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Reunión del Consejo de Gobierno  en el Palacio de Fuensalida.
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Reunión del Consejo de Gobierno en el Palacio de Fuensalida. (Foto: Ignacio López//JCCM)

García-Page vuelve a las andadas y manda un recado a Pedro Sánchez

jueves 05 de abril de 2018, 21:20h

Lo del gobierno regional huele a naufragio y a “¡Sálvese quien pueda!”. Ha sido la semana del principio del fin. A esas alturas dentro de un año las Cortes estarán disueltas y las elecciones regionales convocadas. Falta pues menos de un año y quien más quien menos va tomando posiciones. Ya se ha iniciado la carrera electoral 2019.

Esta semana el presidente del ejecutivo regional, Emiliano García-Page, que debería estar vendiendo la bondad de su gobierno de cara a su reelección, se ha dedicado a hablar de política nacional, de Pedro Sánchez, de la conveniencia de llegar a acuerdos con el PP y a negar que tenga un gobierno de coalición con Podemos. Como si José García Molina, secretario regional de Podemos en Castilla-La Mancha y miembro de los órganos nacionales de la formación no fuera su vicepresidente e Inmaculada Herranz su consejera. Tal vez es que están abducidos y la foto del portal de la Junta en la que aparecen con el resto de compañeros de gabinete sea un montaje de Photoshop.

García-Page vuelve a las andadas y le deja un recado a Sánchez: “No creo que la unidad (del PSOE) sea el problema, ni va a ser la excusa para el resultado electoral”. Una frase que tiene la lectura de dar por sentada la derrota y un mal resultado del socialismo. Como si García-Page fuese ajeno a esa circunstancia. García-Page piensa mucho en él y en su futuro, y poco en el PSOE y en sus compañeros.

Ha sido otra semana de malos datos. Los publicados vienen a confirmar que el gobierno regional no logra controlar las finanzas públicas, con el consiguiente impacto negativo en los servicios públicos para los ciudadanos. Se han conocido los datos del paro de marzo. Castilla-La Mancha ha sido la única Comunidad Autónoma que ha destruido empleo y en la que ha aumentado el paro. Lo peor del dato es que se mantiene la tendencia iniciada en el último trimestre de 2017 y que ni las campañas de Navidades y rebajas, primero, y de Semana Santa, después, han logrado tirar del empleo hacia arriba. Los malos datos se acumulan y aquí no dimite nadie. Patricia Franco, responsable de Economía y aspirante a ir en listas electorales, está desaparecida.

Respecto a lo del gobierno de coalición, ese que García-Page dice que no existe, David Llorente, que es el portavoz parlamentario de Podemos y un hombre consecuente y que defiende el ideario de su formación sin convencionalismos ni componendas políticas, ha planteado la conveniencia de consultar a sus bases para determinar si la formación debe salir de un gobierno que lleva a cabo actuaciones que chocan frontalmente con los postulados básicos y con los planteamientos éticos de Podemos. Harían bien los inscritos e inscritas en votar. Democracia pura.

Y es que, para muchos miembros de Podemos, la actuación del gobierno regional en el caso Incarlopsa y todo lo que comporta y todo lo que le rodea, no es de recibo. Es vieja política, la de la componenda y el cambalache, del manejo y el trapicheo, la del apoyo al poderoso y de persecución y marginación al menos pudiente y todo ello desde un gobierno que se dice de izquierdas. Pero los dirigentes de Podemos que están en el gobierno de coalición tienen un despacho que perder, de ahí que no quieran ni oír ni hablar de la propuesta de David Llorente.

En clave política, en la entrevista de El Mundo, García-Page se muestra más interesado por lo nacional que por lo regional. Algo incomprensible en un presidente autonómico que se precie de serlo. Y visto lo visto, es que aquí tiene poco que vender. Anda buscando su hueco.

En clave de imagen, se ha iniciado la operación cosmética. García-Page quiere presentar un perfil moderado, centrado, todo lo contrario a lo que lleva acuñado hasta el momento. “En Castilla-La Mancha hacemos lo contrario que Cospedal, pero desde la moderación y una posición muy centralizada”. Dicho en Madrid hasta queda bien. Dicho en Castilla-La Mancha, ese mensaje chirría, porque es lo contrario de lo que hace. No habrá ciudadano que oiga radio, vea tele, lea prensa o navegue por los digitales que tengan esa idea.

En Madrid el presidente reniega de Podemos a pesar de formar gobierno de coalición. Dice que es un acuerdo de presupuestos. No hace falta recordar que las decisiones del gobierno son colegiadas, que forman un todo. Y que en los Consejos de Gobierno se aprueban algo más que presupuestos. No quiere que se le vea muy a la izquierda porque se está haciendo su propio hueco, a costa de Podemos, de los castellano-manchegos y del propio PSOE.

Si algo ha caracterizado la política oficial de estos tres últimos años ha sido la crispación y la dureza, innecesarias, de regate corto y con graves consecuencias a futuro.

El problema que tiene el PSOE de Castilla-La Mancha es que esa política de dinamita impuesta por García-Page, muy cortoplacista y muy personalista, puede pasarle una dura factura el año que viene cuando pierda las elecciones; puede hundir al partido socialista regional en una profunda crisis, con un problema muy grave y es que habrá pulverizado todos los resortes en los que apoyarse para volver a recuperarse. Hasta los pocos que hoy están, se alejarán. Grave sería que el PSOE deje de ser la segunda fuerza política para convertirse en la tercera.

Al hablar de las relaciones entre el PSOE y el PP dice García-Page que “hay que ser inteligentes para encontrar entre todos la forma de retomar el diálogo, porque hay muchas demandas que son fácilmente pactables. Además hay una demanda social clara”. Pues manos a la obra, señor presidente. Menos mamporro, menos sectarismo y más diálogo y trabajo. El problema es que ha quemado tres años. Y que su palabra, no tiene crédito.

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