Con permiso, señor presidente

Pero, con permiso, señor presidente. Una persona demócrata espera que su primer ministro -de la izquierda o la derecha- actúe con la prudencia y medida de su cargo. Con más moderación. Nada le impide, señor presidente, hacer ese mismo comentario en un acto del Partido Socialista. Le podrían criticar por el fondo. Pero no por la forma. O dejar el comentario a otro.

Desde el punto de vista del contenido, se espera que no se insulte a la inteligencia. El argumentario que le preparó su equipo es muy débil. Juega con la percepción negativa que de los banqueros tenemos la mayoría del común de los mortales, de aquí a la Conchinchina. Particularmente me integro en entre esos mortales -dicho sea de paso. Dicho eso, señor presidente, se espera algo más de solidez en una medida presentada como esencial.

Es cierto que, con la crisis de 2008, el gobierno de turno rescató al sector financiero. Pero ¿a quién del sector financiero? Fundamentalmente a cajas de ahorro, cuyos consejos de administración dominaba la clase política española -de la derecha a la extrema izquierda- Que otras entidades tuvieron que arrimar el hombro a través del Fondo de Garantía de Depósitos, o asumiendo parte de las entidades quebradas.

Es cierto que la banca ahora va a recibir unos beneficios “caídos del cielo” con la subida de tipos. Lo es, pero menos. Primero, porque el sector ha estado aguantando la caída del precio del dinero durante la recuperación económica y el proceso de expansión posterior. Segundo, porque la situación les hizo variar su línea de negocios hacia préstamos de tipo fijo, con lo que esos beneficios no son tan abultados como se pretende señalar.

Sería bueno, en este punto, que explicase a los españoles que el gobierno también está teniendo unos beneficios caídos del cielo que pagan todos los españoles con sus impuestos. Esa subida tiene su origen en la inflación y, en algunos tributos como el IRPF, en la negativa de su gobierno -nuestro gobierno- a deflactar las tablas. Los españoles seguramente entenderemos que lo hacen por el bien de los más vulnerables y por el bien de las cuentas públicas. Claro que cuando los españoles hacen ese sacrificio, no estaría de más que el gobierno fuera algo más austero, en consonancia con lo que, de hecho, se le está aplicando al pueblo gobernado -clases medias y trabajadora, incluidas-

Tan improvisado era el argumentario, que hablaron de nuevo impuesto. Cuando se dieron cuenta -se lo dijeron los propios bancos- de que la fórmula diseñada podría suponer doble imposición (prohibida por la Constitución) empezaron a denominarla con un eufemismo. Le cambiaron el nombre.

Dice señor presidente que van a prohibir repercutir ese nuevo impuesto a los usuarios. No dudo de que ese sea su deseo y su disposición. Pero alguien le ha informado mal. La repercusión se puede hacer por dos vías. Una más perceptible encareciendo sus servicios -comisiones e intereses- de forma directa. Otra, restringiendo la financiación, lo que terminaría por encarecerla. Lo más grave es que esta última repercutiría en el sistema productivo, las empresas se quedarían con menos crédito para apuntalarse o para crecer y las familias para consumir. Eso es menos riqueza, más paro y menos ingresos públicos. La economía, señor presidente, no es tan simple como le apuntan sus socios de Podemos.

No es tan simple. Su equipo no midió las consecuencias de su medida a nivel internacional. España forma parte de los países del euro. Y la política monetaria está bajo la supervisión de un banco, el Central Europeo. ¿Alguien le dijo que el Banco Central Europeo puede considerar que su medida puede afectar a la solvencia de las entidades financieras (¿Le suena Basilea III y Basilea IV?)? ¿Nadie le dijo que el supervisor ha instado a las entidades financieras a reforzar su capital, a costa del dividendo para afrontar el posible deterioro del escenario económico? (mes de junio de 2022). Nadie le dijo que genera una inseguridad jurídica, término que es una de las bichas que ahuyenta a los inversores (en bancos o en cualquier otra actividad)

¿Alguien le dijo que hubiese sido bueno consultar con la autoridad monetaria y explicarle la medida? No vaya a ser que, ahora sea el BCE el que le ponga reparos. Unos peros que pueden ser verbales. Pero que también puede afectar al programa de recompra de deuda pública y a la prima de riesgo española.

Y tras eso afirmó que está contento con su equipo y que no piensa hacer cambios hasta el final de esta legislatura, que piensa cumplir en su totalidad.

Está bien querer recuperar la iniciativa. Está bien desear dar la vuelta a las encuestas. Pero, con permiso, señor presidente: ¡de una forma más reflexiva! Si hay que pedir a la banca que arrime el hombro, hágase de otra forma y con otro fondo. Si hay que decirles a los españoles que el gobierno no va a deflactar los impuestos, por lo que están pagando más, explíquese. Y seguro, que podrá contar con más apoyos a su decisión. ¿No argumentaron que la pérdida de apoyos electorales venía porque no explicaban bien lo que están haciendo? Explicarlo bien no significa improvisación o minusvalorar la capacidad de los electores.

En la confianza de que no se restrinja y se encarezca el crédito, en la confianza de que el Banco Central Europeo le apoye, en la confianza de que los inversores sientan seguridad y en la confianza de que esta visión sea un error, es de esperar que acierte con su medida. Por el bien de todos.