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Emiliano García Page y José García Molina comparecen para anunciar el acuerdo.
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Emiliano García Page y José García Molina comparecen para anunciar el acuerdo.

Crónica política: De mafiosos, traidores y consecuentes. Así se fraguó el acuerdo

viernes 14 de julio de 2017, 11:18h
Hasta hace unas horas el PSOE-PSCM y sus portavoces oficiales no ahorraban calificativos -despectivos, claro- para referirse a los diputados de Podemos de Castilla-La Mancha: “traidores, gente que no es de fiar…”. Hasta hace unas horas seguía vigente el término que acuñó el secretario regional de Podemos, José García Molina para referirse a las actuaciones del gobierno y de su presidente, Emiliano García-Page, como “prácticas mafiosas y de gánster”. Todos estos términos y otros fueron difundidos por unos y otros en ruedas de prensa, notas informativas, artículos, archivos de sonido y de vídeo. El detonante fue el voto de Podemos rechazando los presupuestos generales del gobierno regional. Ahora hay un principio de acuerdo para que los diferentes actores salven y se repartan el poder en Castilla-La Mancha. García-Page y García Molina salvan sus egos y sus sillones.

Ese principio de acuerdo por el que Podemos entra en el Gobierno regional con una vicepresidencia y una consejería es cuestionado por uno de los dos diputados podemitas, David Llorente, quien recuerda que ellos han venido a la política para transformar las cosas no para repartirse los sillones.

Tiene Llorente una ideología radical con la que para muchos es difícil comulgar. Pero más allá de que se comparta, es claro que, hasta la fecha, de todos los actores en juego es el único que se ha mostrado consecuente con sus ideas, con sus compromisos electorales y con sus votantes.

Llorente ha sido y es el verso suelto. Cuando Podemos rechazó los presupuestos se quejó públicamente de que la decisión la hubiera conocido tan sólo una hora antes de votar. Pero se mostró disciplinado. Cuando su secretario general y compañero de escaños, García Molina, anunció una enmienda a la totalidad a los nuevos presupuestos que el gobierno tiene que enviar, cuestionó la medida y dijo que tenía que ser adoptada por el consejo ciudadano y que había que esperar a conocer el contenido del proyecto.

Esas posturas le valieron el aplauso del PSOE -por eso del regate en corto, que daba alas a las críticas socialistas-. También dijo que él haría lo que decidiesen los órganos del partido. Sigue con la disciplina. Ahora lo que está en juego es si traiciona sus convicciones profundas y sus compromisos y facilita el acuerdo de gobierno, o actúa fiel a sus principios y se desmarca del mismo. Esa es la incógnita. De momento, se mueve para que las bases rechacen el pacto de “subordinación”.

Así se fraguó el acuerdo

El éxito del acuerdo -para el PSOE lo es- hay que atribuírselo al gran hacedor del socialismo regional, el número dos del partido, Fernández Vaquero. Se ha movido discretamente a izquierdas y derechas tratando de salvarle el pescuezo a Emiliano García-Page tras su contundente derrota en el proceso nacional y tras los continuos fracasos de su gobierno. Con los puentes rotos y en lucha a muerte entre García Molina y García-Page, en una conversación con García Molina puso encima de la mesa una encuesta. De celebrarse elecciones ahora, adiós a Podemos. Vamos, que Molina volvía al aula de la Universidad. Mientras, se distribuía un mensaje bajo cuerda al staff liberado de Podemos, al núcleo del día a día, para ablandar las posiciones y acercarlos al entendimiento o al paro. Molina dijo que no se fía de las encuestas. Pero el mensaje de Vaquero había hecho mella. García-Page tenía el camino despejado para establecer el acuerdo o convocar elecciones, como mejor le viniese a su futuro personal, a ese que había ligado al resultado de las primarias -¡Uf, qué error! Para qué habré dicho eso-. Vaquero también abrió puertas para poder establecer el acuerdo presupuestario y salvar la posición de García Molina.

