Viernes, 13. A las 1,20 horas, cinco millones de neumáticos, almacenados al aire libre contraviniendo la ley, empiezan a arder. Las llamas llegan a alcanzar los 20 metros de altura. Con el desastre empiezan las alertas. La nube tóxica se ve desde las dos capitales de las provincias en las que se asienta este vertedero ilegal, a decenas de kilómetros Madrid y Toledo. Bomberos, helicópteros, puestos avanzados, centros de coordinación, preaviso a la UME… Se despliegan todos los medios para terminar con un fuego difícil de apagar por el tipo de material en combustión. Un fuego que aconseja que 120.000 vecinos cierren puertas y ventanas y que los escolares no acudan al colegio por riesgo de intoxicación.
El Consejero de Administraciones Públicas se muestra diligente en la gestión de la crisis
La goma negra que calzó coches se han ido acumulando desde 2002. En 2003, este almacén al aire libre fue declarado ilegal. A pesar de ello, el número de neumáticos en vez de reducirse, iba creciendo y la extensión que ocupaban también, hasta alcanzar las 11,7 hectáreas. En 2011, dejan de llegar ruedas a esta inmensa extensión negra.
Las administraciones miraban el problema, pero ni lo atajaban ni lo solucionaban, hasta que se convirtió en uno de los mayores riesgos medioambientales de nuestro país. En 2014 decidieron que la solución era reciclar, hacer pavimentos, chanclas y aislantes térmicos. Todo pasaba por triturar los neumáticos. Los medios empleados sólo permitían triturar mensualmente 1.000 de las 100.000 toneladas almacenadas. Eso suponía que acabar con el problema llevaría ocho años. El plan adoptado por todas las administraciones implicadas, regentadas por el Partido Popular, se mostraba insuficiente. Confiaban en que el ritmo se acelerase, para que en septiembre de 2015 el terreno estuviera expedito.
Su compañero de Medio Ambiente se lamenta de que los neumáticos en llamas ya no se podrán reciclar
Pero no fue así y los nuevos gobiernos empezaron a hablar y hablando y hablando, entre ideas, protocolos y marcos de colaboración llegó el viernes 13. A las 1,20 horas cinco millones de neumáticos empiezan a arder y a generar una nube tóxica. Un consejero de Medio Ambiente dice que el incendio trastoca los planes de reciclaje de esas 100.000 toneladas de goma negra. Unos planes que han tenido doce años para ejecutarse y que todavía ni se han concretado. Hay riesgo para las personas. Llegan más autobombas, más bomberos, más máquinas pesadas. Once horas después de iniciado el suceso, se eleva un escalón el nivel de emergencia. Son necesarios más medios. Se solicita la intervención de hidroaviones del Ministerio en las labores de extinción. Algunos vecinos, que viven a 400 metros del vertedero, se indignan. Dos UVIS móviles, dos soportes vitales básicos y varias ambulancias son movilizados. Se reservan camas en los hospitales y se da la alerta a los médicos de los centros de salud cercanos al siniestro. Guardia Civil, protección civil, policía local, 40 bomberos, tres medios aéreos, maquinaria pesada… Se habilita una línea de información telefónica gratuita para los vecinos.
No es un simulacro como el ejecutado días antes en Toledo en un supuesto de accidente múltiple. El fuego es real, el riesgo es real. Y hay que prevenir. El Consejero de Hacienda y Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha, Juan Alfonso Ruíz Molina, responsable de protección de ciudadana, se ha mostrado diligente en la gestión de la crisis y en tratar de resolver un siniestro que no se hubiera tenido que producir nunca y de cuyo riesgo habían avisado reiteradamente grupos ecologistas. Los responsables de medio ambiente de un lado y otro de la frontera tratan de buscar argumentos para evitar que el fuego se extienda al nivel político. Los bomberos siguen tratando de extinguir las otras llamas. Dicen que el fuego durará varios días.
Si (
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