Con esta nueva bajada, el indicador encadena ocho meses consecutivos de tasas negativas, una tendencia que comenzó en enero (-0,31%) y se ha mantenido a lo largo del año: febrero (-0,57%), marzo (-0,72%), abril (-0,73%), mayo (-1,05%), junio (-1,14%) y julio (-0,77%).
El IGC mide la evolución de la competitividad de la economía española frente a la zona euro, y se calcula restando al Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) de la Unión Económica y Monetaria una parte de la pérdida de competitividad acumulada por España desde 1999.
Cuando la tasa del IGC se sitúa por debajo del 0%, se aplica la denominada “regla de no revisión”, mientras que si supera el objetivo de inflación del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE), se adopta ese valor como referencia. De este modo, el índice garantiza que los contratos vinculados a él mantengan la competitividad en el medio plazo.
El IGC comenzó 2024 con un valor positivo del 0,17%, pero rápidamente volvió a terreno negativo, cerrando el año con solo dos meses en positivo (julio y diciembre). Su mayor descenso de 2024 se registró en septiembre (-0,45%). En 2025, la tendencia bajista se ha acentuado, acumulando ocho meses consecutivos de caídas hasta agosto.
Consecuencias del descenso del IGC
La continuidad de tasas negativas en el IGC tiene diversas implicaciones para la economía. Por un lado, supone que no se actualizan al alza los contratos que lo toman como referencia —como alquileres o concesiones públicas—, lo que ayuda a contener la inflación y evita incrementos automáticos de precios.
Sin embargo, esta estabilidad también implica que rentas o pagos ligados al índice no se revalorizan, lo que puede traducirse en una pérdida de poder adquisitivo para propietarios o perceptores de rentas.
Desde el punto de vista macroeconómico, un IGC negativo refuerza la competitividad exterior de España, al reflejar que los precios nacionales crecen más lentamente que en la zona euro, lo que favorece las exportaciones y mejora el equilibrio comercial.
En conjunto, este comportamiento contribuye a mantener la estabilidad de precios, aunque a costa de una menor actualización de ingresos en algunos sectores vinculados al índice.