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La diferencia entre el saber hacer y la insolvencia política
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(Foto: Urcomunicacion)

La diferencia entre el saber hacer y la insolvencia política

jueves 07 de diciembre de 2017, 23:49h

Tenía Manuel Marín un “saber hacer” de los que hacen falta en la política actual. Educado, ponderado, de discurso firme pero moderado, dialogante, con una gran facultad para escuchar y hablar y con una gran capacidad intelectual. Cuando fue presidente del Congreso de los Diputados nuestra Comunidad Autónoma planteó una reforma de su Estatuto de Autonomía, que debía tramitarse en las Cortes Generales.

En aquella ocasión recibió a los representantes del Parlamento castellano-manchego y estuvieron hablando -¡cómo no! - de la Comunidad Autónoma a la que él pertenecía. No podía faltar en la conversación el uso del agua, la política hidráulica, que tanto ocupa y preocupa. Conocedor de la cuestión, en un momento de la conversación y tras dar la razón a las reivindicaciones dijo algo que dejó descolocados a algunos de sus interlocutores. “Es una cuestión de difícil solución porque en España hemos aprobado antes el plan de regadíos que el plan hidrológico. Hemos determinado hacer cosas con el agua antes de saber cuánta agua había y cómo la distribuíamos. Y ahora es muy complicado quitar los derechos y matar las expectativas. Pero habría que estudiar cómo hacerlo sin generar perjuicios ni frustraciones”.

Más de diez años después, como pasaba diez años antes, seguimos hablando del problema del agua y lo hacemos con más asiduidad y fuerza en épocas de sequía. Pero seguimos sin hacer lo que Manuel Marín aconsejó.

Esta anécdota pone en valor a los políticos que, como Manuel Marín, acuden a la raíz de las cuestiones, al interés general y al arte de la política como instrumento para mejorar la convivencia y unir a ciudadanos y territorios y no a enfrentarlos. A veces es fácil enarbolar una bandera, un tema, para tratar de ganar votos, pero siendo legítimo el interés electoral, hay que tener la capacidad de enfocar la cuestión hacia su solución.

Es la semana en la que se ha publicado la Ley de Estímulo Económico de Zonas Prioritarias. Y entre esas zonas hay una muy sensible: Talavera de la Reina. A veces da la impresión que de los políticos se acuerdan esta ciudad que sufre un gran declive, con las mayores tasas de paro de España, con la destrucción de su tejido productivo, cuando tocan a vísperas de elecciones. Y es que coincidiendo con la publicación de la ley, clm21.es ofrece una información en la que se constata cómo durante este año la política del actual gobierno regional, el mismo que propuso la ley, ha generado un gran deterioro en el servicio sanitario de la ciudad y la comarca, el mayor que ha registrado cualquier centro hospitalario de toda la Comunidad.

En Talavera la lista de espera quirúrgica ha crecido un 36,51% en lo que llevamos de año y ha pasado de no tener pacientes en plazos máximos a tener 558, el 23,32% del total del hospital. Está bien arreglar lo que múltiples factores han deteriorado, pero habría que empezar con no estropear lo que está bien, lo que funciona.

Hubo otro presidente del Congreso también de Castilla-La Mancha, Comunidad de la que antes había sido presidente. Era José Bono, un hombre pragmático al que muchos tenían por populista. Y aunque manejara algún que otro tema en vísperas electorales, los enderezaba y daba solución. Esa es la diferencia. Es cuestión de solvencia.

Termina la crónica como empezó, con el reconocimiento a Manuel Marín. Hombres como Marín hicieron posible la modernización política y económica de España y tienen el reconocimiento de compañeros y adversarios. Una modernización que se articuló en torno a la Constitución y a la integración de España en el grupo de naciones avanzadas en lo político, en lo económico y lo social. Y en esa integración europea, Manuel Marín fue el máximo protagonista y responsable.
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