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CLM INCUMPLE EL PLAZO MÁXIMO DE 180 DÍAS PARA ACCEDER A LAS PRESTACIONES SANITARIAS
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CLM INCUMPLE EL PLAZO MÁXIMO DE 180 DÍAS PARA ACCEDER A LAS PRESTACIONES SANITARIAS

lunes 21 de noviembre de 2016, 15:41h

Después de año y medio del nuevo equipo, de más dinero y más recursos, los números siguen sin dar. La lista de pacientes que esperan más de 180 días se ha duplicado en un año y supera los 12.000 pacientes. Ese tiempo es el plazo máximo que contempla el decreto ley de garantía de acceso a las prestaciones del sistema nacional de salud.

El gobierno está convencido de que la solución a la sanidad es cuestión de oferta pública de empleo y de tecnología, y que eso permitirá resolver los problemas estructurales del servicio público de Salud en esta primavera. La afirmación la hace quien nombra y cesa, y por el tono en que lo dice, no habrá que dar pábulo al rumor que cifra en pocos los días que le quedan a Jesús Fernández Sanz al frente de la Consejería. Sin embargo Gemma y Pilar, dos enfermeras responsables del Sindicato de Enfermería Satse en Toledo, coinciden en que no es solo una cuestión cuantitativa, sino cualitativa: “Si se humanizase la gestión, los resultados serían mejores”.

Al oírlas hablar da la impresión de que la sanidad ha perdido el alma samaritana, ha vapuleado las vocaciones y los entusiasmos de los profesionales y se ha convertido en una cuestión de números y gerencias, y que esa frialdad es la que provoca los mayores estragos en el sistema, mucho más que la falta de fondos.

Pacientes, hospitales, profesionales se han convertido en números de un sistema incapaz de dar solución a la atención sanitaria de calidad y en tiempo

Y la verdad es que las cifras indican que el crecimiento de las LEQ, siglas con las que se abrevia en el argot las Listas de Espera Quirúrgica, se dio ya en los tiempos del boom económico, cuando las administraciones tenían dinero para contratar facultativos y otro personal fuera de plantillas. Se da la paradoja de que en plena apoteosis económica, los hospitales de Toledo, Albacete y Guadalajara, por citar algunos, tenían una lista de espera un 17 por ciento mayor a la que registraban en 2003, primer año del que hay estadísticas. De hecho, en enero de 2003, mes en el que aparecen los primeros registros de listas de espera, había 16.855 castellano-manchegos pendientes de una intervención quirúrgica. En enero de 2008, con tres nuevos hospitales en funcionamiento, la cifra se había incrementado hasta los 20.014, un 18,74 por ciento más. La crisis y la falta de fondos hicieron crecer la lista hasta alcanzar el punto máximo en 2013, año en el que se invierte la tendencia y comienza a reducirse la lista de espera y a mejorar los tiempos de respuesta. En enero de 2016 la trayectoria se vuelve invertir y se inicia un incremento de las listas.

En 2011 el Gobierno de la Nación aprobó un decreto ley, el 1.039 por el que se establecieron los criterios marco para garantizar un tiempo máximo de acceso a las prestaciones del sistema nacional de Salud. Y fijaba el plazo máximo en 180 días para las situaciones más complicadas: cirugías cardíacas valvular o coronaria, prótesis de cadera, de rodilla o cataratas. El resto quedaba pendiente de fijar por el Consejo Interterritorial de Salud. Algo que todavía no se ha hecho. Hoy día en Castilla-La Mancha no hay ningún hospital que no rebase este límite en muchas de las especialidades. De hecho, uno de los principales deterioros que ha sufrido el sistema en el último año y medio ha sido que se ha duplicado el número de pacientes que tienen que esperar más de seis meses para ser intervenidos. En octubre, 12.154 pacientes tenían una espera media superior a esos 180 días.

Gemma y Pilar se refieren a la forma de administrar la sanidad no sólo desde la economía, sino desde la colaboración, desde la sensibilidad.Hay que poner el foco en el ámbito sociosanitario.

Al profundizar en el mundo sanitario, se concluye que se ha profesionalizado la gestión hasta un nivel en el que la administración de nuestra salud se ha convertido en cosa de despachos más que en cuestión de consultorio, ambulatorio u hospital. Es más cosa de oficinas en las que, profesionales, pacientes, quirófanos, intervenciones y camas se cuentan por unidades, con los que se rellenan listas de espera, plantillas de plantillas y horarios, hojas de cálculo y memorándum… que todo es cosa de números y los números, finalmente, no dan. Y en los despachos crecen las trampas del solitario y se articulan medidas que poco tienen que ver con la sanidad y mucho con los números, poco con el paciente y mucho con los resultados.Gemma huye del victimismo de grupo y dice que el futuro pasa por responsabilizar a todos, a los que gestionan, a los profesionales y a los pacientes, ‘que cada uno asuma esa responsabilidad y también pasa una mayor formación de todos los estamentos. El profesional en relaciones interpersonales y el de los pacientes en educación para la salud”. Desde el punto de vista estrictamente sanitario dice que “debe prevalecer la medicina de prevención”.

