El dato del año pasado, 2.618 nuevas compañías, 358 menos que las registradas en 2016, viene a echar por tierra el discurso optimista del gobierno del presidente García-Page sobre el dinamismo empresarial como consecuencia de sus políticas.
Las cifras apuntan en la dirección contraria. No sólo no se crean más empresas que antes, sino que el ritmo de caída anual es el mayor desde 2009. En 2017 la tasa interanual del dinamismo empresarial fue del -12,03%. Sólo en 2009, con el inicio de la crisis y después de un 2008 muy prolífico en nuevas sociedades, se dio una bajada mayor. Desde 2010 a 2013 se produjo un repunte de creación de nuevas empresas. La tendencia cambió en el bienio 2014-2015.
En los dos años y medios últimos, desde la toma de posesión del presidente García-Page el 4 de julio de 2015, se han creado en Castilla-La Mancha 6.854 sociedades. En los dos años inmediatamente anteriores y con la crisis golpeando la economía regional el dinamismo empresarial contabilizó 7.405 sociedades, 551 más (8,04%) que bajo el mandato del presidente García-Page.
Planes de empleo, retorno del talento, incentivos a la exportación, a la contratación… Las políticas del gabinete del presidente, en su mayoría dependientes de la Consejería de Economía, Empresas y Empleo, no terminan de tener su reflejo en el emprendimiento. Los datos empresariales de 2017 apuntan en la misma dirección que otros indicadores económicos, como la creación de empleo, la temporalidad laboral, los índices de confianza y de satisfacción empresarial… que la economía regional se desacelera. El gobierno del presidente García-Page se encontró con una dinámica de incremento del crecimiento, con una economía en aceleración, de la que vivió su primera etapa, y ahora las políticas del ejecutivo actual empiezan a reflejarse en los nuevos indicadores.
Pero la menor evolución del tejido productivo queda reflejada también en el capital que las nuevas compañías pusieron en circulación y que es el dato de trascendencia económica. Las compañías creadas en 2017 pusieron en circulación un capital de 67,13 millones de euros, la cifra más baja desde 2008 y que refleja una caída del 7,61% respecto a 2016, cuando el capital social para la actividad de las nuevas compañías fue de 72,23 millones de euros. Precisamente 2016 había marcado el mínimo, con lo que el bienio del presidente García-Page es el que presenta los peores registros de la historia.
Además de ser el año de menor natalidad empresarial y de menor capital social inyectado al mercado por las nuevas compañías, en 2017 se incrementó el número de sociedades disueltas respecto al año anterior. Sólo en los años del periodo 2012-2015, los que reflejaron el mayor impacto de la crisis económica en el tejido productivo se produjo un mayor número de cierre de empresas.
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