El mercado hipotecario inicia el año en números rojos: las firmas y el capital prestado se resienten frente a la incertidumbre económica
viernes 26 de marzo de 2021, 10:24h
En enero en Castilla-La Mancha se consignaron un total de 1.726 hipotecas, un 15% menos que en enero de 2020. De ellas, 1.114 fueron sobre viviendas, un dato que supone una mejoría respecto a los resultados del mes anterior (diciembre de 2020), pero están muy lejos de los niveles del sector hace una año, justo antes del estallido de la pandemia. El recorte, aunque en menor medida, también se deja sentir en el capital prestado.
A lo largo del mes de enero en toda España se formalizaron 27.518 hipotecas sobre viviendas, un 31,6% menos en tasa anual, de las cuales 1.114 corresponden a Castilla-La Mancha, que experimentó un descenso del 29,1% anual.
Las Comunidades Autónomas con mayor número de hipotecas constituidas sobre viviendas en enero son Andalucía (5.591), Cataluña (4.690) y Madrid (4.349).
En cuanto al capital, las Comunidades en las que se presta más para la constitución de hipotecas sobre viviendas son Madrid (780,7 millones de euros), Cataluña (758,3 millones) y Andalucía (614,0 millones). En Castilla-La Mancha el capital hipotecario suma 103,061 millones de euros.
En este sentido, todas las regiones presentan tasas anuales negativas en el capital prestado, salvo Cantabria (0,4%). Cataluña (-6,8%) y Castilla y León (-8,8%) registran las menores bajadas, mientras que Baleares (-52,6%), Madrid (-37,7%) y La Rioja (-35,6%) presentan los mayores descensos. Por su parte, Castilla.La Mancha registra un descenso del 19,4% anual en el capital prestado, lo que, a pesar de un resultado negativo, indica un mejor comportamiento que la media nacional, que retrocede un 22,4% en el capital.
El retroceso generalizado del mercado hipotecario es una consecuencia directa de la pandemia. Si bien en los meses posteriores al confinamiento domiciliario se produjo una remontada moderada del mercado, ahora se dejan sentir los efectos de la crisis económica provocada por las restricciones de movilidad, los ERTES, el Estado de Alarma, etc.
Además, las entidades financieras han optado por asumir una política de préstamos más conservadora en aras de proteger la solvencia ante la incertidumbre sobre la duración de la pandemia y las dimensiones del descalabro económico que acarreará.