En la sanidad, los hombres de negro, los yupies, se mueven en el mundo de los objetivos, las hojas de cálculo, las proyecciones y las estadísticas mientras que las batas blancas lo hacen en el de la empatía con el paciente, en el de la identificación ante los males ajenos. El problema es que la frialdad de unos esta terminando por matar la empatía de los otros. Gemma, que reconoce que son importantes las decisiones de los gestores, recuerda que hay que tener presente que el 80 por ciento de las decisiones directas las toman los profesionales, “hay que dignificar a los profesionales y la labor que hacen y los profesionales deben implicarse desde su responsabilidad”.

No se cumplen los plazos de garantías del decreto de Sanidad de 180 días como máximo en el acceso a las prestaciones sanitarias

Y es que en los despachos hay trampas para los profesionales, como son dejarles por debajo de horas, o lo que es lo mismo, que semanalmente trabajen menos de lo que les correspondería de media, a costa de dar más carga a los de jornada. Así se genera la deuda de horas y, llegado el momento, la gerencia las cobra para utilizar el tiempo no gastado en cubrir bajas en vez de contratar. Hay trampas para los usuarios, porque de lo que se trata es que no sean visibles las acumulaciones, en lista de espera o de las camillas en los pasillos de urgencias. Hay trampas para los proveedores, a los que se les pide la demora de las facturas. Hay trampas para los pacientes, a los que se les cierra el procedimiento para que vuelvan a registrarse de nuevo y el contador de plazos se ponga a cero, las derivaciones a otros centros alejados del lugar de residencia privados para provocar el rechazo del paciente, lo que le deja fuera de la lista. La no inclusión en la lista de cardiología de los que esperan un cateterismo, las revisiones periódicas que se dejan dormir en los cajones sin introducirlas en el listado, esperando mejor momento o simplemente que pase el tiempo, las agendas cerradas, el “vuelva a llamar dentro de unas semanas”, los “errores informáticos”, las “reprogramaciones de las listas”, la no inclusión hasta que cita el anestesista, o mientras te realizan las pruebas previas... Mejor operar las patologías que menos tiempo necesitan, porque así se baja más rápido la lista de espera o retirar las cirugías menores del listado…

Este de las trampas es todo un mundo, en el que incluso se contratan a especialistas del maquillaje y la artimaña. Todo sea por los números y el power point. El mayor miedo de las oficinas es al poder del bolígrafo de los facultativos. Un médico extendiendo recetas o dispensado volantes para pruebas diagnósticas se carga cualquier estadística y hace la vida imposible a los señores de la gestión. Se buscan fórmulas para reducir ese poder. Dicen en el gobierno que “la receta electrónica ha servido para reducir ese poder y que ya están identificados los 150 que más escriben”. Pero el poder se mantiene para los volantes de pruebas diagnósticas.

Pilar y Gemma dicen que el decreto de prescripción de enfermería, que iba a permitir a los técnicos sanitarios dispensar determinados productos sanitarios, “siguiendo los protocolos marcados, especialmente para casos de pacientes crónicos, tratamientos de larga duración o renovación de recetas, hubiese sido beneficioso y aliviado el sistema. Hay que tener en cuenta que el 50 por ciento de los pacientes que acuden a consulta son crónicos y que el 60 por ciento de los que acuden a una consulta lo hacen por recetas. Pero cuando iba a ver la luz, esa medida se quedó en el cajón. La mitad del sueldo de un médico es por trabajo que podría hacer una enfermera, porque muchos tratamientos están protocolizados”. No centran el planteamiento desde una rivalidad: “No puede ser que un médico dedique diez años de su vida a su primera formación académica para dedicar mucho tiempo de su trabajo a hacer recetas. Deberían centrar su tiempo en diagnosticar y en investigar. Hay que invertir en prevención”.

No lo plantean como una confrontación entre grupos profesionales, sino como medidas para mejorar el sistema. Ellas, porque como dicen enfermería es una profesión con mayoría de mujeres, proponen unas medidas para mejorar el sistema y que, de llevarse a cabo, les haría trabajar a todos con mejor clima: “Se ahorrarían costes, demoras en consultas. Se ganaría en eficacia, eficiencia y ahorro. Y sobre todo el personal estaría más a gusto”.

Lo cierto es que la estadística pone al descubierto las fallas del sistema: la falta de anestesistas, de pediatras o de otros especialistas, qué hospitales son una ruina -sanitaria ¡claro!- Unos justifican la falta de especialistas en cuestiones de programación, en la oferta y regulación de la formación, otros en los efectos frontera y en las diferentes políticas de personal sanitario en las distintas Comunidades, otros en el auge de la sanidad privada…

En medio de la conversación que mantuvimos con las representantes de Satse, Pilar dice “Y el Mambrino está cojo”. No se refiere a un paciente. Habla del sistema informático que emplean y que se supone que tenía que hacerles su trabajo más fácil y más ágil: “Pero es una sobrecarga más. Mambrino permite consultar historias, tratamientos, si se ha quitado o puesto mediación nueva a un paciente, las analíticas, la situación de toda las plantas de hospitalización… Pero para eso tiene que estar actualizado. Y con poco personal eso es muy difícil. Al final, escribes a mano y luego lo tiene tienes que volcar al ordenador. Esa demora hace que la información que da el sistema no sea segura y haya que contrastarla. Y así lo que está concebido para ayudar se convierte en una sobrecarga más de trabajo”. Y es que, al final, la informática es cosa de despachos y el de informática desconoce cómo están las plantillas.

