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Estas son las verdaderas razones por las que se está disparando el precio de la luz
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Estas son las verdaderas razones por las que se está disparando el precio de la luz

  • El 12,3% de la energía (la más cara) generada en lo que llevamos de año ha marcado el precio del resto (la más barata)
  • Los contratos de tarifa regulada permiten trasladar estas subidas a los consumidores finales

Por CLM21
miércoles 11 de agosto de 2021, 10:50h
Más allá de las declaraciones políticas sobre la subida del precio de la luz, España mantiene un sistema regulatorio que permite que se dispare el precio de la luz en función de las estrategias de las compañías eléctricas en el mercado mayorista y que -al contrario de lo que sucede en Europa- la subida se traslade al consumidor por el tipo de contratos que hay en España y que responden a la estrategia comercial de esas compañías. Si este tiempo atrás se señalaba a los derechos de emisiones de CO2 y al precio del gas usado en las centrales de uso combinado, lo cierto y verdad es que ciclo combinado, carbón y motores diésel son marginales en la generación de energía de España, donde las fuentes renovables en los siete primeros meses han aportado el 51,18% de la energía generada en nuestro país y las nucleares otro 21,6%. Estas tecnologías -renovable y nuclear- son en general las primeras que se tienen en cuenta para fijación de precios y están en la franja de precios bajos. Cuando con esta energía no se cubre las necesidades entran en la fijación de precios la energía generada por otras fuentes, especialmente la de centrales de ciclo combinado, que han aportado en estos meses el 12,3%. El precio que marquen las últimas fuentes en entrar en la cobertura de la demanda, que es el más caro- es el que se traslada a toda la energía, dejando amplios beneficios a las compañías por la renovable y la nuclear aportada. De ahí que se responsabilice a la subida del precio del gas y o al sistema regulatorio mayorista. Dicho de otra manera, el 12,3% de la energía (la más cara) marca el precio del resto (la más barata).

El Banco de España ha publicado un informe que ayuda a comprender qué está pasando en el mercado de la energía, las razones de las subidas y porqué en España la luz sube al consumidor final más y más rápido que en la mayoría de los países de la zona euro, que tiene el mismo sistema de fijación de precios en el mercado mayorista. El estudio, que sitúa la subida del recibí de la luz en el primer semestre del año en un 22,3%, alerta del impacto que está teniendo el pecio de la energía en el índice armonizado de precios al consumo, es decir en la inflación, algo que se presenta como un problema para la economía española en relación a la de los países vecinos. El 26% del repunte de la inflación en el primer semestre se debe a la subida del precio de la luz (8 décimas de los tres puntos porcentuales de subida).

El precio de las emisiones de CO2 supone el 20% del encarecimiento

Entre diciembre de 2020 y junio de 2021, los precios mayoristas de la electricidad casi se duplicaron en España. De acuerdo con las estimaciones presentadas en este documento, una parte significativa de este aumento —alrededor del 20%— vendría explicado por el encarecimiento observado, en el mismo período, en los precios de los derechos de emisión de CO2, cuyo efecto repercute directamente en los costes de generación de la energía eléctrica a través de tecnologías que hacen uso de combustibles fósiles. No obstante, la mayor parte del incremento —aproximadamente la mitad— provendría del aumento de los precios del gas, materia prima empleada por las centrales de ciclo combinado. Y el sistema recurre al ciclo combinado cuando la demanda no puede ser satisfecha con la energía no almacenable que producen nucleares y renovables.

La evolución de los precios mayoristas de la electricidad en otros mercados europeos ha sido similar a la del caso español. Sin embargo, existen diferencias sustanciales en cuanto a la traslación a los precios minoristas.

Primero se oferta la energía más barata

El mercado mayorista opera bajo un régimen en el que la demanda existente cada día es satisfecha primeramente con la oferta de las tecnologías cuyos costes de producción son más reducidos, lo que les permite ofertar la electricidad a un precio más bajo. En la práctica, estas tecnologías son las que producen electricidad no almacenable, como la nuclear y las renovables. Si esta oferta es insuficiente para atender la totalidad de la demanda, la porción insatisfecha de esta última es cubierta por la tecnología de entre todas las restantes cuyos precios ofertados son menores, y así sucesivamente.

El precio de toda la energía lo marca la tecnología más cara

El precio fijado es el correspondiente a la oferta que satisface la última fracción de la demanda restante, hasta que esta es absorbida en su totalidad. Esto es lo que se conoce como «sistema marginalista». Ese precio último se relaciona, en buena medida, con los costes de producción de la tecnología más cara que ingresa en la oferta del mercado. Por tanto, en este sistema de fijación de precios todas las tecnologías se retribuyen al precio casado, lo que origina beneficios de magnitud considerable para aquellas tecnologías que generan electricidad a un menor coste.

