Los resultados muestran que el TIR contributivo se sitúa por encima del crecimiento económico registrado en los últimos 40 años, lo que revela que, de media, los pensionistas reciben más de lo que aportaron. Esta situación implica un déficit estructural que se agravará en el futuro, ya que las proyecciones de crecimiento son todavía más bajas.
El TIR es un indicador que mide la relación entre las cotizaciones que un trabajador paga a lo largo de su vida laboral y las pensiones que percibe tras la jubilación. Es decir, se trata de una medida de la “rentabilidad” que ofrece el sistema de pensiones a sus participantes. Si el TIR se sitúa por encima del crecimiento económico del país, significa que el sistema devuelve más de lo que genera, lo que a largo plazo pone en cuestión su sostenibilidad.
El estudio también advierte de inequidades dentro del propio sistema. Según los autores, las pensiones benefician más a quienes han tenido carreras laborales cortas frente a largas, a quienes se jubilan de forma ordinaria o demorada frente a la anticipada, y a las bases reguladoras más altas frente a las bajas.
En cuanto a las soluciones, FEDEA plantea dos caminos: seguir confiando en un crecimiento económico sostenido y en las transferencias del Estado para tapar el déficit, como contempla la última reforma, o emprender cambios estructurales y paramétricos que garanticen la sostenibilidad y la equidad. Entre las medidas posibles se encuentran retrasar la edad de jubilación, ampliar el periodo de cálculo, ajustar las pensiones a la esperanza de vida o transitar hacia un sistema de cuentas nocionales.
Los autores subrayan que, sea cual sea la vía elegida, las reformas deberán ser consensuadas políticamente para asegurar su permanencia en el tiempo y reforzar la confianza de los ciudadanos en el sistema público de pensiones.