PSOE

La encuesta que el gobierno ha filtrado para presentar una buena imagen del presidente y que ofrece íntegramente clm21.es como archivo adjunto, revela que la mayoría de los ciudadanos califican de mala o muy mala la situación de la Comunidad Autónoma y suspenden la gestión del gobierno actual que preside García-Page, que de presentarse ahora a unas elecciones obtendría 1,8 puntos más que en 2015. La encuesta tiene un error de +/-3,16%. Su existencia y algunos de los datos de tendencia fueron revelados por clm21.es hace semanas.

El gobierno ha metido -ahora si; en abril, no- las enmiendas que presentó Podemos a los presupuestos. Podemos ha dicho sí a la fusión gubernamental con el PSOE, a la que en su día se denominó la casa común de la izquierda.

Los inscritos en Podemos de Castilla-la Mancha han dado vía libre para que la formación llegue a un acuerdo de gobierno con el PSOE de Emiliano García-Page que “garantice la puesta en marcha de políticas propias, como la renta garantizada o el plan de garantías ciudadanas”, que era como rezaba formalmente la pregunta de la votación que se ha realizado a través de internet desde el pasado viernes hasta la noche de ayer.

Bulle Podemos. Lo de entrar en el gobierno ha elevado la tensión interna en el partido. Además de la cuestión esencial, -la ideológica, claro- están las otras, las de las personas. Las de ¿qué hay de lo mío?, las de las cábalas de los sillones, las de quítate tú que me pongo yo -vamos, las de la vieja política, las de siempre-. Y es que ya hay quien dice que, si García Molina está llamado a ser vicepresidente del Gobierno y si se sienta a la derecha de “Dios padre”, debería dejar no sólo la vicepresidencia de las Cortes por incompatibilidad manifiesta. También le piden que renuncie al escaño y que abra camino a otros compañeros y compañeras.

Sectores cercanos al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, dan por descontado el apoyo de las bases de Podemos a la integración de la formación morada en el ejecutivo. También dan por seguro el apoyo del sector sanchista, tras los encuentros en Ferraz y tras haber llevado a cabo, en una acción meditada y coordinada, numerosas llamadas telefónicas para tratar de convencer a los militantes socialistas de esta corriente y desactivar la exigencia de la celebración de la consulta propia.