Los hechos ocurrieron el pasado domingo 15 de septiembre, cuando un grupo de okupas accedió a una de las viviendas de la urbanización. La urbanización El Carrizal quedó a medio hacer hace más de una década, cuando la empresa promotora no pudo sufragar la construcción y abandonó el proyecto, con varias decenas de viviendas en marcha en distinto grado de terminación.
No obstante, con el boom de la vivienda que vino tras la pandemia y el confinamiento, estos chalets pareados de cuatro plantas y casi 300 metros cuadrados de vivienda con otros tantos de parcela fueron poco a poco vendiéndose y terminándose por otras promotoras, que accedieron a saldar la deuda pendiente. Pese a ello, aún quedan algunas viviendas en manos bancos e inmobiliarias adscritas a los mismos, una circunstancia que han aprovechado los okupas, que tras varios intentos a lo largo del verano, interceptados por los propios vecinos, consiguieron acceder a una de las viviendas casi terminadas.
Precisamente, la vivienda escogida por los okupas, valorada en más de 200.000 euros de precio de mercado y ubicada en la calle Noez, está pareada con una vivienda en la que sí viven vecinos desde hace años, una familia que ahora se enfrenta con miedo a la convivencia con los okupas.
Porque los okupas no han venido al barrio en son de paz, llevan menos de veinticuatro horas en el inmueble, y según declaran los vecinos "son extremadamente agresivos" y "han proferido numerosas amenazas de muerte, sobre okupar el resto de viviendas de la urbanización, etc". Todo ello en una confrontación que habría subido de tono cuando los vecinos, unas cincuenta personas, se desplazaron a la puerta de la vivienda al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, para tratar de evitar la okupación de la vivienda de manera pacífica.
Al lugar también se personaron cuatro patrullas de la Guardia Civil, que levantaron acta de los hechos cuando, en medio de la confusión, los okupas introdujeron a una menor a la vivienda, una niña menor de dos años, para evitar el desalojo.
Los vecinos del chalet que colinda con la vivienda okupada no han podido pasar la noche en su casa, por temor a la situación.
Ahora los vecinos se preguntan cuál es el camino a seguir ante una situación que escapa de su control, temen por sus viviendas, sus pertenencias y por el deterioro de la seguridad de la zona, según ha podido saber clm21.es. Piden ayuda tanto al ayuntamiento como a las fuerzas de seguridad y tratan de hacer un llamamiento a la inmobiliaria propietaria de la vivienda para que solicite cuanto antes el desalojo.