La vuelta a la normalidad logró frenar la sangría que supuso para los alojamientos de turismo rural el cierre de la actividad desde mediados de marzo hasta finales de junio, que se saldó con una caída del 83,6% de la cifra de negocio.
Las cifras sobre el número de establecimientos y personal empleado en los mismos dan una aproximación a cómo está evolucionando el sector en nuestra Comunidad tras el impacto de la Covid. En septiembre abrieron sus puertas 1.557 establecimientos, 40 menos que en agosto y 128 menos que en el mismo mes del año pasado, lo que redujo la oferta anual en 1.200 plazas. Esos alojamientos rurales emplearon el mes pasado a 1.982 personas, 18 más que en agosto, pero 171 menos (-8,6%) que en septiembre de 2019. Son parte de las secuelas que la pandemia ha dejado en el sector.
Uno de los datos positivos es que, aunque se haya reducido el número de usuarios, han aumentado las pernoctaciones. Las estancias medias el mes pasado fueron de 2,56 días, mientras que un año antes eran de 2,01.
Por lo que respecta al mercado en el que compite nuestra Comunidad, el de interior en el que también están Castilla y León, Aragón, Extremadura, Navarra y La Rioja, nuestra Comunidad ha aguantado mejor. En lo que llevamos de año, este mercado ha perdido un 36,6% las pernoctaciones respecto a los mismo nueve meses de 2019. En el caso de Castilla-La Mancha, la cifra es sensiblemente más baja, un -33,8%. La cuota de mercado en cuanto a pernoctaciones es del 16,8%, la segunda más alta tras la de Castilla y León, que acapara el 44% del total.