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Torra en una reunión con el ex presidente de Eslovenia, Milos Kucan. (Foto: Generalidad de Cataluña) |
¡Se acabó!
martes 11 de diciembre de 2018, 10:38h
Se acabó. Cuando una de las partes no quiere hablar, cuando el presidente de la Generalitat se posiciona a favor de la independencia por vía sangrienta, la denominada vía eslovena que consistió en una declaración unilateral de independencia con un conflicto armado con muertos, no hay mucho más que hablar. Pocos argumentos quedan para el proceso de distensión y diálogo. Dicen que el problema de Rajoy fue no hablar y llegar tarde. Ahora parece que el problema es hablar con quien no quiere hablar y existe el riesgo de llegar tarde también.
No basta con decir, como ha hecho la vicepresidenta, que se está estudiando una vía contra Torra por alentar la “vía sangrienta”. No se puede decir que se estudia toda la capacidad de respuesta en la vía administrativa. El tiempo se ha agotado. Y la respuesta ha de ser política y jurídica. Un presidente que incita a su pueblo al conflicto armado deja de ser interlocutor en un proceso de construcción de relaciones y soluciones. Dice el ministro de Asuntos Exteriores de España, el socialista catalán Josep Borrell, que las declaraciones del presidente de la Generalitat parecen llamar a una insurrección. Si esa es la opinión y el estado de ánimo, actúese y hágase con inteligencia y con sorpresa.
El actual escenario de violencia callejera, la posición del presidente de la Generalitat, el silencio de sus socios convierten la reunión del Consejo de Ministros del día 21 en Barcelona en una ratonera. El gobierno debe dejar de ser el ratón para convertirse en el gato.
Y mientras, no estaría de más que alguien con voz fuerte dentro del socialismo español se dejase oír de forma clara. El presidente de Cataluña ha roto todo escenario de diálogo. Sus socios de gobierno no pueden conformarse con “no compartir” su postura. Porque la postura es muy grave. Sus socios de gobierno tienen que inhabilitarle políticamente porque no se puede mantener a un incendiario al frente de un polvorín. Ese es el único tiempo que se puede dar a la negociación y al diálogo. Y la otra parte, el Gobierno de España, debe plantear el escenario de respuesta, que, en su caso, debe ser definitiva.