Es el otro debate, el que está fuera de los focos, el de los pasillos, el que no queda en los diarios de sesiones, pero que condiciona lo que allí se recoge y el día de mañana. Pocos medios nacionales y los pocos lo estaban, no tanto por el poder de convocatoria del gobierno, como por el interés por lo que dijera Podemos sobre si va a retomar o no la colaboración con el gobierno socialista de Castilla-La Mancha. Y Podemos lo dejaba claro antes de que, a las 11:30, García-Page subiera a la tribuna parlamentaria: "hay que ser muy ingenuo o demasiado creído para volver a firmar un acuerdo de investidura con el PSOE en los términos en los que se ha ido dando el desarrollo del mismo acuerdo".
Con esa frase, el discurso siguiente, el del presidente, sobraba. Esa frase mataba más de hora y cuarto de oratoria de García-Page y lo dejaba vacío, en la categoría de los deseos. El presidente pretendía escenificar que es el presidente de todos, de socialistas, de populares y de podemitas, situándose en un plano presidencial y ofrecer una política de acuerdo y pactos “unas veces a un lado y otras a otro”.
En una situación de minoría le cabe ir a elecciones anticipadas y que los castellano-manchegos juzguen el acierto o el error de su gestión
Empezó pidiendo un acuerdo unánime contra el trasvase, pidió otro para la defensa de España “desde la razón, el corazón y la unidad”. Claro que justo antes habló de la herencia recibida para “engrasar” el acuerdo con el Partido Popular al que dedicó buena parte de su intervención. Un Partido Popular que fue madrugador, su presidenta fue de los primeros políticos en llegar a las Cortes. María Dolores Cospedal se dirigió a la cafetería donde habló con propios y extraños, con periodistas, con funcionarios, con sus diputados y con los invitados a la sesión, mientras García-Page permanecía en un despacho.
El anterior presidente socialista de la Comunidad, José María Barreda, también se acercó primero a la cafetería y entabló conversación con las personas que allí estaban. Tras ello, se fue al despacho del presidente de las Cortes y del despacho, de nuevo a los pasillos.
García-Page hizo su aparición al estilo de Podemos a nivel nacional y del PP a nivel regional, todos a una, rodeado de su equipo de gobierno y de sus colaboradores más inmediatos. Abría la comitiva la consejera que mejor gestiona, Elena de la Cruz, y la cerraba el más nuevo, Ángel Felpeto, que protagonizó la primera crisis del gobierno en estos quince meses. Lo hizo para dirigirse a las dependencias del presidente del Parlamento, desde donde saldría para ir al salón de plenos y empezar la diatriba contra el PP.
Un fuerte despliegue de los medios públicos regionales para cubrir uno de los dos debates más importantes del año. Un fuerte despliegue del equipo de protocolo del Palacio de Fuensalida que tomó el convento de San Gil, sede de las Cortes. Un protocolo del que se descolgaron algunas autoridades que habían confirmado la asistencia y que tuvo que ver cómo se frenaba el acceso de la expresidenta de Castilla-La Mancha María Dolores Cospedal a la tribuna, porque no le habían entregado el cartoncito que la acreditaba como invitada. Un protocolo que, a última hora, mandó a la sala uno a Manuel González, diputado nacional, a pesar de que tenía reservado asiento justo en el centro de la última fila. Este diputado y secretario nacional del PSOE de Albacete votó a favor de Pedro Sánchez en el convulso y dramático comité federal del sábado. Cospedal subió a la tribuna de invitados acompañada por los hombres fuertes del PP en las provincias de la región.
Y en la tribuna, García-Page tiró de nuevo del recurso de las promesas y anuncios. Para la oposición lo mismo qué promesas hiciera. La experiencia de estos quince meses, a juicio de la oposición, ha restado credibilidad al presidente en esta materia. Una credibilidad que va a ser difícil de recuperar. Los titulares sonaban bien: un plan de garantía de rentas, ocho nuevos centros de salud, modernización de las oficinas del paro, crear una red de hospederías que, por cierto, ya se anunciaron hace siete años, un plan de ayuda al autoempleo que comprenderá ayudas retroactivas, medidas contra el paro juvenil… Así hasta 72 medidas. Algunas de ellas ya figuran en los presupuestos de 2016 y a estas alturas de año están sin gestionar como son las ayudas al autoempleo, algunas subvenciones del plan Adelante o determinadas partidas de empleo juvenil. El tono era solemne, pero para la oposición el sonido era a hueco. Era “más de lo mismo”.
Los equipos de Podemos y el PP hacían su trabajo con los periodistas y en redes sociales. Durante dos horas, antes y durante el tiempo que el presidente desgranaba su discurso en la tribuna, en las redes sociales el hashtag #Pagemiente era trending topic a nivel nacional. La oposición le volvía a ganar la batalla de la comunicación. Acabado el discurso, que no convenció a la oposición, al presidente solo le cabe someterse al veredicto de las urnas e ir a unas elecciones anticipadas y que le refrende el pueblo castellano-manchego, a él y a su gestión.