Las tensiones internas dentro del PSOE en torno a la amnistía son fuertes y está derivando en un clima enrarecido en las relaciones. De hecho, en la víspera al acuerdo, el secretario general de los socialistas castellanomanchegos y único presidente socialista con mayoría absoluta, se quejaba públicamente del hecho de que “si coincido en algo con un dirigente del PP, me llaman colaboracionista”. Algo que apunta a las situaciones internas que está propiciando el debate de la amnistía.
García-Page reclama el acuerdo como forma de hacer política en contra del enfrentamiento y la crispación y critica que “en este país parece que una parte no se puede entender nunca con la otra".
Y es que la crispación ha ido en aumento hasta el punto de que el expresidente Felipe González ha denunciado “la política de trincheras” y ha dicho que "no hay que llevar la crispación de arriba abajo".
Las palabras de González llegan en un momento en el que el choque no sólo se produce entre los dos bloques políticos, sino que se ha trasladado al seno de otras instituciones y poderes, como el judicial.
En el PSOE, las voces contra la amnistía son cada vez más sonoras, especialmente la del presidente castellano-manchego. Frases como “Le dijimos a los electores que la amnistía no cabe en la Constitución y cambiar de un día para otro es enormemente grave”, “No puede valer siempre todo”, “El Constitucional tendría que suspender la amnistía…”. En el seno del PSOE existe también malestar por los silencios de la dirección del partido sobre este tema y la falta de información y transparencia en un tema tan controvertido. Y el expresidente González llegó a decir que cuando él cambió de postura sobre el ingreso de España en la OTAN, sometió la cuestión al pueblo español en un referéndum.