lo mejor tienen razón, pero bueno...aunque fuéramos imbéciles, el Gobierno no debería estar formado por imbéciles... Y no deberían tratarnos como imbéciles”.
Lo que no explicita Leguina es que la responsabilidad de cualquier presidente es la de unir y no la de dividir, de ver más allá de su mandato, porque la dirección del país es en usufructo; no en propiedad, y en ocasiones, como también dijo otro expresidente autonómico -José María Barreda, que lo fue de Castilla-La Mancha- hay que poner pie en pared. En casi tres años, se han dado muestras de todo lo contrario, especialmente en el último gobierno. Pablo Iglesias es conscientes de que no diferenciarse de su socio le aboca a la pérdida de peso en la política española. Lo comprobó con la experiencia de sus compañeros en Castilla-La Mancha, que, tras pasar por el gobierno, terminaron de perder toda su representación en nuestra Comunidad. Por eso no duda en sacar los pies del tiesto incluso en cuestionar la democracia de la que es vicepresidente.
También cuestiona los medios de comunicación, porque dicen que obedecen a los ricos, aunque Podemos apadrine varios medios. Dijo el oráculo: “Voy a seguir diciendo la verdad a pesar de las amenazas y de que eso moleste a señores muy poderosos. Para mentiras, que todo es estupendo y que vivimos en el mejor de los mundos posibles, ya están otros. Conmigo que no cuenten”. La verdad empieza por lo de Neurona, por las primarias y Vistalegre III, por lo del teléfono de su asesora, por lo de la reforma de la sede de Podemos, por la contratación de la niñera como jefa de gabinete adjunta, por quien se quedó el dinero de las costas del proceso contra UPN, por lo de la guardaespaldas de Irene Montero…y más. La justicia fiscal no está en que los ricos paguen más -que sí- sino en que cada uno pague en función de sus recursos y en esa medida los ricos pagarán más. El que fuera secretario de organización de Podemos, hoy portavoz parlamentario, Pablo Echenique, fue condenado judicialmente por haber tenido a su servicio a un asistente personal al que pagaba «en negro», sin contrato y, por tanto, sin tenerlo dado de alta en la Seguridad Social. También está esa parte de las retribuciones que tienen los diputados de Podemos - y todos- exentas de tributar por IRPF... Eso forma parte de la verdad aunque poco o nada se diga en los medios públicos sobre los que tiene ascendencia.
Iglesias ha creado una estrecha relación con los nacionalismos de izquierdas del País Vasco y de Cataluña y ha abrazado con ellos a Pedro Sánchez. En el terreno internacional, su objetivo es conseguir una estrecha presencia de hermandad en países hispanoamericanos. En casa su actuación se mueve más en redes sociales que en el trabajo de gobierno. Las aportaciones de su formación, más allá de los titulares que dan de vez en cuando para la prensa, son pocas y mal trabajadas, de brocha gorda. La única ministra -con la que se puede estar o no de acuerdo- que parece ganarse el jornal es la de Trabajo. Lo de Podemos parece una secta en la que los dirigentes colocan a sus parejas, allegados o amigos. La ética que reclaman a sus oponentes brilla por su ausencia en la formación morada.
El socialismo español afronta este año sus procesos internos tanto federal como autonómicos. La atención se centra en nombres, que si Susana Díaz si o no, que si en Madrid, que si en Castilla-La Mancha. Y el PSOE no se puede enredar en esa dinámica, porque es hora de las ideas, de definir claramente -límites incluidos- a la socialdemocracia española del futuro.
Dice Leguina que “Ha habido lo que podríamos llamar unas 'invasiones bárbaras' dentro del partido. En lugar de luchar contra un fenómeno que desde finales del siglo pasado está yendo a peor, como es la desigualdad económica y social, se ha decidido apoyar diversas reivindicaciones identitarias, como el feminismo radical, el ecologismo catastrofista. Además, hay que sumar los acercamientos al nacionalismo, que es, de todo, menos izquierda. La política siempre ha tenido un componente de marketing, pero es que ahora es exagerado. Demencial”.
Ese malestar no sólo se da en históricos como Leguina, sino en sectores del partido que creen que estar en el gobierno es importante, pero que consideran que el partido más histórico de nuestro país no puede pagar el precio ideológico que le impone el marketing y que creen que hay otro marketing posible sin necesidad de renunciar a ciertos principios ni tragar ciertos sapos.
La contestación a esa estrategia de corto plazo no sólo se produce, pues, entre los que ya no están en primera línea del partido, algunos de los cuales están en plataformas críticas a la actual dirección del partido y del país, en las que algunos ven el germen de una nueva formación. También se da entre algunos dirigentes autonómicos, locales y provinciales. Los próximos meses van a ser claves para ver cómo se resuelven las tensiones
Si (
No(
