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Imagen tomada el 6 de febrero, día en el que Emiliano García-Page acudió a la firma del convenio para la implantación del nuevo campus de la UAH junto a junto a la ministra de Defensa del gobierno de Pedro Sánchez, Margarita Robles.
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Imagen tomada el 6 de febrero, día en el que Emiliano García-Page acudió a la firma del convenio para la implantación del nuevo campus de la UAH junto a junto a la ministra de Defensa del gobierno de Pedro Sánchez, Margarita Robles. (Foto: Ignacio López // JCCM)

Crónica sobre los días frenéticos que pusieron a Cataluña en el centro del debate electoral de Castilla-La Mancha

  • El anuncio de negociación con un mediador cuestionó el compromiso de Sánchez con García-Page de “no cambiar soberanía por apoyo parlamentario”
  • El CIS revela que los castellano-manchegos son los españoles que piden más mano dura con los independentistas catalanes y que más de la mitad votarán influidos por Cataluña

miércoles 13 de febrero de 2019, 18:52h
García-Page había llevado 1.000 páginas de peticiones al presidente Sánchez en su primera reunión institucional en La Moncloa. Era el 15 de octubre. A la salida habla del ATC, del trasvase Tajo-Segura y de otras cuestiones. Es lo que merece la atención de la mayoría de los medios. En su comparecencia ante los periodistas, pasa de largo sobre la conversación que ambos presidentes han mantenido sobre Cataluña. El castellano-manchego ha advertido a Sánchez que no aceptará concesiones a los independentistas a cambio del apoyo a sus presupuestos. Sánchez se muestra comprensivo y le dice “en tu Comunidad haz lo que creas”. Algún medio se hace eco de esa derivada informativa y pone en palabras del presidente García-Page: “Sánchez no va a cambiar soberanía por apoyo parlamentario”. El presidente castellano-manchego sale con esa convicción tras su reunión con su compañero de partido. Y así lo declara y lo recoge el diario El País: “El presidente de Castilla-La Mancha rechaza que se vayan a realizar concesiones a los independentistas a cambio de su apoyo a los Presupuestos de 2019”.
Martes, 5 de febrero. Han pasado tres meses y 20 días y la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo, antes de entrar en la sesión de control del Senado, anuncia el acuerdo con los independentistas para crear la figura del relator-mediador entre el independentismo y el constitucionalismo en las mesas de negociación. Cunde la idea de que Sánchez ha cambiado soberanía por apoyo a su estabilidad y a los presupuestos generales. Que Sánchez ha rebasado las líneas rojas. La noticia llega muy tarde. Algunos medios se hacen eco en la mañana del miércoles

Miércoles 6 de febrero. A las 10 horas está previsto que el presidente de Castilla-La Mancha firme en La Antigua Iglesia de Los Remedios de Guadalajara el convenio para el futuro campus de la Universidad de Alcalá en el Colegio de Huérfanas Cristina. De camino desde Toledo a Guadalajara para presidir el acto, García-Page llama a su compañero Guillermo Fernández Vara, presidente de la vecina Extremadura, le muestra su preocupación por el anuncio de la vicepresidenta y le dice que va a solicitar la reunión del Comité Interterritorial del PSOE, para tratar la cuestión y tratar de poner coto a la negociación con los catalanes. Hay sintonía. Fernández Vara, miembro de la ejecutiva federal del PSOE, es el presidente de ese Consejo.

También habla con las emisoras de radio Onda Cero y Cope. Es el primer líder socialista en pronunciarse sobre el asunto y lo hace con contundencia. “sobre España hablan todos los españoles, no sólo los militantes del PSOE". El secretario de los socialistas castellano-manchegos pide a través de la radio que se convoque el Comité Territorial del partido para estudiar esta propuesta. Y añade que “lo que tengo muy claro, es que hablar es una cosa, yo no hablo con mis amigos con testigos de por medio. Eso es negociar" y considera que “esta maniobra alimenta una expectativa de que a largo plazo pueda haber una forma de referéndum y éste es inviable".

