Patronal, Ministerio, sindicatos, servicios de estudios y hasta el Banco de España se pronuncian sobre la falta de trabajadores en sectores básicos de la economía española. Para algunos es la Gran Dimisión, término con el que se conoce el abandono masivo de empleos de forma voluntaria. Para otros, como la ministra de Trabajo, un problema de condiciones laborales, entre ellas los bajos sueldos. Para el Banco de España, parte del problema reside en la caída de la inmigración, lo que afecta fundamentalmente a la agricultura, la hostelería y la construcción. Pero no sólo, también a la industria, a la logística. El problema se extiende también a determinados servicios públicos, como la Sanidad, sin que hasta la fecha las medidas adoptadas hayan solucionado la situación.
De deberse exclusivamente a los bajos salarios o a las malas condiciones laborales, bastaría con que la administración aplicara a la sanidad la receta de la ministra de Trabajo para la hostelería: subir sueldos y mejorar las condiciones. Su número dos en el Ministerio, Joaquín Pérez Rey declaró sobre la falta de camareros: “La solución es sencilla: Pagar adecuadamente, cumplir con los descansos y las jornadas y permitir la conciliación de la vida laboral y la familiar. Estoy convencido que cuando eso pase las vacantes se esfumarán como la espuma".
En España las cifras de abandono voluntario y masivo del trabajo distan mucho del 7% de Estados Unidos y apenas llega al 0,9%. Y es que, con más de tres millones de parados, no hay mucho espacio para la Gran Dimisión. En la construcción, el número de parados es de más de 115.000 personas, en la hostelería, superan los 367.000. En el sistema sanitario hay más de 1.000 médicos en paro y 2.800 enfermeras y todo ello después de que el sistema educativo español prepare a miles de profesionales que terminan en los servicios de salud de otros países europeos con mejores sueldos y condiciones laborales. Hubo un tiempo en el que el sistema de defensa se quedaba sin pilotos, porque los formados en las Academias del Aire terminaban pasándose a las líneas privadas.
Algunos ven que existe escasa diferencia entre lo que cobra en determinadas profesiones, como la de camarero, la construcción o la agricultura, con las prestaciones que se perciben por estar en paro. Una diferencia que se complementaría con economía sumergida mediante chapuzas, extras o jornadas. Para otros, algunas de estas actividades, como la de camarero, son salida temporal para estudiantes, que cuando acaban su ciclo formativo buscan salida profesional en el campo para el que se han preparado.
En otros casos, se apunta a la oferta de empleo público y a las mejores condiciones de salario, estabilidad, conciliación y posterior pensión el hecho de que algunos hagan un paréntesis en su vida laboral para prepararse y poder acceder a la administración pública.
Lo cierto es que el 28% de las empresas de nuestro país señalan que tienen problemas para contratar (datos segundo trimestre de 2022), cuando un año antes el porcentaje era del 11%. Para la ministra de Industria, Comercio y Turismo, una de las causas determinantes de esta situación está en la necesidad de dotar de mayor profesionalización a estos trabajadores. Todo ello en una situación en la que, según la última Encuesta de Población Activa, uno de cada cuatro parados españoles (uno de cada cinco en el caso de Castilla-La Mancha) tienen educación superior.
Las causas apuntadas por unos y otros señalan a la existencia de un problema complejo que, de persistir, se puede convertir en estructural y que requiere soluciones combinadas: formación, salario, condiciones laborales, estabilidad e incluso la fiscalidad que grava las rentas del trabajo.
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