www.clm21.es
Bulle Podemos: Entre la asamblea y el ¿qué hay de lo mío?
Ampliar

Bulle Podemos: Entre la asamblea y el ¿qué hay de lo mío?

viernes 21 de julio de 2017, 10:08h

Bulle Podemos. Lo de entrar en el gobierno ha elevado la tensión interna en el partido. Además de la cuestión esencial, -la ideológica, claro- están las otras, las de las personas. Las de ¿qué hay de lo mío?, las de las cábalas de los sillones, las de quítate tú que me pongo yo -vamos, las de la vieja política, las de siempre-. Y es que ya hay quien dice que, si García Molina está llamado a ser vicepresidente del Gobierno y si se sienta a la derecha de “Dios padre”, debería dejar no sólo la vicepresidencia de las Cortes por incompatibilidad manifiesta. También le piden que renuncie al escaño y que abra camino a otros compañeros y compañeras.

Ponen como ejemplo a la consejera de Fomento, la talaverana Agustina García Élez, que cuando fue nombrada para el cargo dejó el escaño de diputada en las Cortes regionales. Por cierto, alguien debería actualizar el dato en la página de la Junta, donde dice “es diputada regional” - ¡cualquier tiempo pasado fue mejor! -.

Volviendo a lo que se cuece. Dicen en Podemos que deben entrar en el gobierno con un hombre y una mujer - ¿Lo de la consulta a las bases? Eso luego, que se da por hecho que será que sí, que lo dicen los que mandan-. Y ponen nombres. Incluso no falta quien le añada la guasa y hable del gobierno de coalición como el Belén, con José (García Molina), María (Díaz) y “el niño” (Emiliano).

Bromistas aparte, gobernar en coalición comporta cambios en la formación morada, que debe plantearse ahora -de hecho, ya están en ello- si el jefe, el que manda, el secretario regional, García-Molina, asume la vicepresidencia y el poder que comporta -gestión de fondos, gestión de nombramientos, más tele, más protagonismo- o debe mantenerse en las Cortes como vicepresidente para gestionar mejor el partido. Ese de cuadros de mando cerrados que mandan y dirigen férreamente -como los de la vieja escuela- y asambleario por internet, un partido asambleario virtual. Su entrada en el gobierno le obligaría a dimitir de vicepresidente de la Mesa de las Cortes (el órgano de gobierno del poder legislativo). En ese caso su puesto lo tendría que ocupar David Llorente que, a su vez, debería dejar de ser portavoz del grupo y dejarle ese cargo a García Molina. Salvo -y ahí es donde hay pelea- que García Molina o no entre en el ejecutivo, o que si entra dimita como diputado para dar entrada a otra persona. Los pretorianos del jefe morado dicen que el vicepresidente del PSOE -el partido de la vieja izquierda, según Podemos-, José Luis Martínez Guijarro, también es diputado y compatibiliza.

Eso es lo que se cuece por abajo. Y que nadie moleste. Fernando Barredo lo hacía, y suspendido. David Llorente también, pero no pueden hacer lo mismo. Necesitan al verso suelto -al guardián de las esencias- porque es diputado y su voto cuenta. No obstante, deberían hablar más con él y no ponerle a caldo por debajo. Porque los diputados no están sujetos a mandato imperativo alguno -vamos, que pueden y deben votar lo que les dé la gana- Por arriba, el proceso de la consulta a la asamblea virtual continúa fuertemente controlado desde el aparato, los cuadros, los pretorianos -que les va el sueldo, presente o futuro, en ello- se mueven, presentan el procedimiento, que nunca queda claro -que eso del voto por internet todavía está poco trabajado en este país de lazarillos-.

Y para consumo de las bases, dice García Molina lo de los sueldos. No habla de las indemnizaciones ni de lo que se conoce como retribuciones en especie. Barredo –el suspendido, el anticapitalista- apunta a que la causa contra él tiene su origen en temas relacionados con la transparencia económica.

Ahora -porque lo del gobierno de coalición dicen los cuadros que va a ser que sí- ya se trabaja en cuántos directores generales van a crear en su Consejería y en su Vicepresidencia, en cuantos asesores van a nombrar y cuánto dinero van a manejar -la vieja política-. La revolución sale de las calles y ha llegado a los palacios… Y habla con posesivos de las instituciones.

Sus socios de gobierno disfrutan con el espectáculo. Total, salvar el pescuezo del presidente y evitar unas elecciones de más que dudoso resultado sólo ha costado modificar en poco más de 30 millones el presupuesto de la Junta -risas, risas risas… Más que risas, carcajadas-. Eso sobre el papel, porque luego tienen decidido hacer lo que les dé la gana, que siempre habrá una explicación para los recortes que apliquen a lo largo del año a los servicios públicos, que si el déficit, que si hubo problemas en la tramitación de esto o aquello, que… vamos, no hay dinero.

Para eso está el otro Molina, el de Hacienda, Juan Alfonso, el prestidigitador, el que tiene alergia a las entrevistas, le molestan las preguntas en sus comparecencias públicas y que tiene mucha gracia, y un supuesto informe -que no dictamen vinculante- de compatibilidad. Él será el encargado de decir “no” a los nuevos, como ya hace con los que están. Porque es tradición en los gobiernos autonómicos que se inflen los ingresos para decir lo mucho que se va a hacer -ruedas de prensa, notas informativas, teles, radios-. Y cuando falta el dinero, pues no se hace y ya está, se recorta en silencio. Y entonces ¿qué dirán los indignados que tomaron los palacios por decretos de nombramiento?

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios