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El K.O. técnico de Bono a García-Page
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El K.O. técnico de Bono a García-Page

jueves 10 de agosto de 2017, 20:27h

El alumno aventajado suspende. Si se comparasen las encuestas -la de ahora- con las de antes -las de hace 13 años- presidente contra presidente, Bono ganaría por K.O. a su compañero y discípulo Emiliano García-Page. Pero eso, al fin y al cabo, son encuestas. Lo grave es que, si se compara la gestión, el pupilo no dura ni un asalto.

Hubo un día en el que Bono descubrió que con el ordenador podía tener fiscalizada la gestión de cada uno de sus altos cargos. Y entre sus coroneles, la cosa daba susto, porque sabido era el temperamento de su jefe. Tanto es así que hubo un consejero de Obras Públicas -departamento eminentemente inversor- que le duró un trimestre. Hoy ese consejero cesado es el responsable de todas las inversiones de la Junta de Comunidades. Es su presidente. Entre el presupuesto de aquel 2004, en el que Bono dejó Castilla-la Mancha para irse a la Defensa -la nacional, claro- y este 2017 en el que García-Page ha pactado con Podemos la defensa -la suya claro- el recorte de la inversión productiva supera los 1.000 millones de euros. Presidente contra presidente -socialistas los dos, para no ser sectario y eso- la comparación da qué pensar a la familia socialista.

Ahora hay más dinero, 1.000 millones más descontados los fondos para pagar los créditos -que son sagrados- y sin embargo las inversiones se han reducido a meramente testimoniales, no se llega a reponer lo que va quedando viejo. La estrella del programa de gobierno del actual presidente, García-Page, cuenta con 70 millones de euros menos para inversión directa de la Junta en servicios sanitarios que hace 13 años.

El gobierno regional actual ha modificado sustancialmente la estructura del gasto público respecto a la que tenía el gobierno del también socialista José Bono. Mientras que los gastos de compras de bienes corrientes y de servicios han aumentado en este periodo un 97,46%, o lo que es lo mismo, se han duplicado, las subvenciones corrientes han crecido sólo el 16%, más o menos en el mismo porcentaje que lo ha hecho el presupuesto no financiero. Hay más gasto en personal, casi un 60%, entre otras cosas porque en época del sucesor de Bono, se abrieron nuevos hospitales y nuevos centros educativos. Pero la plantilla se ha reducido respecto a esa otra época, la de José María Barreda, lo que limita el crecimiento de la nómina. Ahora se despiden interinos de educación en verano, no se contrata el necesario personal de refuerzo y sustituciones en sanidad…

Y las principales modificaciones presupuestarias afectan a las subvenciones para inversión y para las propias inversiones públicas, que -en palabras de los economistas- son las que generan empleo, la principal necesidad de Castilla-La Mancha, y dinamizan la actividad económica y el crecimiento.

La diferencia en estos trece años es que antes había un modelo de región y un modelo de desarrollo con el que se podía o no estar de acuerdo, pero ahora ese modelo brilla por su ausencia. Se está a la espera de que las empresas vengan (Puy du Fou, Amazon…), antes se salía a cazarlas con lazo.

Lo sorprendente es que el socialismo español ha defendido el aumento de la inversión pública como la principal vía para salir de la crisis y ha criticado duramente las políticas de austeridad. Claro que la política de austeridad venía obligada por la falta de dinero. Ahora con la economía en crecimiento hay más fondos, pero el discípulo se ha olvidado de la propia receta socialista.

Ha sido la semana de los presupuestos y de Podemos. Ha sido la semana en la que los profesores, que desde sus despachos animaron a los alumnos a tomar las calles el 15-M, han visto recompensado tanto esfuerzo y ya se sientan en el banco azul -el del Gobierno, claro- Mientras los alumnos, aquellos que se creyeron lo de la primavera española, dimiten en Ciudad Real.

Ha sido la semana en la que García-Page se ha unido a Podemos, cuando no hace ni un año disparó a matar a Pedro Sánchez para que su jefe entonces y su jefe ahora no pactara con los de Pablo Iglesias. No ha sido una jugada de ideas. Ha sido un movimiento de sillones.

No es de extrañar, que haya socialistas, que aspiren a cambiar al discípulo por otro que haga mejor las tareas y que sea consecuente con las propias recetas.

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