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La estrategia política del presidencialismo norteamericano se instala en La Moncloa
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(Foto: Pool Moncloa // Borja Puig de la Bellacasa)

La estrategia política del presidencialismo norteamericano se instala en La Moncloa

  • Da la impresión de que lo que se juega cada mañana es un día más en la Presidencia de Pedro Sánchez

jueves 14 de mayo de 2020, 21:30h
Salvando las distancias, en la Presidencia del Gobierno se ha instalado la forma norteamericana de hacer política. Se mueve en el posibilismo y se va partido a partido. Hay un núcleo duro, el equipo del presidente con su jefe de gabinete al frente, que es donde se toman las decisiones. El resto, salvo caso de necesidad, queda descolgado y bastante suelto, lo que da lugar a bastantes contradicciones. Es el punto débil del diseño. En esa forma de hacer, da la impresión de que lo que se juega cada mañana es un día más en la Presidencia de Pedro Sánchez. Esa es la prioridad.
Da lo mismo lo que digan unos y otros siempre que no afecte a ese fin de “un día más”. Esa forma de hacer política, basada en el presidencialismo y en la persona, ha desplazado la figura de la institución de la Jefatura del Estado. A ello además ha contribuido también las informaciones financieras sobre el rey emérito. También ha afectado a la Cámara de Representantes (Congreso), que se ha plegado a los designios de la mano que mece la cuna. Primero paralizó su actividad casi plenamente. Cuando la presión empezó a restar, se optó por abrir un poco la mano. Lo suficiente para calmar ánimos.

La derivada del Congreso se mide en votos. Y cada vez que se necesitan, se hace el recuento y la lista de aquellos que son necesarios. Y se empieza a tocar uno a uno. ¿Cuál es el precio de cada voto? En esa estrategia el presidente Sánchez se ha encontrado con un regalo, el de Inés Arrimadas y Ciudadanos. Sólo hace falta saber cuál es el precio: ¿Una llamada? Pues que sean dos. ¿Una cesión de lo accesorio? Que así sea. ¿La relevancia de Inés Arrimadas? En su justo término. En el caso del PNV ha sido una desescalada a la carta. Se rompe la unidad de acción en los territorios con tal de alcanzar los votos necesarios. Ese juego desorienta a los que se mueven en las estrategias de los bloques ideológicos. Le ha pasado a Bildu. También a Esquerra Republicana (dos partidos de izquierdas)

En la política de comunicación, que se basa en la persuasión, se dan dos líneas de actuación. La primera juega con el miedo y su contagio. Y en el cuidado que hace el gobierno de sus ciudadanos. Su preocupación es la salud de todos. La segunda es la comparecencia cuidada del presidente. No habla de muertes. Ni de luto. No emplea lenguaje inclusivo al referirse a la pandemia. Habla de unidad. Invoca el “todos juntos”. Omite que “detrás de él”. Y va más allá en el terreno de las preocupaciones: “Saldremos juntos”, “No vamos a dejar nadie atrás”.

Lo que incomoda se obvia. A los sanitarios que informan de las situaciones precarias, no se les responde. Al menos no más allá de expresar el agradecimiento por su labor. No importa quienes sean los expertos en los que se supone que se basan las decisiones del gobierno. Lo importante es que el gobierno nos cuida. No importa las contradicciones. Algunas de ellas nacen de la ambigüedad calculada en la redacción de las órdenes. Ha pasado con las restricciones de pasajeros en los aviones. También con las rebajas… Esa ambigüedad no es improvisada; trata de cubrir responsabilidades jurídicas, ya sean personales o patrimoniales del Estado. Y en el propio gobierno unos miembros las leen de una manera y otros de otra. No están en el fondo. No están en “la pomada”. Luego lo aclara Illa: se trata de salvar vidas.

