Este debilitamiento de la demanda externa anticipa un impacto negativo en el crecimiento económico de la región. En agosto, las exportaciones de Castilla-La Mancha se contrajeron un 7,2% interanual y el acumulado en los ocho primeros meses del año sólo avanza un 0,3%, cuando en el mismo periodo de 2022 el aumento era del 14,7%. Si la industria agroalimentaria crecía el año pasado al 11,5% en 2023 lo hace al 2%
Las exportaciones regionales siguen su proceso de frenado iniciado en el segundo trimestre del año. Si a finales de marzo, las ventas exteriores de las empresas de nuestra Comunidad crecían a un ritmo del 7,5% y llegaban a superar los 2.500 millones de euros, en el segundo trimestre se quedaban en poco más de 2.440 millones, anotándose un descenso respecto al mismo trimestre de 2022 del 4,1%.
Ese descenso en el segundo trimestre hizo que el semestre cerrara ya con un crecimiento del 1,4%, cuando un año antes el registro era del 14,3%.
La facturación internacional acumulada en los ocho primeros meses por las compañías castellanomanchegas ascendió a 6.604,8 millones de euros, sólo un 0,3% más que al cierre del segundo cuatrimestre de 2022. De esa cuantía 2.145,3 millones los generó la industria agroalimentaria, con un crecimiento interanual del 2%. Sin embargo, Toledo que tiene un peso superior al 27% del sector regional en el mercado internacional se anota una caída del 4,8%.
En el caso de Guadalajara la principal contracción llega en el sector de las manufacturas de consumo, con un descenso del 6,1%. Este sector supone uno de cada cuatro euros de las exportaciones alcarreñas.
El frenazo en el crecimiento de las exportaciones está acompañado de un fuerte aumento de las importaciones, un 11,8% hasta los 9.947,2 millones de euros, lo que deja el saldo de la balanza comercial castellanomanchega con un déficit de 3.342,5 millones, 1.000 millones por encima del contabilizado en los ocho primeros meses de 2022.