En concreto, el IRPF ha dejado en las arcas del Estado 41.611 millones de euros hasta finales de abril, 4.331 millones de euros más. El grueso de esa cuenta procede de las retenciones a cuenta de los rendimientos del trabajo y de actividades profesionales, que totalizan los 39.109 millones de euros frente a los 35.188 millones de hace un año. A esas cuantías hay que añadir las provenientes de otras retenciones y el resultado neto de las declaraciones fiscales.
Por sectores, en el conjunto de lo que va de año, en el sector privado el crecimiento es del 10% algo mayor (10,8%) si se tienen en cuenta algunos ingresos que entran vía compensación y que se incluyen en el resto de ingresos. En el sector público el incremento hasta abril fue del 12,3%, tasa que también infraestima el crecimiento que se está produciendo dado que el año pasado se contaba con los ingresos adicionales derivados de la paga compensatoria a los pensionistas, que se dio en febrero. En ambos casos los ingresos están afectados, además, por la rebaja de las retenciones a las rentas más bajas (215 millones, que suponen 8 décimas menos de crecimiento).
El aumento se debe no sólo al comportamiento del empleo, también a la subida de los salarios y al efecto renta, que se deja notar con mayor peso por la no deflactación del impuesto por el gobierno.
La subida de las pensiones se traduce también en una mayor recaudación de Hacienda por las retenciones que se hace a los pensionistas. En concreto, las retenciones ligadas a pensiones el incremento es del 19% en los dos últimos meses, que se explica por el crecimiento de la masa de pensiones por encima del 11% y del tipo efectivo (afectado por la rebaja) de más del 7% (en 2022 con menores subidas, el tipo creció casi un 9%).