Hasta la fecha, y según datos de FIAB, el paro de transportes está teniendo un efecto devastador sobre toda la cadena de suministro de alimentación (sector primario, industria, transporte y distribución), con pérdidas que ya alcanzan los 600 millones de euros y ponen en peligro más de 100.000 puestos de trabajo y están perjudicando especialmente a sectores igualmente afectados por el actual escenario inflacionista.
En concreto, las bodegas están sufriendo numerosos problemas a la hora de abastecerse de material auxiliar, especialmente de vidrio y otros elementos, pero también de poder distribuir el vino a sus clientes. El problema con el suministro de vidrio es particularmente delicado ya que, tras un periodo de menor demanda durante la pandemia, los hornos no han podido satisfacer plenamente la rápida reactivación de la demanda y ahora la huelga de transporte está complicando si cabe más la situación hasta el punto de que existe riesgo de un parón en la actividad de la industria vidriera y esto podría complicar mucho a las bodegas la posibilidad de hacer llegar sus productos a los canales de venta y atender a los pedidos internacionales.
Pero además, el constante incremento del precio de la energía, agravado por la invasión rusa de Ucrania, está provocando no solo un importante aumento de los costes de producción en las bodegas sino también en el aprovisionamiento de material auxiliar, con subidas difícilmente asumibles en el medio plazo.
“Somos conscientes de lo complejo de la situación y de que no hay recetas mágicas e inmediatas, pero es preciso actuar con contundencia y rapidez para evitar que se deteriore aún más la situación”, ha señalado al respecto el director general de la FEV, José Luis Benítez, que ha pedido a Gobierno y transportistas llegar a un acuerdo cuanto antes y, sobre todo, acabar con los piquetes y acciones violentas que están afectando gravemente al sector.