La borrasca y sus consecuencias meteorológicas habían sido anunciadas con extrema precisión por los técnicos. A partir de ahí que cada uno saque las conclusiones sobre el proceder de cada una de las administraciones que les afecta: local, regional y nacional. Y por mucho que digan los gabinetes de comunicación, los ciudadanos han vivido la experiencia en primera persona. Saben si se han quedado incomunicados o no, si les han despejado calles y aceras y a qué ritmo, si han podido acceder a los servicios públicos básicos, si han tenido o no cortes de electricidad, si se han podido desplazar a sus trabajaos, si han podido hacer la compra en los supermercados y tiendas de alimentación, si estos estaban bien suministrados o los camiones de reparto no habían podido llegar, si han podido acceder a los medicamentos de las farmacias. Algunos incluso, saben si, a día de hoy, tienen su calle expedita o sigue intransitable.
La casuística del caos ha sido numerosa. Llamó la atención un hecho, cuya noticia dimos en primicia desde estas páginas: “El Virgen de la Salud se queda sin calefacción en el día con las temperaturas más bajas jamás alcanzadas”. La avería es un hecho imponderable, aunque ya existiesen antecedentes de los problemas del sistema. Y así lo puede entender cualquier ciudadano.
Así las cosas y máxime tratándose de un hospital, la solvencia se mide en la capacidad para buscar soluciones alternativas para que personal y pacientes (entre ellos los de neumonía por Covid) no sufrieran las consecuencias del frío extremo. Y la respuesta fue un claro ejemplo de lo que no debe ser una gestión de crisis. Primero, se dijo que el problema estaba solucionado. Luego se produjo un apagón informativo. Eso de puertas hacia afuera. En el interior durante las primeras cuarenta y ocho horas no se aplicaron medidas alternativas para paliar el frío. La incidencia sorprendió sin sistemas alternativos de calefacción e incluso sin mantas para los pacientes. Se tardó en reaccionar. Finalmente, el jueves a las 13 horas, más de dos días después de haberse producido la avería (que fue el lunes 11) que dejó sin calefacción a personal y pacientes en las noches más frías en la historia de la ciudad, los gestores optaron por la compra de calefactores para suplir la falta de climatización por la avería. Y ya se encendió el tráfico informativo con expresiones como “El trabajo "rápido e intenso, durante las 24 horas del día". Mucho calificativo para explicar los hechos. Para tratar de justificar cómo un imponderable deriva en una gestión más que cuestionable.
Lo de la subida de la luz es otro hecho destacado en los días del temporal. Y ha puesto en evidencia la credibilidad del gobierno central y del presidente y de su vicepresidente. Podemos y su líder -vicepresidente de asuntos sociales de España- han estado escondidos en la crisis, callados, tratando de pasar desapercibidos. Pero su silencio no ha impedido que los medios tiraran de hemerotecas y rescataran las perlas cuando estaban en la oposición contra las empresas eléctricas y el gobierno de turno, y a favor de abaratar la luz, con bajadas del IVA, con una nueva regulación de precios, con la creación de una empresa pública… Ni bajada de IVA, ni nuevo sistema, ni empresa pública. Nada de lo prometido… Ahora dicen que van a estudiar un nuevo sistema y -¡oh idea!- quieren cebarse con el consumidor que derroche. Claro los que en su vivienda sólo tenga suministro de energía eléctrica (ni gas, ni gas-oil, ni leña, ni cualquier otro sistema) pueden echarse a temblar, porque será considerado un derrochador, por mucho que su electricidad provenga de energías limpias, será considerado un parásito social. Y es que además de credibilidad, a algunos líderes les falta solvencia.
Es evidente que en medio del caos ha habido gestores públicos que han dado respuesta rápida y han solucionado los problemas que afectaban a sus competencias. La ciudadanía sabe identificar a los solventes de los insolventes.