Cuando hablan, uno piensa que en los despachos del SESCAM los responsables de los ordenadores no hablan o, al menos, no todo lo que debieran, con los responsables de las personas, con los de recursos humanos. Es más, uno llega a creer que los de recursos humanos no hablan ni entre ellos porque, como dice Gemma,“nadie se explica que el ratio de enfermeras por habitante en Ciudad Real sea de una por cada 220 ciudadanos y en Toledo sea una por cada 350”. Y es que Toledo, que tiene el 30 por ciento del total de listas de espera de los catorce hospitales y complejos sanitarios regionales, se ha convertido en “la niña fea de la sanidad”.

Los profesionales sanitarios afirman que se han frenado las contrataciones para suplencias y refuerzos

Hay cuestiones estructurales que, por ejemplo, hacen que traumatología sea un aparcamiento de pacientes en espera de ser atendidos u operados. Cifras que contrastan con las versiones oficiales de que se ha contratado más personas y se han abierto camas y quirófanos para paliar estos problemas. Pero desde dentro del hospital, hay quien revela que “los tres meses de verano, julio agosto y septiembre el quirófano de traumatología del hospital de Parapléjicos ha estado cerrado”. Y explican que no todos los quirófanos son iguales, “que allí se hacen artroscopias y prótesis, que son las que engrosan las listas de espera”. El problema, según el gobierno es que no hay anestesistas suficientes. Lo que se silencia es que muchos de estos especialistas prefieren la vecina Comunidad de Madrid porque ofrece mejor situación laboral y tienen más posibilidad de hacer extras en la privada.

Hablar con los profesionales que hacen el día a día y que prefieren que se preserve la confidencialidad de la fuente revela que efectivamente se han frenado las contrataciones para suplencias y para lo que llaman “acúmulos de tareas” o lo que es lo mismo, los refuerzos en momentos de mayor carga de trabajo “Y ello incide directamente en la situación en el complejo hospitalario de Toledo. No puede ser que se queden plantas sin enfermera. Solo se contrata en situaciones extremas. Y así ya se da como normal que donde tendría que haber tres enfermeras haya dos, donde dos, haya una. Es evidente que si se quitan presencias, se tienen que reducir pacientes. Y así, hay hospitales que están cerrando camas”. Ya ha habido protestas en este y otros hospitales y zonas de Salud. La última, la convocatoria organizada por la plataforma sanitaria de la comarca de Torrijos del pasado sábado. Y es que el problema de las demoras en los especialistas, pruebas diagnósticas y operaciones, se está trasladando a los consultorios y centros de Salud, donde en mucho de ellos no hay horas para cita en varios días, algo que comprueban y sufren los pacientes.

Pilar y Gemma coinciden en que nadie quiere que la sanidad se deteriore, en que todos los gobiernos quieren dar un buen servicio. Y es cuando vuelven al punto de partida, a la gestión, a la capacidad y a la voluntad de diálogo de los gestores y a la responsabilidad de todos y cada uno: “Es evidente que abrir quirófanos supone abrir camas y que abrir camas conlleva más personal. Y si no se planifican bien, pues se acaba el dinero para contratar y si se acaba el dinero, no hay sustituciones y si no hay personal, se ralentiza la gestión y aumentan las listas de espera”. Pilar y Gemma hacen un recorrido para volver a la casilla de salida. Reclaman más humildad de los gestores y más diálogo, porque en los despachos los enfermos son una celda de Excel y en los hospitales son personas que padecen: “Tenemos la experiencia y el conocimiento que nos da estar en la atención directa. Si se hablase con nosotras, podríamos aportar propuestas para mejorar el sistema, unas servirán más que otras, pero hay algunos que son demasiado altivos. Hay cuestiones en las que un gestor no puede reparar. Por ejemplo, en Toledo, -regresa la “niña fea”- hay plantas que por la disposición arquitectónica generan mayor carga de trabajo. En algunas, las columnas impiden ver las habitaciones desde el control, lo que obliga a estar en un continuo ir y venir para asegurar que los pacientes están bien atendidos. Eso, por ejemplo, no sucede en el hospital de Talavera, donde desde el control de enfermería se controla toda la planta y se puede dar mejor atención a los pacientes ingresados”.

Ellas representan a unos de los agentes activos más importantes en el sistema de salud, al más humano. Claro que ahora, los que mandan son los de los despachos, que no tienen alma samaritana y que con las hojas de cálculo han deshumanizado la sanidad española, un intangible que la situaba como referente mundial. Pero Gemma vuelve a puntualizar:” No queremos dar la impresión de victimismo. Creo que lo importante es que todos aportemos con nuestro trabajo y que se nos escuche a todos los grupos, eso permitirá sacar conclusiones y mejorar la gestión”.

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