El 2 de marzo el gobierno informa de dos nuevos casos, ambos en la provincia de Albacete. Se trata de dos varones de 30 y 23 años de edad, ambos casos importados, “con vínculo epidemiológico con la zona de riesgo del norte de Italia y que, desde la detección de la posibilidad de catalogarse como infección por coronavirus, están siendo tratados en el Hospital de Almansa y en el de Albacete respectivamente en condiciones de aislamiento”.
El día 7 de marzo se da la que sería la paciente más joven, una niña de Guadalajara de tan sólo 3 años. Cinco días después se produce el primer fallecimiento, una mujer octogenaria de Albacete. En marzo la epidemia se propaga, el día 14 se decreta el estado de alarma. A finales de mes el sistema sanitario está sometido a una fuerte presión, con 3.250 hospitalizados, 353 pacientes en UCI y las defunciones aumentando a un ritmo diario del 14%. Son días en los que se combate a un enemigo del que poco se conoce, que ha pillado por sorpresa a los sistemas de salud de todos los países, con carencias de medios de protección. Tras parar la primera oleada, las medidas de confinamiento se relajan. Tras el verano una segunda ola y una tercera que empalma con la segunda vuelven a poner nuevamente a prueba al sistema sanitario. Ahora los sanitarios conocen mejor a lo que se enfrentan y ya disponen de reservas de material de protección.
La covid se lleva por delante casi 9.000 empresas que tenían personal contratado
La propagación de la enfermedad ha tenido un duro efecto en la economía regional y en la vida de los ciudadanos. Casi 36.000 trabajadores entre autónomos y asalariados mantienen hibernada su actividad, 173.000 parados (EPA), 9.400 más que un año antes. El paro aumentó con fuerza en la hostelería (46%), que aporta 3.800 de los 9.400 parados más que contabiliza la Encuesta de Población Activa. Según los datos de afiliación a la Seguridad Social, la hostelería, las agencias de viajes y los operadores turísticos de Castilla-La Mancha destruyeron el 16% de su empleo y perdieron 7.925 puestos de trabajo durante 2020.
Con datos hasta finales de septiembre, la covid se ha llevado por delante 8.861 empresas empleadoras y 11.508 autónomos de Castilla-La Mancha.
Los ingresos del sector servicios se redujeron un 9,7%. Los de la industria, el 10,9%.
La bajada de precios del 14% para captar clientes y el descenso del 59% de las pernoctaciones sitúan la pérdida del sector hotelero de Castilla-la Mancha en 135 millones de euros durante el año pasado. A eso hay que sumar otros 50 millones que han dejado de facturar en 2020 los alojamientos de turismo rural y otros 15 millones entre campings y apartamentos turísticos. Los niveles de la cifra de negocios están por debajo de los de 2015 cuando se inició un plan estratégico para aumentar la actividad del sector. Las cifras de nuestra Comunidad, aunque importantes, son una gota de agua en un sector que, en el conjunto del país ha perdido ingresos por turismo de 67.850 millones de euros (y falta por contabilizar diciembre). En Castilla-La Mancha las primeras estimaciones sitúan las pérdidas en 2.000 millones de euros. El sector no espera recuperarse hasta 2023.
Las estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal cifran la caída de la economía regional en el 8,4%. A pesar de la cifra, según otro estudio publicado por el Banco de España, las provincias de nuestra Comunidad junto a las de Extremadura han sido las que mejor aguantaron el impacto de la pandemia en sus economías. En un escenario de caídas generalizadas, tanto Cáceres como Badajoz presentarían descensos del 5,3%. Tras ellas se situaría Ciudad Real, con un -5,7% y luego Cuenca que ocupa la cuarta mejor posición junto a Zamora, ambas con un -6,4%. Tras ella, Guadalajara con un -6,5%, Toledo y Soria (-6,7%) y luego Teruel (-7%) y Albacete (-7,4%).