Si la economía es el eje sobre el que va a girar la batalla política española, el PP está dispuesto a centrarla en los impuestos, un espacio que no asusta al gobierno de Pedro Sánchez, un debate en el que, como dijo la portavoz Isabel Rodríguez, se sienten cómodos. El resultado en forma de votos de la confrontación va a depender de la capacidad de persuasión de unos y otros y ahí las cifras indican que el gobierno lleva las de perder.
Hasta la fecha el debate se ha planteado con dos posturas definidas. Desde el PP, con la bonificación total o parcial (50%) del Impuesto sobre Patrimonio (el grado de bonificación depende de la Comunidad Autónoma), la rebaja del tramo autonómico del Impuesto sobre la Renta y, en algunos casos la supresión o bonificación del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. A ello se suman las peticiones de bajas de algunos impuestos indirectos. Desde el PSOE, la idea con más fuerza es la de creación de un impuesto a las grandes fortunas.
La batalla en materia de comunicación se da entre dos conceptos: el beneficio directo a los ciudadanos mediante las rebajas. El beneficio indirecto a los ciudadanos mediante el nuevo impuesto. En otro plano: El beneficio a las clases medias o el beneficio a las personas con menos rentas.
Y aquí se parte de los colectivos. La campaña del PP afecta a todos los contribuyentes de la renta, es decir a más de 20 millones de españoles. En concreto, en 2021 se produjeron 21,63 millones de liquidaciones de IRPF. De ellas la mitad aproximadamente en Comunidades gobernadas por el PP que son las que han anunciado rebajas. Dicho de otro modo, el mensaje de rebaja del IRPF que presenta el PP se dirige directamente a un universo de 11 millones de personas e indirectamente a otros tantos. El Impuesto de Patrimonio generó en 2020 cerca de 208.000 bases liquidables. De ellas 58.700 en Comunidades gobernadas por el PP. Sobre el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, la Memoria Oficial de la Agencia Tributaria no habla de declarantes, sino de recaudación (2.221 millones en 2020 frente a los 2.361 millones en 2019).
Por lo que respecta a la medida fiscal del presidente Sánchez y de su gobierno, hasta la fecha no se ha explicitado cuál es el límite a partir del cual se define una fortuna como grande. Se ha barajado una horquilla de afectados que va desde los 700 a poco más de los 11.000. Si se toma como referencia el Impuesto sobre el Patrimonio, en España sólo hay 100 fortunas que superen los 100 millones de euros, otras 200 que se mueven entre los 50 y los 100 millones, 3.400 entre los 10 y los 50 millones, 6.670 entre los 5 y los 10 millones. Ocho de cada diez personas que según el impuesto sobre el Patrimonio son ricos no llegan a los 2 millones de euros, cantidad en la que se incluyen sus viviendas.
En España, los patrimonios que superan en valor los 5 millones de euros (incluida la vivienda) están integrados fundamentalmente por valores de renta variable (es el primer elemento en las fortunas de más de 50 millones), en instituciones de inversión colectiva y depósitos bancarios. Claro que, se si se mira sólo la naturaleza de la riqueza con independencia del volumen, es decir todas las declaraciones, el principal patrimonio en las tributaciones son los inmuebles urbanos (27,3%), el segundo las instituciones de inversión colectiva (24,3%) y el tercero los valores de renta variable (24,3%).
No existe pues un gran universo de ricos, lo que limita la recaudación real que se puede obtener por ese nuevo impuesto. El gobierno trata de lanzar un mensaje en el terreno de los sentimientos primarios: que paguen los ricos en beneficio de los más desfavorecidos. Es decir, el universo al que se plantea llegar el gobierno es al de los más desfavorecidos. En principio ese número es indeterminado en lo fiscal y en lo sociológico, pero a todas luces es inferior al universo al que va dirigida la campaña de los populares.
La batalla pues, se da en torno a las debilidades del adversario. Si el PP no se opone al impuesto a los ricos del PSOE, desarma a su rival. Si, por su parte, el PSOE se aviene a llevar a cabo determinadas rebajas fiscales que afecten a una gran parte del electorado y de forma inmediata, por ejemplo, deflactando las tablas y rebajando el IRPF, le rompe el mensaje al PP.