El sector, que tuvo un mal arranque de año, recobró pulso en el segundo semestre, marcando una buena tendencia para 2022. El débil comienzo del año provocó que en términos anuales y en comparación con 2019, el número de viajeros se redujera un 28% y el de pernoctaciones un 12%. Los propietarios de estos establecimientos aguantaron esta pérdida de clientes y no sólo no redujeron empleo, sino que lo aumentaron. Con 1.613 puntos abiertos a finales de año (46 menos que en diciembre de 2019), ocuparon a 2.175 personas frente a los 2.137 de dos años atrás.
En el segundo semestre del año se produjo una fuerte recuperación, especialmente en pernoctaciones y estancias medias, impulsando la rentabilidad del sector. Así, aunque los alojamientos rurales albergaron de media mensual a 29.700 viajeros, frente a los 29.927 del mismo periodo de 2019, las pernoctaciones semestrales superaron en 55.663 a las del mismo periodo de 2019 (13,3%).
Esta recuperación y crecimiento del turismo rural no tuvo el mismo reflejo en los hoteles de la Comunidad, que en el segundo semestre todavía estaban por debajo en un 10,5% de pernoctaciones respecto al mismo periodo de 2019.
En comparación con 2020, Castilla-La Mancha es el segundo destino de interior en el que más crecen las pernoctaciones de residentes (7,4%), sólo por detrás de Castilla y León (17%), que sufrió una mayor contracción en 2020 que la registrada por el sector en nuestra Comunidad.
Este sector se nutre fundamentalmente del turista nacional, que representa el 98,4% del total de viajeros y el 95,8% de las pernoctaciones, unos porcentajes que han crecido respecto a los de 2019, cuando los viajeros y las pernoctaciones de los residentes en España suponían poco más del 94,2% sobre los totales.