La confrontación en el socialismo está servida. El coordinador territorial y enlace entre Ferraz y el Gobierno, Santos Cerdán, hombre de confianza de Sánchez, llama al secretario de organización del PSOE castellano-manchego, Sergio Gutiérrez, y le pide que los socialistas de nuestra Comunidad no hagan mucho ruido mediático con este tema. Se muestra comprensivo y conciliador, pero pide apagón informativo. García-Page recibe una llamada de un número oculto y no la atiende. Dicen en su entorno que a Sánchez le ha dado por comunicarse a través de numeración oculta y que puede que fuera del presidente “pero da lo mismo”.

García-Page termina el acto y se desplaza al hotel Tryp de Guadalajara. Allí habla por teléfono con su compañero y presidente de Aragón, Javier Lambán. Ambos están de acuerdo y poco después será Lambán el que salga a los medios a criticar con dureza la figura del relator. El equipo del presidente García-Page, que todavía no conoce la llamada de Santos Cerdán a Sergio Gutiérrez, decide hacer un rally en televisiones y otros medios de comunicación. García-Page ha tomado la bandera del españolismo en el PSOE y el choque es un hecho. Durante el tiempo que está en el hotel, y posteriormente a que se haya desplegado y comprometido la acción en los medios (Antena3, Telecinco…), García-Page recibe la llamada de Santos Cerdán, que insiste en la petición que ha hecho a Sergio Gutiérrez. El coordinador territorial del PSOE pide que se paralicen las comparecencias periodísticas. Pero ya es tarde, los compromisos son firmes. García-Page habla con otros destacados dirigentes socialistas, entre ellos el que fuera su mentor, José Bono. El espíritu del 1 de octubre (2016), que forzó la salida de Pedro Sánchez como secretario general ha vuelto a tomar forma. En aquella ocasión los críticos forzaron la dimisión de Sánchez al conocer que este había preparado una comparecencia ante los medios el día 25 en la que anunciaría el acuerdo con Podemos y los independentistas para hacerse con el gobierno de España.

Luego llegarían las primarias, la moción de censura y el acceso de Sánchez a La Moncloa con las alianzas selladas año y medio antes. Sánchez promete elecciones y sus compañeros las esperan. Piensan que pueden ser en otoño. Las encuestas indican una recuperación del voto socialista, pero Sánchez se olvida de sus compromisos. Ya ha desplegado las negociaciones con Podemos y con los independentistas catalanes para dar estabilidad a su mandato.

La nueva situación obliga al socialismo castellano-manchego a ir modificando su discurso. Los movimientos de Sánchez en Cataluña dejan en evidencia al gobierno de nuestra Comunidad. De liderar la posición autonómica de los socialistas españoles en defensa de la multilateralidad como único instrumento de decisión (sobre todo para la financiación), los miembros del gobierno castellano-manchego se han tenido que tragar la mesa bilateral entre el gobierno de Sánchez y el de la Generalitat, en la que Cataluña obtiene beneficios en la financiación, en la inversión y en el tratamiento de cara a los préstamos del Estado. El sapo cabrea sobremanera. Clm21.es se ha interesado en alguna ocasión por esta mudanza de criterio “Si quieres ver cabreado al presidente coméntale lo de la comisión bilateral”. Es la afirmación de uno de los consejeros más influyentes del gobierno. Sánchez se ha olvidado del todo para centrarse en una parte.

El 31 de enero el Centro de Investigaciones Sociológicas publica su último barómetro. La independencia de Cataluña aparece, a juicio de los castellano-manchegos, como el sexto de los problemas que tiene España, con un 6,8%, por delante de la educación, la violencia contra la mujer o la sanidad. Más de la mitad de los castellano-manchegos (53,2%) dicen que la situación de Cataluña les va a llevar a votar a partidos con posiciones más radicales y duras. Y de hecho el 33,8% (uno de cada tres) pide una política de mano dura en Cataluña, otro 39,8% se sitúa en situaciones que combinen el diálogo con el cumplimiento de la ley. La política de diálogo y negociación sólo la respaldan el 17%. La radiografía social muestra a los castellano-manchegos como los españoles más partidarios de la mano dura y como los más dispuestos a modificar su voto hacia partidos que defiendan esas posiciones más radicales y duras.

