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FEDEA propone un cambio de modelo para garantizar el poder adquisitivo y la sostenibilidad del sistema de pensiones
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FEDEA propone un cambio de modelo para garantizar el poder adquisitivo y la sostenibilidad del sistema de pensiones

jueves 05 de marzo de 2020, 10:35h
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), publica hoy un trabajo de J. Ignacio Conde-Ruiz (FEDEA y UCM) en el que se reflexiona sobre la situación de nuestro sistema de pensiones y sobre las reformas necesarias para hacer compatible el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones con su sostenibilidad a medio y largo plazo. El estudio un cambio de modelo para garantizar la sostenibilidad del sistema que afectaría a los más jóvenes y un periodo transitorio en el que se dotaría al sistema de más ingresos procedentes del presupuesto del Estado para ayudar a financiar la jubilación de los “babyboomers”, y justifica esta inyección de recursos como una compensación por los años en los que las cotizaciones sociales financiaron la sanidad pública en España. Entre las medidas está la de compatibilidad de salario y pensión.
El sistema de pensiones español se encuentra en un proceso de adaptación a una realidad demográfica cada vez más adversa. Las proyecciones demográficas más recientes prevén que el proceso de envejecimiento será especialmente intenso en nuestro país como resultado de su elevada esperanza de vida y su reducida tasa de fecundidad, de sólo 1,3 hijos por mujer. Esto se traducirá en un fuerte incremento de la tasa de dependencia y en dificultades crecientes para el sistema público de pensiones si se opta por mantener las actuales tasas de reposición.

De acuerdo con Conde-Ruiz, las reformas de 2011 y de 2013 han empezado a adaptar el sistema de pensiones a esta nueva realidad demográfica pero sólo parcialmente y la segunda ha minusvalorado las restricciones políticas hasta el punto de convertirse en inviable. En la primera reforma se introdujeron gradualmente dos importantes cambios paramétricos, la ampliación del período de cálculo de la pensión desde 15 a 25 años y la elevación de la edad de jubilación de 65 a 67 años. Por otra parte, la reforma de 2013, suspendida durante los dos últimos años, introdujo el llamado factor de sostenibilidad, que ligaba la cuantía inicial de la pensión con la evolución de la esperanza de vida, y una nueva fórmula de revalorización de las pensiones que, con las previsiones actuales, implicaba una cuasi-congelación perenne de las mismas. De acuerdo con el autor, el primer bloque de reformas sólo resolvía un tercio del problema de sostenibilidad mientras que el segundo, potencialmente más efectivo, no resultaba políticamente factible ante la oposición de los jubilados y planteaba problemas de equidad e incluso de eficiencia.

Buscando reconciliar el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones con su sostenibilidad de una forma políticamente viable, Conde-Ruiz propone un pacto nacional por las pensiones que debería afectar a los actuales jubilados lo menos posible. De cara al futuro, propone adoptar un sistema de cuentas nocionales con una tasa de rentabilidad sostenible, lo que implicará pensiones menos generosas que el sistema actual. Este nuevo sistema, que presenta ventajas importantes de flexibilidad y transparencia, se aplicaría a los trabajadores menores de una determinada edad, permitiendo que los mayores continúen en el sistema actual si así lo desean. Durante el período transitorio entre ambos modelos, el autor propone dotar al sistema de más ingresos procedentes del presupuesto del Estado para ayudar a financiar la jubilación de los “babyboomers,” y justifica esta inyección de recursos como una compensación por los años en los que las cotizaciones sociales financiaron la sanidad pública en España.

Con la reforma propuesta, la edad efectiva de jubilación, de una forma u otra, acabará estando relacionada con la esperanza de vida en cada momento. Es decir, la edad de jubilación, aunque de forma flexible, aumentará de manera continuada a medida que aumente la longevidad. Y, por otro lado, una vez alcanzada la jubilación, se permitirá la plena compatibilidad entre la percepción de la pensión y el salario. Los trabajadores no pasarán del trabajar a jubilarse en una sola noche, sino que habrá una reducción gradual de la jornada laboral. Y es en este período de transición del empleo a la jubilación donde se permitirá complementar el salario con la pensión. Este es un punto clave para adaptar nuestro sistema de pensiones a la nueva longevidad.

El autor señala que “cuanto más tarde se introduzcan las reformas, estas serán más drásticas e injustas pues afectarán a trabajadores más cerca de su jubilación y sin margen de adaptarse a los cambios. Pudiendo llegar al extremo de países como Grecia o Portugal donde se recortaron las pensiones entre un 20 y un 30% de un día para otro”.
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