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Foto de archivo de Sánchez y Page en un mítin en Puertollano
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Foto de archivo de Sánchez y Page en un mítin en Puertollano

El socialismo moderado, pendiente de Castilla-La Mancha

Por CLM21
viernes 26 de mayo de 2023, 12:46h
Las dos almas que conviven en el socialismo español hacía tiempo que no estaban tan distantes. La deriva del actual secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hacia el flanco más a la izquierda y el entendimiento con las fuerzas soberanistas vascas y catalanas, ha agrandado ese abismo que ya provocó una fuerte colisión entre ambos sectores del PSOE en octubre de 2016.
El planteamiento posibilista de Pedro Sánchez en su intento de tener y retener el poder ha generado no pocas contradicciones y choques internos, especialmente desde las últimas elecciones generales. Y en la contestación desde el ala moderada, la socialdemócrata, siempre han estado dos presidentes autonómicos, el aragonés Javier Lambán y el castellanomanchego García-Page. Una contestación a la que en ocasiones y según soplase el viento se ha sumado el valenciano Ximo Puig.

La diferencia entre los dos primeros mandatarios es que el aragonés gobierna en coalición con otras fuerzas, mientras que en Castilla-La Mancha el PSOE tiene una mayoría absoluta, lo que le ha permitido a García-Page no tener que guardar la ropa cada vez que ha sido contestatario con algunas de las decisiones más polémicas de Pedro Sánchez.

Las elecciones del domingo son clave no sólo en términos autonómicos o como punto de partida de las generales de fin de año. La consulta también va a ser determinante en esa confrontación interna del socialismo español. Militantes y ex altos cargos socialistas (entre ellos ex ministros, secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales, alcaldes…) están pendientes de los resultados en clave interna. Su vista está puesta Aragón y Valencia, pero especialmente en Castilla-La Mancha, Comunidad en la que la mayoría absoluta de García-Page abriría la posibilidad a una recomposición interna del PSOE a nivel nacional y, lo que no es menos importante, a unas vías para redireccionar las relaciones con el otro gran partido del país, el PP, al que Sánchez ha denostado y cuyo núcleo duro no ha dudado en emplear cuestiones personales para tratar de desacreditarle. Una línea de la que se desmarcó García-Page reconociendo la solvencia de Núñez Feijóo en unas de sus declaraciones que más ampollas ha levantado en el equipo de Sánchez.

Si esa mayoría fuera además acompañada con una derrota municipal a nivel nacional, se darían las condiciones para un acometida del socialismo moderado contra Pedro Sánchez y su núcleo duro, cuya batalla final se produciría tras las elecciones generales.

Pedro Sánchez y su equipo han planteado estas elecciones como un plebiscito a su presidencia y a su gobierno. Sus propuestas han tenido poco que ver con las Comunidades Autónomas y con las políticas municipales. Algunas de las medidas anunciadas son materia autonómica, pero no han sido tratadas con los responsables de los diferentes territorios, ni tampoco han tenido en cuenta las políticas que se llevan en los mismos, lo que ha sido entendido como un desprecio y un intento de “caudillismo”.

Sánchez ha puesto el foco sobre él, para bien o para mal. Una derrota municipal a nivel nacional será leída por propios y extraños como una derrota suya. Mientras que las posibles victorias autonómicas tendrán muchos padres, pero en el caso de Aragón y especialmente en Castilla-La Mancha, se mirará a sus presidentes Lambán y García-Page.

Dicho sea de paso, a Sánchez no le quedaba otra que lanzarse al ruedo. Las encuestas de estos meses atrás le daban derrota. Ha tirado de manual de resistencia al tiempo que ha fijado más el foco sobre él. De haber hecho una campaña menos personalista podría haber diluido la responsabilidad de una posible derrota. Pero era el primer asalto de su guerra particular y tenía que dar la batalla, porque una derrota le hubiera dejado tocado de cara a la campaña nacional. No ha dejado espacio a esa máxima de que los españoles pueden votar una cosa en municipales, otra en autonómicas y hasta una tercera en generales.

Si Pedro Sánchez gana en las municipales, como dice el CIS y no como dicen el resto de los institutos de opinión, su camino para las generales será más placentero. Si pierde, se asoma al abismo. Y ya hay socialistas que en esa situación estarían dispuestos a darle un empujoncito. Y no porque se trate de un quítate tú que me pongo yo, sino porque el modelo personalista impuesto por Sánchez y su deriva ideológica habrá fracasado y habrá que recomponer un partido que este mismo mes ha cumplido 144 años. Y, si se diera ese caso, para esa recomposición serán claves algunos resultados territoriales, especialmente el de Castilla-La Mancha.

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