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El cuentacuentos, los mundos de Yupi y el pueblo llano
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El cuentacuentos, los mundos de Yupi y el pueblo llano

viernes 20 de octubre de 2017, 00:18h

Se fueron a ver a Junqueras para hablar de la independencia de Cataluña y se olvidaron de lo que les hizo diferentes y les llevó a las instituciones. La emergencia social puede esperar, porque lo primero es la foto con Junqueras y la independencia de Cataluña. Y pasan las semanas y la emergencia social sigue esperando. Seis de las trece medidas del Plan de Garantías Ciudadanas no se habían empezado a gestionar a falta de tres meses para acabar el año -lentitud y parsimonia- Viven en los mundos de Yupi; encantados de haberse conocido, pisando la moqueta de sus despachos palaciegos. Y, mientras tanto, los desahucios (1.415 en el primer semestre) se disparan en Castilla-La Mancha -los desheredados abandonados a su suerte-.

Aumenta la lista de pacientes para ser operados en la sanidad pública y los que entran ya saben que, salvo casos de vida o muerte inmediata, lo suyo puede esperar más de seis meses. Y en esa lista, ningún apellido “ilustre”. 38.000 personas, 38.000 del pueblo llano. Como otros 13.500 ciudadanos, que necesitan ayuda para poder desarrollar alguna o todas sus funciones básicas. Son los dependientes en lista de espera de los servicios sociales, también del pueblo llano. 4.548 precisan ayuda permanente para para sus funciones básicas. Otros 8.929 precisan de ayuda para poder comer, ir al baño, lavarse o vestirse.

En el gobierno, los de una izquierda y los de la otra miran a otro lado. Se dan ánimos unos a otros diciendo que Castilla-La Mancha va bien. Oír al presidente de la Junta de Comunidades hablar desde la tribuna de las Cortes es un lujo, porque son pocos los conciertos que da en ese auditorio, creado para el debate.

Oír el relato es como asistir a un “cuentacuentos”. Está la madrastra -mala, malísima-. Ella nunca falta en los relatos, en los que se habla de cómo llegó un príncipe para que todos vivamos felices. Hablan de los tiempos en los que la oscuridad cubrió esta tierra… Y de cómo ahora brilla el sol. Son como niños.

Pero, a decir de los datos, Castilla-La Mancha no es la Arcadia feliz, no es lugar para hadas. García-Page, que tiene buen verbo -y punto- hizo un discurso para los suyos –diputados, altos cargos y convencidos, claro- se olvidó de la calle, del desheredado, de aquel al que el gobierno que tanta expectativas le creó y que ahora tiene abandonado. Su discurso cayó en hueco en las 38.000 familias que tienen uno de sus miembros esperando a que la sanidad pública –la del gobierno- le opere, también en las 14.000 familias que viven en el desasosiego porque uno de sus miembros, dependiente, tampoco es atendido por el gobierno, a otros casi 5.000 familias cuyas peticiones de ayuda social tampoco se han tramitado. En aquellas familias cuyos hijos estudian en barracones o en las de los que confiaron en la subvención prometida que no llega. De las 1.500 familias desahuciadas en los primeros seis meses del año (184 más que en igual periodo del año pasado). No era un discurso para el personal sanitario, aquel al que se cambia la jornada de trabajo de una hora para otra sin derecho ni a conciliar ni a descansar, a aquel que tiene que multiplicarse porque no se ha sustituido al compañero o compañera de baja, tampoco para los 5.000 interinos de educación, que lo eran y lo siguen siendo… Habló bien y hasta se gustó –especialmente en la réplica- pero no habló para su base social. Habló para el socialismo oficial y se olvidó de la realidad social que gestiona. Es la esencia de la izquierda. Y esa esencia no estuvo en el salón de plenos ni por jotas ni a ritmo de rock.

Negar que hay cosas que han mejorado sería de necios, como de necios sería negar que otras han ido a peor. Y el problema es el último. Porque la mejora se da por descontada, va en el sueldo. Luego está lo de la dialéctica, lo de las trampas del lenguaje, lo de jugar al ratón y al gato en la tribuna. Pero de un presidente se espera el liderazgo más allá de la refriega partidista. Y eso faltó en el salón de plenos.

