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(Foto: Pool Moncloa // Borja Puig de la Bellacasa) |
¿Quién va a pagar la reconstrucción?
jueves 02 de julio de 2020, 21:20h
En su primera entrevista tras el periodo de alarma, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que se avecina una subida de impuestos. No ha sido muy explícito, pero a juzgar por las cifras de recaudación que pretende conseguir el gobierno, la subida va a afectar a las grandes figuras fiscales de España: IRPF, IVA, Sociedades, impuestos especiales (especialmente los que gravan la actividad contaminante).
Más allá de maximalismos ideológicos, hay un hecho evidente: la caída de la actividad ha provocado que el Estado recaude menos. También, la pandemia ha provocado que gaste más. La cuestión es cómo aumentar la actividad económica para incrementar los ingresos y reducir gastos. A sabiendas que las administraciones tienen que hacer frente a sus compromisos adquiridos, donde las pensiones, la nómina de personal y los intereses de la deuda pública son las partidas más elevadas además de ineludibles. Luego hay otros gastos con fuerte peso, como es el farmacéutico y de material sanitario y los conciertos en los servicios sociales básicos.
La tarea para este o para cualquier otro gobierno es muy complicada. Ya publicamos en estas páginas: en la salida de las dos crisis anteriores desde el prisma de las finanzas públicas, las subidas fiscales, especialmente del IVA y de los impuestos especiales, fueron determinantes. Ahora bien, el problema es que esas subidas al actuar sobre impuestos indirectos recayeron en el conjunto de la sociedad, sin distinguir entre las capacidades de cada ciudadano. Y que esas subidas jamás se revirtieron, todo lo contrario. Este tipo de impuestos son de los silenciosos, de los que no el consumidor no nota excesivamente cuando paga. Y por ellos el Estado recauda mucho y rápido, no espera al cierre del año fiscal. De ahí que los gestores acudan a ellos para subirlos y se olviden de ellos para bajarlos.
La izquierda en el gobierno habla de aumentar la presión fiscal a los ricos, pero se olvidan de aliviar la presión fiscal de los pobres, porque aparte del juego político e ideológico el Estado necesita dinero para encender la luz de todos los edificios públicos cada mañana. Y lo necesita gobierne Pedro (Sánchez) o Pablo (Casado).
Desde las posiciones liberales se empieza a armar ya cierta oposición a la subida de los impuestos indirectos, que gravan el consumo. Ponen como ejemplo a Alemania, que ha bajado el IVA para tratar de incentivar el consumo. Por eso de que, a mayor consumo, más se fabrica, más actividad y empleo hay y esa actividad deriva en nuevos ingresos y en menos gastos.
El problema es que si a Alemania le sale mal la jugada tiene un fondo de reserva acumulado para hacer frente a los gastos públicos. Aquí, en España, se ha frivolizado mucho con las exigencias de reducir el déficit. Alemania si cumplió con esas exigencias y fortaleció sus finanzas y ahora tiene capacidad de respuesta.
En España, como nos movemos en los maximalismos ideológicos se utilizó esa política presupuestaria como arma arrojadiza y aquí estamos, desarmados financieramente para hacer frente a la mayor crisis económica y social desde la Guerra Civil, dependiendo de los fondos europeos y de las condiciones que nos quieran poner. Ni la subida fiscal sería suficiente para salir del trance, solamente para no hundirnos más… Y los organismos europeos ya señalan que seremos los que más nos hundiremos, por delante de franceses e italianos.
Una de las cuestiones que se echa en falta en el pacto de reconstrucción del país, no es lo que se debe hacer y cómo se debe hacer. Lo que falta es decir cómo se va a pagar lo que se va a hacer y quién lo va a pagar. Eso de los ricos suena a música electoral. Al final la factura la pagamos todos, bien porque nos suben los impuestos (el sector público), bien porque se ajustan los sueldos (el sector privado) o bien porque nos recortan prestaciones (públicas) o complementos (privados).
El gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, que accedió al cargo por una de las últimas decisiones del gobierno de Mariano Rajoy, ha hablado esta semana de subir impuestos. Y es que hay que las administraciones tienen que pagar las nóminas, la luz, las pensiones, sus créditos y mantener los servicios públicos esenciales. Más allá de los maximalismos de la izquierda y de la derecha, toca a pagar. Habrá que ver en qué queda esa sensibilidad de Podemos y de la ministra Montero hacia los más desfavorecidos y en defensa de la equidad fiscal.