Por si acaso, Vaquero trató de sondear los ánimos en la derecha. Su objetivo principal era conocer si en caso de hipotético de adelanto electoral, Cospedal sería la candidata -García-Page la teme más que a un nublado-. El secundario, saber qué sería necesario para que el PP no obstaculizase -se abstuviese- en el nuevo proyecto de presupuestos. Respecto a este último punto, el interlocutor de Vaquero se reafirmó en privado en lo dicho públicamente: bajar los impuestos e inyectar dinero en la sanidad pública.

Los populares, más allá de los planteamientos ideológicos, tienen un estudio muy serio que avala que con la retirada de la reforma tributaria que pactaron Podemos y PSOE, Castilla-La Mancha ingresaría más dinero, sería más dinámica y daría satisfacción a empresas y particulares. La contrarreforma se haría efectiva a partir del 1 de enero de 2018 y, en principio, podría suponer una reducción de la presión fiscal de 120 millones de euros. De ahí que hace unos días el PSOE lanzase el mensaje de que habría bonificaciones fiscales en los nuevos presupuestos.

En cuanto a lo primero, lo de la candidatura de Cospedal, la idea en el PP es que daba lo mismo porque si era que sí, García-Page perdía las elecciones (eso lo dice también la encuesta) y si fuese que no, el resultado sería más incierto. Pero el PP quiso asegurarse de que no se convocaban elecciones y planteó el siguiente escenario: “Si nuestro candidato o candidata no fuera Cospedal y ganase, el varapalo para García-Page sería demoledor. Si perdiese, sería para un corto periodo, porque en mayo de 2019 habría nuevas elecciones. Y en esas se presentaría Cospedal”. Vamos, que Cospedal sí o sí. Ahora y/o en 2019.

Los contactos discretos de Vaquero permitían a García-Page hacerse un mapa de la situación y barajar sus opciones para continuar vivo en política. No hay que olvidar que en Ferraz no olvidan su papel protagonista para derrocar a Pedro Sánchez, quien -por cierto- sigue promocionando a Isabel Rodríguez. Con las encuestas poco claras, con la presión de Ferraz, apuró el fuego de la cerilla hasta el límite y Vaquero mulló el acuerdo con José García Molina.

En la operación quedaron descolocados los miembros del gobierno. El consejero de Hacienda había enviado una carta a los portavoces del PP y de Podemos acuciando al diálogo sobre presupuestos. Ese diálogo lo estaba llevando ya Vaquero. De ahí que cuando este medio preguntó al titular de Hacienda por esa carta dijese “me remito a lo que diga el presidente”. Al vicepresidente, José Martínez Guijarro, son muchos en el PSOE los que le responsabilizan de que el acuerdo de investidura derrapase. Un acuerdo que ahora el presidente dice que se ha retomado. El fracaso de las piezas claves del gobierno ha sido fundamental. En el PSOE, otras personas como la portavoz y vicesecretaria del partido, y la portavoz del Grupo han dejado criterio. Una más vehemente, la otra más reflexiva. Se ha buscado opinión en otros miembros del socialismo regional y del grupo parlamentario. Pero finalmente, Vaquero es el que le ha servido todas las operaciones posibles a García-Page. Y este ha optado por el abrazo a Podemos. Y en Podemos hay perfiles diferentes y algunos de los de Castilla-La Mancha chocan abiertamente con lo que García-Page ha tomado como esencia de su posición política.

El tiempo se agotaba. El cálculo realizado era que para que el presupuesto se aprobara o rechazara antes del comité regional del 3 de septiembre, que debe convocar primarias en el PSOE-PSCM, debía aprobarse en el Consejo de Gobierno e iniciar su tramitación en el Consultivo y ser remitido a las Cortes. La votación en un sentido u otro marcará la siguiente decisión de García-Page. Hay que saber qué deciden finalmente las bases de Podemos, tanto sobre los presupuestos como sobre entrar en un gobierno de coalición.

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