Tuvo recursos García-Page, tiro de verdades, de medias verdades, de verdades torcidas y hasta de mentiras presentadas como verdad. De todo hubo. Es la dialéctica, cuyos recursos son admitidos y reconocidos para un debate político. Pero tuvo un comportamiento que no es digno de un presidente. Arremetió desde la tribuna contra un ciudadano particular, el representante de una asociación que se ha vuelto crítica con el gobierno y lo hizo en clave personal, algo que ni es elegante ni digno de la dignidad presidencial. El ciudadano en cuestión no estaba presente y aunque lo hubiera estado no hubiera tenido la posibilidad de replicarle. Se equivoca el presidente -sea del partido que sea- que falta a sus ciudadanos, máxime si lo hace en público, de forma premeditada, en un acto oficial, y en la tribuna del Parlamento, la casa de todos. Sería bueno una disculpa pública.

Sus mensajes, cuanto más se jaleen peor para él, porque hay receptores que no sólo conocen la realidad, lo que es más importante, la padecen. Mandar titulares huecos una y otra vez, termina por desacreditar más que por generar aplauso; las expectativas fallidas provocan desilusión y desafectos. Tal vez por ello, lo importante es lo que se podía leer entre líneas, eso de que se va a dotar de unos agentes aquí o allá para dinamizar este o aquel plan, que traducido en lenguaje electoral tiene su significado.

Muchos titulares para poco texto. Mucha letra para poco número. Y es que eso de los números es algo frío y distante, que mueve poco a las pasiones y cuando se habla de ellos mejor para atacar que para explicar. Lo de la herencia recibida huele a rancio y además hay herencias que vienen de generación en generación y mejor no recordar. Pero se enredó en lo de la deuda y se sintió hasta cómodo y removió los recuerdos y los sentimientos de aquellos que cerraron sus empresas o perdieron su trabajo porque el gobierno de turno, no el de su antecesora, sino el otro, el que contó con una vicepresidenta económica todopoderosa -que vio quebrar a la primera entidad financiera, que acumuló las facturas sin pagar- les estranguló financieramente al dejar de pagar esas facturas. Lo demás es dialéctica, puede que hasta lograda, pero palabras, que encontraron el aplauso del socialismo oficial, pero no el de los que perdieron lo alcanzado con el esfuerzo de toda su vida. Y esas personas saben quién fue quien no pagó. Algunas pudieron salvar los muebles gracias al gobierno que convirtió la deuda comercial en deuda financiera que pidió dinero prestado para pagar esas facturas. Y eso, señor presidente, es hacer región. Quizás había otras líneas para la crítica de lo heredado, pero desde luego esa, no.

Horas antes, Vicente Tirado, el secretario general del PP castellano-manchego, en un encuentro con periodistas reconoció que uno de los errores que cometieron los populares en la legislatura pasada fue hablar demasiado de la herencia. Y es que al que está, al presidente de turno, le toca gestionar la realidad, más allá de los primeros lamentos.

Una realidad que Ana Guarinos -la diputada que dio la réplica a García-Page por los populares- le recordó con crudeza. Enumeró los planes que el presidente ha ido comprometiendo y que no ha hecho, le recriminó lo de decir una cosa y hacer la contraria. Le recordó a García-Page lo que García-Page ha heredado de sí mismo. La dureza del discurso y de los datos inapelables removió a García-Page y le hizo perder la compostura presidencial para regocijo de los suyos y quiso hacer oposición a la oposición. Y entonces salió la esencia del cuentacuentos. Mientras, atónitos, los de las listas de espera, los desilusionados, los desheredados ya habían desconectado… Lo hicieron hace mucho, cuando las izquierdas miraron palacio adentro y cerraron las ventanas para no ver palacio afuera. Y, sí señor presidente, España es una, la solidaria, la esforzada. No hace falta que nos lo diga a los españolitos, basta con que se lo diga a su vicepresidente, al que se fue a ver a Junqueras, mientras ese día se practicaban 4 desahucios en Toledo y el gobierno tenía tres de las cuatro partidas de las garantías habitacionales sin gestionar.

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