Si hay contestación de grupos económicos, se negocia y se trata de calmar. Se flexibilizan los ERTES. Se reduce la limitación de espacio en la hostelería, del 30% se pasa al 50%. Y se consigue la foto de “los abajo firmantes” en el Palacio de La Moncloa. Lo del rescate, se obvia. Calviño es la clave para la negociación. Y se la manda. Y si, finalmente se produce el rescate, atentos, porque será por el bien del país y de todos, especialmente los más desfavorecidos. En el terreno político ya no se cuenta con el PP. Ya le han exprimido lo necesario. Pero el presidente no rompe el guión de “unidos” y de “salvación”. ¿Y el PSOE? En La Moncloa creen que al servicio del gobierno. Pero ya lo dijo Lambán: “Salvar vidas está muy por delante de salvar políticamente a Pedro Sánchez”.

Si hay contestación social, cuando empieza a desbordar, se empatiza, pero se aplaza. Ejemplos: la declaración de luto nacional o el homenaje a las víctimas. Si la contestación es en la calle: Primero policía. Luego, más policía. El problema es que si, con eso no se corta, se genera un problema. El núcleo duro trabaja en darle respuesta.

Si hay contestación territorial, primero se sujeta. Luego se pone dinero a crédito. Si se mantiene, se pone dinero en transferencia. Y si la cosa estalla, como es el caso de algunas Comunidades por la desescalada, se insiste en el mensaje de que el gobierno lo hace para cuidar de la salud de los ciudadanos. Se llama por teléfono para tratar de calmar los ánimos de los correligionarios. Es eso de “me dice el presidente…”, del “no te preocupes…” “te pido comprensión…” Y llegado el caso, el que termina por llamar es el presidente “Te lo pido…” En algún caso, entre los propios, sirve de mensaje y de devolución de facturas pendientes. A los otros se les monta el informe de lo mal que lo hacen. Tan mal que el gobierno lo tiene que arreglar. Siempre queda la decisión del próximo viernes, que se adoptará dentro de la estrategia del “partido a partido”. Hoy es viernes. Hoy toca.

Se deja el papel de flagelador a Pablo Iglesias y a Echenique. Se desliza que Echenique participa en “maitines” en La Moncloa. Curioso que un portavoz de un grupo parlamentario forme parte de las reuniones de decisión sobre la acción del gobierno en la sede de la Presidencia.

Han sido los morados los que han arremetido contra una sentencia judicial. Los ministros compañeros que han opinado lo han circunscrito dentro de la libertad de expresión o lo han enmarcado dentro de una cuestión de partido y no de gobierno. Lo dijo el presidente.

Y es que hasta la fecha no se ha producido una contestación judicial. Este poder habla por autos y sentencias. Se acumulan en el Supremo. De familiares de víctimas. De organizaciones profesionales de la sanidad, de partido político, de algunas personas por iniciativa propia o en representación de grupos sociales o religiosos… Y tienen que venir las 800.000 sanciones. Y la Fiscalía se centra en las residencias de ancianos, no le preocupan los procedimientos y las cantidades pagadas en algunas compras de material. Al frente de la Fiscalía, una exministra de Pedro Sánchez. El problema está en el Consejo del Poder Judicial, que es el que gestiona los nombramientos de magistrados. También en el tribunal Constitucional. En la Presidencia echan números y no salen. Consideran que hay mayoría de conservadores. Y lo que está pendiente puede determinar si puede haber o no cárcel para algunos de los miembros del Ejecutivo por su actuación. Algunas de los denunciantes, la piden. Y ese partido lo gestiona ya Carmen Calvo, a la que se echaba en falta dentro del núcleo duro, porque hay lugares donde no puede llegar el poderoso jefe de gabinete del presidente.

Hasta la fecha, la estrategia está funcionando. El problema es el del agobio social. Una muestra ha sido ese echarse todos a la calle. Y como respuesta, recomendaciones y de nuevo a gestionar el miedo y las críticas de otros ciudadanos sobre “responsabilidad y solidaridad”. La segunda la ha protagonizado en gran medida los valencianos, tras la negativa de que todo el territorio de la Comunidad pasara a la fase 1. Se frustrado desde el núcleo duro una ilusión colectiva que se había generado a 350 kilómetros de distancia. Y ya no se trata de calmar a gobiernos, sino a ciudadanos, a todos aquellos que el dique de la gestión del miedo ya no puede contener.
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