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El consejero de Economía, Juan Alfonso Ruiz Molina, y el presidente García-Page, en un Pleno de las Cortes regionales.
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El consejero de Economía, Juan Alfonso Ruiz Molina, y el presidente García-Page, en un Pleno de las Cortes regionales. (Foto: José Ramón Márquez // JCCM)

Se derrumba la postverdad y la información deja en evidencia al gobierno del presidente García-Page

jueves 29 de marzo de 2018, 21:06h

Tiene el gobierno de García-Page la teoría y la práctica de marginar al crítico y al discrepante, ya sea una organización civil, un político rival (incluidos los del propio partido), un activista o un medio de comunicación… Y esa estrategia que antaño podía tener más o menos efectividad ha terminado por abrir brecha contra el propio gobierno y su presidente. Por el contrario, es generoso con el adulador.

En la era digital lo del cacique (Persona que valiéndose de su influencia o riqueza interviene arbitraria o abusivamente en la política y administración de una comunidad) es difícil de mantener. Hay fórmulas de la vieja política que quedan al descubierto con más facilidad.

El tema de la fundación Impulsa y las actuaciones con Incarlopsa ha sido un torpedo en esa línea de actuación. Los daños, aunque controlados, han dejado tocada esa forma de hacer. Las informaciones de Economía Digital y Clm21.es han evidenciado que no hay un gobierno abierto, transparente o al lado de los funcionarios, ni de los que menos posibles tienen, algo que derrumba en un minuto la falsa imagen que se ha labrado en años. El problema es que no corrige y se persiste en el error. Bueno sería que escucharan a los nuevos de la ejecutiva regional y a alguno de los que ya van de vuelta.

Economía Digital daba cuenta de alguno de los daños ocasionados: “El grupo parlamentario de Podemos, que da apoyo al gobierno regional, ha sembrado sospechas sobre el modelo de fundación creado y diseñado a medida por el presidente García-Page”. Y recogía declaraciones del portavoz de podemos David Llorente: “Hay una gran opacidad en la forma cómo esta fundación se financia. Genera sospechas estos vínculos entre las empresas y el gobierno, sobre todo después del caso de Incarlopsa, en la que se ha demostrado que ha habido un claro trato de favor”, explicó el diputado David Llorente. “Además, el gobierno ha impulsado una ley de mecenazgo que no surge de la reivindicación de ningún sector cultural y que es un producto de ley del propio García-Page”, añade.

La colaboración entre un medio de aquí y otro de fuera ha sido un experimento con un buen resultado informativo, hasta el punto de que ya hay otros medios externos interesados en aplicar la fórmula e incluso convertirla en permanente. Es lo que los economistas llaman sinergia y los “dircom”, estrategias de comunicación. No se puede poner frontera ni sordina a la información, porque los medios también tienen sus estrategias.

El otro golpe a la comunicación y a la credibilidad del gobierno lo han puesto los datos oficiales. Castilla-La Mancha crece menos que el resto de España y tiene unas finanzas públicas de las peores de España. Han sido los últimos datos oficiales. La economía regional se desacelera y la del conjunto del país mantiene su ritmo de crecimiento. Las finanzas autonómicas mejoran a un buen ritmo y aquí, pues, nos vamos al furgón de cola.

El gobierno del presidente García-Page ha tratado con la comunicación de generar la imagen de una comunidad próspera, que se recupera de la crisis económica y social con fuerza y que hace las cosas mejor que el resto de España y, por supuesto, que su antecesora. La idea no era mala. Sólo había que dejarse llevar por la ola nacional y marcar algunas pautas diferenciadoras. Pero aquí se muere de éxito… y de incapacidad e ineficacia. Y sobre todo de crispación y de sectarismo beligerante.

Por eso cuando comparan a García-Page con Bono se equivocan, porque con Bono se podía estar o no de acuerdo, pero era un trabajador nato y un político de olfato que quiso ser presidente de todos -según se empeñaba en decir un día sí y otro también- lo que le llevó a seis mayorías absolutas consecutivas, le votaban hasta los de los “caladeros de la derecha”.

Para generar la nueva imagen al gobierno del presidente García-Page ya no valía economizar la verdad, sino que tenía que dar un paso más hacia la postverdad. Sólo había que bombardear un día sí y otro también con palabras como “recuperación”, “progreso”, “éxito”, “avances” y añadirle superlativo para remarcarlas. Cualquier dato -por malo que fuera- podía tener una lectura no sólo buena, sino excelente. Pero al final, cuando llegan los datos de verdad, los oficiales, los que no dependen de la lectura arbitraria, la torre se derrumba.

Entonces la culpa es de otro y se hace ingeniería lingüística para tratar de mantener eso de “campeones”, aunque estemos en puestos de descenso. Claro que no cuentan con una cosa, que no controlan ni la red, ni los medios nacionales, ni a los activistas digitales y que van dejando demasiadas víctimas en el camino. Y finalmente los titulares nacionales sitúan a Castilla-La Mancha en el sitio que la ha puesto este gobierno, entre las que menos crece y entre las que tienen las finanzas públicas en peor estado. Lejos de corregir los portavoces oficiales se mantienen en el argumentario pasado, el de las previsiones, el de que “somos unos campeones”. Pero para ganar hace falta sudar, hay que esforzarse más y no sólo con el lenguaje. Y lo que es peor, se mantienen en su estrategia.

Y hasta el argumento final, el que se busca como último recurso, falla: Es que nos financian con 8.000 millones de euros menos de los que necesitamos, dicen. Sin poner en tela de juicio esa conclusión, cabe preguntar ¿por qué García-Page se mostró a favor de este sistema cuando ejercía de vicepresidente del gobierno que dio el plácet al modelo? La conclusión es que si recibimos 8.000 millones de euros menos, él es uno de los responsables.

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