Así lo prevé el servicio de estudios inmobiliarios de Bankinter, que estima un alza en torno al 1% para la segunda mitad de 2022 y para 2023. Esto supone una desaceleración respecto a 2021, cuando el repunte fue del 6,4%. En este sentido, los analistas de Tinsa coinciden con las previsiones de Bankinter, que remarcan la existencia de diversos indicadores de desaceleración del mercado inmobiliario en los últimos meses.
Por su parte, la consultora Gesvalt mantiene un perfil más moderado y sostiene que los precios se estabilizarán a lo largo de la segunda mitad del año, aunque se muestran más prudentes en sus estimaciones debido a la inestabilidad económica y política que impera.
Entre los desencadenantes de la reducción de precios de la vivienda de aquí en adelante está el menor coste de los materiales de la construcción, que tras encadenar incrementos en los últimos dos años, se espera que reabsorban el sobrecoste de aquí a 2025.
Por otro lado, es de esperar un enfriamiento de la actividad inmobiliaria tras la intensa actividad del sector a raíz del confinamiento y la pandemia. Influye aquí la subida de tipos de interés aprobada por el Banco Central Europeo, que encarecerá el coste de las hipotecas, por lo que muchos potenciales compradores no podrán acceder al crédito.
Según las previsiones de Bankinter, las transacciones de vivienda podrían llegar a descender un 5% en este ejercicio, tras alcanzar niveles máximos de 15 años el año pasado, cuando se superó el medio millón de compraventas.