Ese mismo día, el 31 de enero, las crónicas de los diarios digitales cifran en hasta 2.000 personas los asistentes al acto de presentación de los ultraconservadores de Vox en Toledo. La ciudad tradicionalmente se ha mostrado como una plaza fría para los mítines a izquierda y derecha. En el último mes la formación de Santiago Abascal ha pasado del 7,5% en intención de voto más simpatía en Castilla-La Mancha al 11,3%. Ese mismo sondeo dice que el PSOE castellano-manchego ha demarrado desde la encuesta anterior y ha roto el empate con el PP.

Cinco días después, el miércoles, el líder del PSOE en Cataluña, Miquel Iceta, desvela que el gobierno ha aceptado la figura de un observador en la mesa de partidos. La vicepresidenta Carmen Calvo, que lleva el día a día de la negociación, lo confirma y se embrolla a la hora de definir la figura: fedatario, mediador o relator.

El incumplimiento del acuerdo de octubre en la Moncloa, los datos demoscópicos y la deriva del gobierno nacional no dejan ningún margen para la tibieza al presidente García-Page. Es el primero en pronunciarse y lo hace con dureza.

La vicepresidenta Carmen Calvo alimenta la polémica y la indignación en las filas de los barones. En la rueda de prensa del Consejo de Ministros del día siguiente responde: “Las declaraciones de algunos de mis compañeros de militancia, como Emiliano García-Page, se basan en la desinformación y desconocimiento. No hay más que mirar sus declaraciones. No tiene la información correcta”.

Efectivamente responden en Castilla-La Mancha: “No han contado con nadie”. El expresidente José María Barreda, diputado por Ciudad Real dice que “hay que poner pie en pared”. Salen Guerra, Felipe González… Algunos medios de comunicación alineados con el PSOE se desmarcan de la postura del gobierno de Sánchez y adoptan una posición crítica con el relator y demandan que funcionen las instituciones democráticas y que las negociaciones o los diálogos se produzcan en el Parlamento. García-Page atrae las miradas de propios y extraños.

El PP castellano-manchego reacciona y trata de presentar a Page alineado con las tesis de Sánchez, a raíz de la interpretación de unas declaraciones del líder socialista: “Si quieren testigos incluso me ofrezco. El mejor testigo es el Parlamento y así somos testigos y relatores todos los españoles, que además vamos a estar vigilantes de que se cumplan nuestros derechos”. La idea es lanzada en la primera rueda de prensa con la diputada de jornada. El mensaje no termina de prender y se vuelve en contra en algunos medios nacionales. El equipo de comunicación de García-Page se emplea a fondo.

En una cena que se celebra en Manzanares entre dirigentes del PP en la que está Núñez acompañado de su mujer, una persona muy próxima a él se lamenta de que se haya realizado esa crítica “pillada con alfileres”. A esa hora, Núñez ya ha dado instrucciones para que se abandone esa línea. En la mañana del jueves 7, en las Cortes regionales, el propio Núñez intenta una acción inteligente: provocar un debate parlamentario de urgencia sobre Cataluña que derivase en una votación contra Pedro Sánchez. El PSOE no estaba dispuesto a alinearse con el PP y bloquea la celebración de ese debate. El presidente de los populares deja un mensaje más claro y más contundente y así se refleja en los medios: “Núñez propone a Page que ponga a disposición los diputados nacionales del PSOE en el Congreso para presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez”. La idea da vértigo en el PSOE castellano-manchego, que la rechaza de plano “porque sería un suicidio”. Pero el mensaje llega a la ciudadanía.

Cataluña y la unidad de España, presentes en la campaña electoral para el 26 de mayo, se han convertido en protagonistas únicos del proceso. Queda el proceso al “procés” que irá calentando el ambiente y que va a marcar aún más la línea de los mensajes de los partidos políticos en Castilla-La Mancha.
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