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Las palabras gruesas y la falta del sentido común en la política
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(Foto: Congreso de los Diputados)

Las palabras gruesas y la falta del sentido común en la política

martes 20 de diciembre de 2022, 10:37h

Estamos en un tiempo de palabras gruesas, en el que falta serenidad en los que legislan y en los que dirigen. El clima político está en negro y se percibe que empieza a teñir el clima social. Las cosas no se abordan por su esencia, sino por la existencia (léase por la permanencia y por el poder). Cuando se reforman los delitos de sedición o de malversación no se hace por la necesidad de la ley, sino por la necesidad de algunos a los que se ha aplicado la ley. La mayoría da la legitimidad para hacerlo, pero no significa que esté bien hecho como se pretende vender, recurriendo para ello a todo tipo de explicaciones (homologación europea, clima de convivencia en Cataluña…) Cuando una cosa hay que explicarla tanto y de tantas maneras y cuando se aborda por el camino corto y evitando los informes de legalidad de otros órganos, la cuestión es que hay algo más que prisas, impera la existencia sobre la esencia.

La iniciativa política se ha convertido en un grupo de asesores con opiniones basadas en el marketing electoral, en la opinión de población segmentada, en la dinámica actual de la información, en dime qué piensa la gente y sobre ello propongo y dispongo. Dime qué piensan los aliados y qué piden y sobre ello propongo y dispongo… sin límite, al menos hasta el momento. Dime si hay fútbol o no. Dime cómo está la oposición y qué dice…

Por eso no sorprende ver a socialistas pata negra, como Alfonso Guerra, cuestionar la deriva actual. En sus recientes declaraciones en Onda Cero mostraba su decepción con el presidente del gobierno y secretario general de los socialistas españoles, al que recordó que “apoyé sus decisiones cuando dijo que no podía dormir tranquilo con Podemos en el Gobierno, cuando dijo que lo del 2017 no era sedición que era rebelión, cuando dijo que agravaría las penas, cuando dijo que tipificará el delito de convocatoria de referéndum, cuando dijo que no habrá indultos, y no digamos cómo le apoyé cuando dijo que nunca habría pacto con Bildu". Pero claro, concluye, "yo mantengo mi coherencia, si otros cambian no es mi problema".

No fue el único, días antes el expresidente y exsecretario general del PSOE Felipe González culpaba a la política actual de polarizar a la sociedad y apuntaba a que “por primera vez he visto que la polarización baja de la política a la sociedad”. Y añadía "hay que darle toda la importancia que tiene al valor de las palabras, emplearlas no como navajas o sables, sino para entender al otro”.

Sin abandonar nuestra tierra, el secretario general de los socialistas castellanomanchegos, García-Page, se pronunció de manera contundente ante algunas de las actuaciones llevadas a cabo por el gobierno central para dar compensación a sus socios: “No es tolerable pactar con los delincuentes sus condenas. Punto. No tiene vuelta”. Lo que dijo es una expresión de sentido común, aunque parece que en la política nacional es el sentido que falta, es el menos común. Y en esa línea añadió: “Me molestaría que nos tomen por tontos” El Código penal puede hacerse a medida de los culpables” “Estoy dolido como español y como militante” “No necesito que me expliquen lo que ha pasado. Básicamente es lo que parece”.

Y a propósito del conflicto entre poderes del Estado, una magistrada del Tribunal Constitucional que votó con el bloque progresista en contra de las medidas cautelares a aplicar sobre algunas de las reformas reconoce que la técnica jurídica empleada ya la ha usado más veces el gobierno. Y efectivamente ha sido, y no porque antes no se haya recurrido se da por consensuada o consentida. Tampoco significa que se ajuste a la Constitución o no.

En este conflicto se ha tratado de confundir a los ciudadanos, porque de lo que se trata no es de lo que se hace, sino de lo que los ciudadanos perciben de lo que se hace. ¿Y qué se ha hecho? Imagínense que en el Congreso se tramita una norma sobre la caza, que esa tramitación es por la iniciativa de los grupos políticos y no del gobierno. Y que cuando está en trámite, uno de esos grupos o uno de sus socios presenta una enmienda a esa ley de caza para modificar la ley del IVA y proponer que como tipo general los españoles paguemos en vez del 21%, el 23%.

¿Se puede hacer? El Reglamento de las Cortes lo permite y, desde ese punto de vista es legal, aunque la técnica jurídica deje mucho que desear. ¿Pero es constitucional? Hay diputados que dicen que ese sistema vulnera sus derechos para poder legislar, porque una enmienda no tiene el mismo recorrido parlamentario que un proyecto o una proposición de ley. Enfrente, los que replican que las Cortes son soberanas. Claro que, para los primeros, para los que ven afectados sus derechos, son soberanas dentro de la Constitución. Y esa polémica y no otra es la que debe decidir ahora el Tribunal Constitucional, una vez que ha adoptado unas medidas cautelares para proteger los derechos de aquellos que han recurrido y que piensan que se están vulnerando y atacando la figura del diputado y representante de la ciudadanía.

Eso y no golpes de unos o golpes de los otros. “Complot”, “fachas con toga”, “el mayor peligro para la democracia”… expresiones con las que intentar dejar en segundo plano lo sustancial, la esencia. Si el gobierno o los grupos políticos hubiesen presentado sus propuestas, no como enmiendas a una proposición de ley con cuya materia no tienen relación, y lo hubiesen presentado como proyecto o como proposición de ley con el mismo contenido, el PP no hubiese podido presentar recurso. Han existido prisas y han fallado los cálculos. En democracia, los tiempos son muy importantes. De haberlo hecho de esa otra forma, se habría evitado el conflicto y la escalada verbal, la crispación y las palabras gruesas.

En esta ocasión, los del marketing que tenían prisa para que la reforma se hiciera cuanto antes y se evitasen las consecuencias negativas en un clima electoral, se han pasado de largo y han metido al sistema en una dinámica peligrosa. Lejos de calmar la situación, mucho hay que temer que ese grupo de asesores empuje hacia una espiral política. Y todo ello puede que para nada, porque el Constitucional no se ha pronunciado sobre el fondo y, cuando lo haga, puede que hasta rechace el recurso total o parcialmente. Y es que para los de marketing político no reza eso de que cuando se gobierna, es para todos, no para los grupos ciudadanos que han dado el apoyo o me lo puedan dar. Y que cuando se gobierna, no se debe alimentar la crispación política y social.

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