Lo cierto y verdad es que los altos cargos y asesores del gobierno, incluido su presidente, Emiliano García-Page, cuestan a los castellano-manchegos 9,47 millones de euros. El presidente anda por los 92.000 euros, de los cuales 12.000 no cotizan a Hacienda y los cobra en su condición de diputado. Los vicepresidentes están en los 75.000 euros. En el caso del vicepresidente primero esa cuantía sube también en su condición de diputado en 12.000 euros que están exentos de IRPF. Los consejeros, en 71.000, los viceconsejeros en 67.000 y los directores generales y cargos asimilados en 63.000. Claro que Franco –Patricia, la consejera de Economía- tiene a su viceconsejero con sueldo de 62.500 euros, y a sus directores generales de 58.600, son 4.500 euros menos de los que cobran sus homónimos de otros departamentos.
Es la otra lectura de los presupuestos, la de las curiosidades, la que revela quién cobra más y quién menos, quienes manejan más responsabilidad y quienes para los que las preocupaciones son casi de patio de colegio. Porque en la Junta, como en toda actividad laboral hay quien, por muy alto cargo que sea está discriminado, quien se da la buena vida y quien duerme sin preocupaciones.
Dijo Máximo Gorki que “cuando el trabajo es un placer, la vida es bella”. El que sigue la regla de este escritor soviético, que fuera fundador del movimiento del realismo socialista, es sin lugar a dudas el vicepresidente segundo. José García Molina, secretario general de Podemos, ve la vida de colores, a fin de cuentas su responsabilidad es gestionar 613.000 euros, de los que 396.050 euros (el 64,58%) está destinado a su sueldo y a los de los otros cargos de Podemos que ha nombrado como eventuales. Su compañera de partido, la consejera encargada de coordina el Plan de garantías Ciudadanas gestiona directamente 389.160 euros, de los que 199.230 (el 51,19%) se van en su nómina (el 20% del total de los fondos) y en la de sus asesores (el 31%). Son los dos altos cargos del gobierno que gestionan menos dinero y a su vez son las que más fondos destinan proporcionalmente a altos cargos y eventuales. Y ya dijo Montesquieu que “las repúblicas perecen por el lujo; las monarquías por la pobreza”.
En el polo opuesto están los directores generales de asistencia sanitaria, José Antonio Ballesteros, y de recursos humanos y planificación de Educación, Antonio Serrano. El primero es responsable directo de la gestión de 2.640 millones de euros. Su sueldo representa tan sólo el 0,002 de ese dinero del que es responsable. El segundo tiene a su cargo la gestión de todo el personal de Educación y gestiona 1.208 millones de euros y de quebraderos de cabeza. Su sueldo es tan sólo el 0,005% de los fondos que tiene en sus programas.
Y por más que Quevedo dijera aquello de que “el ocio es la pérdida del salario”, en el gobierno los hay más ociosos. El viceconsejero de Educación, Universidades e Investigación tiene baso su gestión directa 372.610 euros, en los que van incluido su salario de 67.000 (18,02%). Es el alto cargo de todo el gobierno con menor dotación de presupuesto. Y ya lo dijo el profeta “pagad al trabajador su sueldo antes de que su sudor se seque”. Además tiene un ayudante, un director general que gestiona 165 millones de euros, de los que 162 millones son para enviar por transferencia a las universidades públicas y a la Fundación Parque Científico y Tecnológico.
Y si en lugar del sueldo propio del alto cargo, el foco se pone sólo en el de los asesores que tiene a su cargo, a lista la encabezan los dos miembros de Podemos que se sientan en el banco azul y en el presidente García-Page. Las nóminas de los asesores del vicepresidente segundo representan el 38% del dinero del departamento. En el caso de la Consejera de Coordinación del Plan de Garantías, sus asesores se comen uno de cada 4 euros que gestiona. El presupuesto que depende directamente de García-Page, el de su departamento, destina el 34,17% a pagar a sus asesores.
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