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La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
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La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. (Foto: Pool Moncloa/Fernando Calvo)

La inflación básica se dispara 1,3 puntos en el trimestre y pone en evidencia la política económica

Por CLM21
martes 31 de enero de 2023, 10:50h
Hasta el mes pasado, el INE contemplaba que 36,8 de cada 100 euros gastados por las familias españolas eran en alimentos y vivienda. Y por ello a la hora de calcular el IPC total, los alimentos participaban con un 22,6% y la vivienda con un 14,2%. Con los precios de alimentos disparados y con el mercado inmobiliario al alza, se ha decidido rebajar el peso de estos dos grupos, lo que ha provocado que el IPC total no haya subido tanto como si se hubiera calculado con el modelo anterior. Ahora, los alimentos ponderan al 19,6% y la vivienda al 12,7%, o lo que es lo mismo, ahora se estima que de cada 100 euros que gastan los españoles 32,3 se destinan a tener un techo y a comer. Según el nuevo método de cálculo, ahora en la cesta de la compra gastamos más en ocio, cultura, transportes y medicinas.
Metodología al margen, el gobierno se agarra a que la inflación española (5,8) es la más baja de Europa (la media de la zona euro es del 9,2%). No miente. Pero dice una verdad a medias. La inflación subyacente española, la que se denomina básica, se sitúa en el 7,5% mientras que la de la media de la zona euro es del 5,2%. La española es más alta que la de Alemania (5,17), Francia (5,3), Italia (5,82) y Países Bajos (6,2).

Y ¿qué diferencia hay entre la inflación general y la subyacente? La última no tiene en cuenta ni el coste de la energía (gasolina y electricidad) ni de los alimentos frescos (frutas, verduras), aunque sí del resto de alimentos procesados y la ropa, las comunicaciones, el ocio… El descarte de alimentos frescos y energía se hace porque son productos que tienen una alta y rápida variación, al alza o a la baja, por cuestiones coyunturales. Así se considera que la inflación subyacente mide la situación estructural de los precios y el resultado de las políticas económicas que se están aplicando. Es la referencia para la toma de decisiones económicas. La subida de la inflación subyacente, como en el caso de España, indica que algo no funciona bien en esa política económica.

Bien es cierto que los medios de comunicación se suelen fijar en la evolución de la inflación subyacente de un mes para otro. Sin embargo, los economistas toman también periodos trimestrales, para ver el comportamiento de los precios a medio plazo. En octubre la inflación subyacente española se situaba en el 6,2%. En enero es del 7,5%. La inflación subyacente que representa al 82% del gasto de los españoles es ya más elevada que la inflación general. Eso, además indica, el impacto que están teniendo los alimentos frescos y la energía en la economía española.

Los economistas mantienen que, como tiene un carácter estructural, la inflación subyacente o inflación básica necesita más tiempo para bajar. Una de las medidas que se adoptan para controlar la inflación subyacente es la monetaria, la subida de tipos de interés. Los bancos centrales suben el precio del dinero para enfriar la economía. En el caso de la zona euro, el Banco Central ha subido hasta el 2,5% desde el 0% en que se situaba en junio. Y se espera que en febrero el Banco Central Europeo realice una nueva subida hasta el 3%. Y esa subida de tipos es algo que se nota en el sistema crediticio. Los ciudadanos lo suelen notar en sus hipotecas a tipo variable.

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