Durante la pandemia se han producido movimientos de varios sectores, especialmente empleando los medios de comunicación, poniendo la vista en la ministra de Defensa, Margarita Robles, una independiente dentro del gobierno, por si las cosas iban muy a peor. Públicamente recibió los elogios de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, la enemiga pública número uno del equipo de Sánchez. La aludida se desmarcó de esa posible operación con una afirmación de su lealtad a Pedro Sánchez. En mayo han destacado los movimientos de Ximo Puig marcando distancias con su líder nacional.
El valenciano ya marcó distancia con Sánchez, que, por cierto, tomó como su lugarteniente al que era secretario general en la provincia de Valencia, José Luis Ábalos, mientras Puig lo era en el partido de la Comunidad. En octubre de 2015 Puig ya decía que el liderazgo de Sánchez “era revisable”. Un año después fue uno de los miembros que dimitió de la ejecutiva federal para forzar la caída de Pedro Sánchez como secretario general.
Entre medias, en marzo de 2016, Sánchez ya le devolvió a Puig su rejonazo. Fue a Valencia y organizó una reunión con Mónica Oltra, líder de Compromís y consejera del gobierno en aquella época, y no quiso hacerlo con el presidente y compañero Puig. No fue el único desplante hubo otros dos en sendas visitas de Sánchez. En mayo, Puig fragua a un acuerdo con Podemos y con Compromís para concurrir en una candidatura conjunta al Senado. Pedro Sánchez despacha la oferta de la Entesa con un “no gracias”.
Cuando Sánchez se presentó a las primarias de 2017, Puig dio su apoyo a Susana Díaz. Con Sánchez en La Moncloa y Ábalos en el gobierno, se han producido varios pulsos entre los dos valencianos. Uno fue a propósito de la dimisión del presidente de la Diputación de Valencia investigado por malversación. Otros con los repartos del poder del gobierno central dentro de la Comunidad.
Con la pandemia los desencuentros han sido públicos. Lo han sido con la desescalada, con el reparto del fondo de 16.000 millones de euros entre las Comunidades y con las medidas económicas y sociales adoptadas por Sánchez. En marzo criticaba por insuficientes las medidas adoptadas por el gobierno y anunciaba que las complementaría en su Comunidad. El 4 de mayo Puig asevera que su Comunidad pasará a la fase 1 de la desescalada el día 11. El día 8, el gobierno de Sánchez deja al grueso de la Comunidad Valenciana en fase 0. Puig se envuelve en la bandera y prende la mecha de la contestación social en su Comunidad al gobierno de Sánchez.
Esa contestación se traduce el 20 de mayo en un no de Compromís a la prórroga del estado de alarma que pedía Sánchez. El discurso del diputado de la formación coaligada con Puig en Valencia sigue la misma línea que marcó el presidente de la Generalidad valenciana el 10 de mayo: “Lealtad no es sumisión”.
Puig había marcado otras distancias, como la de pedir la renovación de la activación judicial (17 de mayo) o formular 10 retos políticos y económicos (18 de mayo)
Dentro del socialismo se ve con cierta preocupación la factura que puede pasar la gestión que está haciendo el gobierno de Pedro Sánchez. El desmarque de Ximo Puig no ha sido el único. También Javier Lambán: “Salvar vidas de los aragoneses está muy por delante de salvar políticamente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez”. El presidente de Aragón criticaba con esta frase el plan de desescalada del gobierno central y manifestaba su decisión de modificarlo y adaptarlo a la realidad.
Susana Díaz, que permanecía retirada de la escena ha vuelto a la arena política y lo ha hecho con dos posicionamientos mediáticos. El primero poniendo como ejemplo a Sánchez y el segundo prometiendo lealtad al presidente de Andalucía en la pandemia.
En el recuerdo de la reciente historia del socialismo español, está las tensiones internas que generaron los relevos de Felipe González y Zapatero con las crisis económicas y sociales de 1993 y 2008. El primer gran desencuentro fue el duelo entre el candidato oficialista Almunia frente a Borrell con la primera crisis. La batalla la ganó Borrell, pero no se tradujo en victorias electorales. El siguiente duelo fue entre Zapatero y Bono en el que también estuvieron Matilde Fernández y Rosa Díez. Ganó Zapatero y finalmente llegó al gobierno. En la segunda crisis, la de 2008, la disputa fue entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. El PSOE sufrió la mayor sacudida interna de los últimos años.