Y en esa línea ha estado su comparecencia en el Parlamento para explicar cómo se gasta los 40 millones que le ha dado la Junta para este año y cómo se va a gastar los del año que viene. Y en eso tan complejo de la tecnología avanza a buen ritmo, salvo los imponderables de las prórrogas presupuestarias. Le cuesta más poner en marcha algo mucho más sencillo: la bolsa de trabajo. Claro que sin bolsa de trabajo, las contrataciones, a dedo, y si hay que seguir las recomendaciones, se siguen.
A Rafael Esteban, el presidente del Grupo Parlamentario Socialista, no le costó reconocer esta asignatura pendiente, fácil de aprobar pero que parece que seguirá pendiente durante el tiempo que le sea necesario al poder. En su comparecencia ante los periodistas unos minutos antes de que Carmen Amores lo hiciera ante la comisión parlamentaria, Esteban demostró conocer el estado de la tele y parte de sus finanzas. Habló de la audiencia y de lo bien que va. Lo cierto es que “En compañía”, el programa de Ramón García le salva el share (audiencia) a la tele regional. Quiso proyectar una imagen de que la tele ha entrado en una fase de normalización, que no es más que la tendenciosidad sin estridencias. En lo de los informativos pasó de puntillas y hablando del ayer y no del hoy.
Claro que para recordarle el hoy está Ana Guarinos, que lo hizo a continuación y sin paños calientes. Dijo que la tele “manipula” y puso un ejemplo: no ha salido ninguna crítica del grupo popular al presidente del ejecutivo sobre el tema de la unidad de España y el comportamiento y los planteamientos del vicepresidente segundo del gobierno de García-Page y del diputado de Podemos, David Llorente, que respalda a García-Page. Lo que no se dice no existe.
Y la tele se ha metido a arreglar con el silencio el desaguisado político de los miembros de Podemos que se han mostrado más cerca de los secesionistas catalanes que del constitucionalismo; de la autodeterminación, que de la unidad de España. Una línea que ha generado muchos problemas al presidente García-Page, que ha temido por lo que la polémica pudiera afectarle. De ahí el “capitán, ¡mande silencio!” y se sitúe con sus decisiones más cerca de sus coaligados de Podemos que de la unidad de España y del sentimiento del pueblo castellano-manchego, al cual se debe. Es el liderazgo del miedo -que ni es liderazgo ni es nada-. A Pepe Bono la cosa y su vicepresidente segundo le hubieran durado dos segundos. Cese inmediato. Es una cuestión de liderazgo, con decisiones que pueden ser más o menos acertadas, según quien las juzgue, pero de liderazgo.
Y esas carencias obligan a que los suyos le cubran las espaldas hablando de lo de antes, cuando ellos responden por el ahora. Es un tratar de justificar lo malo de antes cuando mandaban otros con lo peor de ahora, cuando mandan ellos. Lo peor es que los que venían a cambiar el mundo, a hacer la revolución, se han abonado a la receta. No tanto porque en este caso sean los que han provocado los incidentes y las tensiones internas dentro del ejecutivo, sino porque ellos también están locos por la tele. García Molina puede terminar haciendo de partenaire de Ramón García y hasta dando las uvas en fin de año. Siempre habrá una razón que determine que es por hacer región, por dar servicio público.
Haría bien Carmen Amores en no mirar a otro lado y evitar que caiga la reputación de las empresas que dirige. Se puede tener mucha audiencia, pero poca credibilidad. Y entonces, la audiencia no sirve para nada porque, de hecho, tampoco el aumento de audiencia ha disparado los ingresos por publicidad. Amores, que sí tiene perfiles de liderazgo, debería recordar a los que llaman que la que manda allí es ella, que le han confiado un trabajo y lo está haciendo. Debería bloquear los números de los meritorios de Presidencia.
Fue Amores a las Cortes a hablar del presupuesto como están haciendo todos los consejeros. Hoy cierra la ronda el de Hacienda y Administraciones Públicas, Juan Alfonso Ruiz Molina, que no estaría de más que dijese en las Cortes de Castilla-La Mancha algo que próximamente dirá en el Ministerio: cuánto dinero de los 7.609,7 millones de gasto no financiero para 2018 ha decidido que no se va a gastar. Si tiene un ataque de sinceridad dirá algo de casi 200 millones.
El 1 de septiembre las Cortes aprobaron el presupuesto para 2017 con un gasto no financiero de 7.175,7 millones de euros. Escasos días después, el gobierno de García-Page comunicó al Ministerio que de lo dicho nada y que iba a aplicar recortes por 158,32 millones de euros a esa cuantía. Lo que no se dice aquí no significa que no ocurra. Todo -o casi todo- se termina sabiendo. Son hechos.