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El riesgo de que los vulnerables sean mayoría
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El riesgo de que los vulnerables sean mayoría

Por CLM21
martes 06 de septiembre de 2022, 11:08h

El curso político se ha iniciado en clave electoral con la economía como principal preocupación de los ciudadanos. Y en la realidad de la calle, las familias se enfrentan a unas expectativas de unos ingresos contenidos, a un considerable aumento de sus gastos como consecuencia de la inflación y a un incremento de su carga financiera por sus deudas derivado de la escalada de tipos, especialmente el Euribor, que graba sus hipotecas. Y en esa realidad de lo cotidiano, da la impresión de que los ciudadanos y sus problemas se han convertido en la excusa para algunos líderes políticos y sus problemas, que no son los que padece el común de los mortales, que son piezas en el juego del poder, donde se hacen estrategias y los cálculos se hacen en votos.

En Castilla-La Mancha, el principal partido de la oposición dice que si hubiera generales, ganaría y que si hubiera autonómicas, estaría a punto de hacerlo. Es lo mismo que decir que la marca PP está más valorada que el liderazgo regional de Francisco Núñez o -por contraposición- que el presidente García-Page tiene mayor aceptación que su partido, el PSOE.

Pero a estas alturas la gente no está en esos cálculos. El común de los mortales está en los números de la factura de la luz, en cuanto le sube la hipoteca y en que con 50 euros ya no llena el depósito y menos aún el carro de la compra. En lo de la electricidad, la cosa tiene su aquel, porque cada vez son más los ciudadanos y negocios que no pueden pagar las elevadas tarifas eléctricas y han reducido su consumo. Una situación que en invierno puede ser dramática.

Son ciudadanos que ven cómo en su factura se les cobra un porcentaje para sufragar el bono social para que puedan tener luz aquellos a los que se empezó a llamar familias vulnerables, un grupo en el que están a punto de entrar ellos mismos, tras duplicárseles lo que tienen que pagar por poder cocinar, poner la lavadora y, en los próximos meses, poner la calefacción o para poder atender sus negocios. Las hipotecas medias -según los cálculos- se disparan 1.400 euros al año, o lo que es lo mismo más de 100 euros al mes. Aumenta el número de vulnerables.

Es una situación que afecta a los más, a todos, no a colectivos concretos. Afecta a eso que ahora el presidente del gobierno denomina clases medias y trabajadoras, la mayoría ciudadana cuyo voto está en disputa.

Y da la impresión de que el presidente se equivoca en el tratamiento para ganar su favor y poder revalidar su Presidencia. Parece como si se quisiera llegar a él a través de medidas que más tienen que ver con un márquetin electoral que con la realidad de la calle, desconocida para el que ha trazado la estrategia electoral. Se buscan nichos de votos, se segmenta a los votantes por grupos y se anuncian medidas con las que atraer a esos grupos.

Para esa estrategia, el gobierno cuenta con más dinero porque la inflación le hace más rico, a la vez que, a los gobernados, más pobres; recauda más con los impuestos que pagan los “obligados tributarios”, ya sea por el IVA, la renta, los hidrocarburos o cualquiera de toda la amplia panoplia fiscal. Pero la crisis afecta a todos, estén en este o aquel segmento y debe acometerse para tratar de aliviar a todos en su conjunto. Hacerlo por segmentos terminará por generar mayor desigualdad y desencanto social. Porque el grueso de esa crisis lo están pagando esas clases medias y trabajadoras, que son más pobres que hace un año, sean del segmento que sean, son más vulnerables que hace un año.

Topar esto y aquello, dar un cheque para esto o aquello, acometer viejas reivindicaciones que no tienen que nada tiene que ver con la crisis, puede ayudar, pero se está viendo que no es la solución. Puede ayudar a unos pocos, pero sigue sin solucionar el problema y hace que crezca el desencanto.

Arremeter contra los empresarios -pequeños y grandes, autónomos o sociedades- tampoco parece que sea un acierto. Escudarse en datos de macroeconomía, puede llevar a la frustración, máxime porque el futuro apunta a peor y no a mejor.

Habrá alguien que llegue a decir “presidente, hemos remontado un punto, dos o tres en las encuestas”. Y habrá satisfacción y regocijo no por los electores sino por los elegibles. Entre los electores seguirá subiendo la luz, la vivienda, los alimentos y la gasolina.

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