Son las compañías eléctricas las que tienen en su mano esa producción: parón técnico de las nucleares, inexistencia de vientos, labores de mantenimiento, falta de agua… son algunos de los argumentos esgrimidos para reducir la producción de la energía no renovable y tener que acudir al ciclo combinado, lo que terminará por disparar el precio mayorista, ya que esta tecnología es la más cara y será el precio fijado para la misma el que rija para todo el mercado.

La abundancia de contratos de tarifa regulada, otra de las causas de que el precio se dispare

En cuanto a los precios minoristas, el precio de la electricidad pagado por cada consumidor doméstico individual depende de si este ha decidido acogerse al sistema de tarifa regulada —denominado «precio voluntario para el pequeño consumidor» (PVPC)— o si, por el contrario, ha optado por contratar en el mercado libre con una empresa comercializadora. Aproximadamente un 40% de los consumidores han escogido la primera de estas dos posibilidades. Este sistema se caracteriza por la elevada frecuencia de revisión de los precios, lo que explica que la traslación de los movimientos de precios en el mercado mayorista a los precios pagados por el consumidor final sea mayor y más rápida, rasgo que también se observa en otros mercados europeos en los que también hay una elevada proporción de consumidores adheridos a sistemas basados en contratos de precios dinámicos, como Suecia o Estonia

Para un consumidor acogido a la tarifa regulada, el importe final de la factura es el resultado de un conjunto de conceptos de naturaleza muy diversa. Uno de ellos, que, en promedio, supone aproximadamente el 48% de la suma final, viene dado por el denominado «término de energía», que a su vez se compone, por un lado, de la cantidad de electricidad efectivamente consumida multiplicada por un precio unitario, que es el fijado en los mercados mayoristas, y, por otro, de los peajes (rúbrica que abarca los costes de transporte y distribución). En concreto, bajo la tarifa regulada, el precio unitario minorista cambia cada hora en función de las variaciones de precio en el mercado mayorista (lo que se conoce como «precios dinámicos»)

Así es la factura de la luz

El resto de los conceptos —todos ellos regulados— incluyen el «término de potencia» (un coste fijo contratado por el hogar que determina el volumen máximo de electricidad que puede consumir en cada momento del tiempo), los denominados «cargos» (un concepto que cubre el resto de los costes regulados, lo que incorpora el déficit tarifario o la financiación a las renovables) y diversas figuras tributarias, que incluyen el impuesto especial sobre la electricidad (un 5,1% sobre los términos de potencia y de energía) y el IVA (un 21% sobre el importe total de la factura). El incremento del precio del mercado mayorista entre diciembre de 2020 y junio de 2021 se tradujo en un aumento del 46% del término de energía (que, como se ha indicado, incluye los peajes). Puesto que este concepto supone, en promedio, aproximadamente el 48% del importe de la factura, el aumento en el precio pagado por el consumidor medio acogido al mercado regulado habría sido de un 22,3%.

Por otro lado, dado que la energía eléctrica supone, según la ponderación de esta partida en el índice armonizado de precios de consumo (IAPC), un 3,5% del gasto total de los hogares en bienes y servicios, el encarecimiento de los precios en el mercado mayorista de la electricidad en los seis primeros meses del año habría contribuido al repunte observado de la inflación general, de 3 pp, como máximo en ocho.

En comparación con el resto de Europa donde con el mismo sistema de fijación de precios mayorista el recibo de la luz de los hogares ha subido menos, el informe apunta a dos causas: la diferencia regulatoria sobre los grados de actualización de precios, por un lado, y los tipos de contratos más comunes existentes en cada país, por el otro.

Tanto el mayor peso de la electricidad en la cesta de consumo de los hogares españoles (un 3,5%, frente al 2,9% en el promedio del área del euro) como la mayor traslación de las alzas de precios en el mercado mayorista (como resultado del sistema de precios dinámicos) explican que el encarecimiento de la electricidad haya contribuido al repunte observado de la inflación general en mayor medida en España que en el conjunto del área y en las principales economías que la integran (véanse gráficos 5.2 y 9). Esa aportación ha sido particularmente reducida en los casos de Alemania y Francia, donde el incremento de precio experimentado en los mercados mayoristas no se ha trasladado aún a los mercados minoristas.

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